Ayer en casa de Nando, como en otras tantas casas, se produjo la vuelta al cole. Parece que va perdiendo facultades: el primer día de clase su hijo va despeinado.
A la edad de mi hijo, 8 años, más o menos en el día de hoy, acudía a las Escuelas Públicas de mi pueblo. En concreto al ala “de chicos”. Bata azul y blanca, ellas rosa y blanca. Doña Timotea o Don Martín eran maestros de toda la vida y la directora Doña Ana Mari.
Nos colocábamos en fila. Esto que hacíamos el primer día lo repetíamos después todos los días 3 o 4 veces. Fila para entrar, fila para salir, fila para el recreo… Las filas se hacían por orden de altura y extendiendo el brazo se marcaba la distancia. Decir que uno era “el primero de la fila”, lo recuerdo como terrible responsabilidad: siempre creí que cualquier incidencia pudiera ser considerada mi responsabilidad.
Este primer día nos recibía Doña Ana Mari. La recuerdo con botas altas y recuerdo que en un día “de vuelta al cole” un niño se tiró por el suelo y empezó a chillar “no quiero, no quiero…”. En un movimiento rápido se quitó la bota agarró al niño que no dejaba de berrear y patalear y con acompasados golpes en el culo lo arrastró hasta su clase.
Recuerdo que mi madre ese día, y así se repetiría los siguientes, me repeinaba con raya al lado. Recuerdo que me decía, y así se repetiría los siguientes días: “Tómate el Cola –Cao” o “venga que llegas tarde”.
Hoy tocaba “vuelta al cole” en mi casa. He despertado a mi hijo, el desayuno lo he dejado encima de la mesa, he intentado “colocarle” unas gotas de colonia mientras huía por el pasillo y en esta tranquilidad he mirado el reloj, “venga que no llegamos” ha sido el grito final antes de enganchar la mochila. En el ascensor, y luego en la moto, he intentado mantener una conversación de vuelta al cole y lo bonito que es encontrarse con niños y niñas que no ves hace tiempo. Él insistía en lo rápido que se le han pasado las vacaciones.
Al llegar a la ikastola, bajándonos de la moto, nos hemos mirado y:
- “No te has peinado”, le he dicho suavemente.
- “Y así se repetirá los días siguientes”, ha contestado.
Sin peinar, se ha encontrado con un amigo y se ha dirigido a la entrada.
Agradecer al veranito su existencia y a los niños y niñas feliz vuelta al cole.
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