Me escribe Nando un largo mensaje en respuesta a uno de mis últimos Galtzeimer, Agur Donostia. Y dice así:
Tocinitos de cielo
El domingo comí en casa de mis cuñados de Pamplona. Ese día venía a comer la madre de mi cuñado, la misma que hace unos meses dijo "Agur Donostia" y ahora vive en una residencia en Pamplona.
Comimos pollo. Ella elegía el menú y comentó que estaba exquisito. Al preguntarle por el vino dijo: "bueno, pero aguado" (muy acertado el comentario). De postre pastelitos, tocinitos de cielo.
Estuvo participativa: a mi sobrino le recomendó bajar tres kilos mientras éste engullía un pastel, tocinito de cielo; a mi cuñado le pidió un collar de perlas, con perlas grandes y pequeñas, mientras se tocaba el cuello que sentía vacío. En todo momento preocupada por su imagen, se tocaba el pelo, atenta a mostrar los puños de la camisa que, de vez en cuando, cubrían las mangas de su chaqueta y aunque una manta protegía sus piernas no le gustaba esta forma de sentarse a la mesa con invitados. Yo la vi guapa.
Cuando le preguntaron si me conocía, no lo dudó y destacó que fuera peinado. "¡No como ése!", un sobrino que lleva el pelo casi rapado.
Este detalle me hizo ilusión y se acercó en ese momento el recuerdo de mi madre. Llevo el pelo largo también porque ella así lo quiso: de pequeño, larguito en la zona cuello y las orejas tapadas; más adelante, huyendo de la raya, me llevó a su peluquera con la idea de que ella nos entendería mejor y creo que así fue. Ella me enseñó a peinarme el pelo todos los días y con dos toques después, conseguir ese equilibrio entre el "peinado- despeinado".
En este cuidar la imagen dos detalles más: los zapatos limpios y un pañuelo bien dobladito en el bolsillo.
Antes de salir de casa, mi madre también hacía aparecer los puños de la camisa en mis muñecas e introducía las dos puntitas de los cuellos en el jersey.
De ese domingo me quedo con sus ojos, su sonrisa silenciosa, que aparecía después de algún comentario o pensamiento suyo. Y me quedo con la mano de mi cuñado agarrada a su mano tranquila a veces, temblorosa otras.
Se lo cuento. Son recuerdos, son sensaciones, son, amigo Iturria, tocinitos de cielo.
Más cosas de Nando.
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