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2008/01/17 06:00:00 GMT+1

Las cosas de Nando (XX) El francés

Nando nos cuenta batallitas de hace 25 años.

El vino lo comprábamos en el bodegón. Atendía “El Francés”, llamado así no tengo idea la razón.

El bodegón era una bajera con un mostrador al cual se accedía por un suelo que día a día recogía purezas e impurezas que la clientela depositaba a través de las suelas de su calzado. En una esquina, tras este mostrador de madera, se sentaba él, y en el frente de oscuro color un panel con 7 grifos. Se servía tinto, clarete y blanco en la modalidad normal y especial. El otro grifo era para la patarra, coñac para cocinar.

“El Francés” admitía todo tipo de recipientes. Nosotros éramos de vino en botella, clarete especial. El medio para transportarlo una bolsa de nylon con asas metálicas, bolsa única para todo tipo de compra. Nunca adquirimos carro para la compra y todavía recuerdo las marcas de las asas en las manos.

Colocando las botellas encima del mostrador, “El Francés” se levantaba, espacio de tiempo que yo tenía para pronunciar “clarete especial”. En una mano la botella y en la otra una goma que aspiraba para el vino hacer aparecer. Para el pollo del domingo utilizábamos patarra que “El Francés” servía de igual manera. Decían que bebía cada vez que aspiraba.

Más tarde apareció en mi pueblo otro bodegón: servía embotellado. “El Francés” jamás colocó un cartel indicando si el clarete era Navarro o Rioja el tinto. El “Francés” cerró el bodegón. No avisó, sencillamente no abrió.

En su lugar abrieron un establecimiento dedicado a la fotografía, ya teníamos uno en nuestro pueblo. Hay que decir que por esa época teníamos uno de todo: una carnicería, una droguería, un estanco, una librería y todos estos establecimientos como nombre añadían a su actividad el apellido familiar o nombre de quien te atendía. Este establecimiento de fotografía apareció con un nombre realmente extraño varias vocales y alguna k.

Un día pararon el paseo de mi padre y le dijeron que en el escaparate de la tienda nueva donde antes estaba “El Francés” habían colocado fotos de su hijo. Mi padre acudió a verlas y comprobó que no era yo. Cuando me lo contó, bajé a comprobarlo: era Sergio Dalma. Quizás mismo color de pelo, quizás parecido peinado, quizás igual forma de nariz. Lo cierto es que en mi pueblo no conocían a Sergio Dalma; ahora bien, sí nos conocíamos y sabíamos exactamente dónde comprar la carne, el pescado o el periódico.

Más tarde, esta tienda se traspasó y Sergio Dalma sonó en la verbena de mi pueblo con “Bailar pegados”. En esa época nadie apreció parecido alguno.

Llegó SPAR y el “frigo bombón” hizo olvidar a un helado de “hielo de palo de pela”. Incluso la patarra fue desapareciendo con la presión de Garbey.

Se preguntarán el motivo de este contar. Resuelvo:

Hace un par de semanas, después de realizar la compra, me acerqué a la caja y cuando me disponía a entregar la documentación necesaria para el pago, la cajera me miró y dijo: “tú eres Nando”. No respondí. Ella continuó: “tú fuiste monitor de tiempo libre en Bóveda”. Moví lentamente la cabeza. “Fuiste monitor mío de campamento”. Solté la típica: “De eso hace más de 25 años”. Extendió su mano y le entregué la documentación. ¿Pago habitual? Sí.

Nos despedimos. Me agarré al carro, cerré los ojos y apareció una imagen de hace por lo menos 25 años. Subía la cuesta hacia mi casa con una bolsa de nylon y una botella de clarete especial y otra de patarra en su interior.

Por los altavoces comenzó a sonar una música. Soltad amigas y amigos, soltad:

Bailar pegados es bailar……..

¿Esto no se  lo podía contar a su psicólogo? Razón tienen, pero el otro día acudí a la consulta y estaba cerrada. No había dejado cartel en la puerta.

Lo dejo que me lío.

Escrito por: iturri.2008/01/17 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: sergio_dalma vino garbey nando spar francés coñac | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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