Llegamos el día 5 para estar más cerquita al día siguiente. El 6, hacia las 10:30, nos encontrábamos en la Plaza del Ayuntamiento a la espera de amigos y amigas donostiarras. En tres balconicos que amablemente cede mi familia pamplonica nos juntamos 27, de los cuales 8 eran navarros. Almuerzo y a esperar el chupinazo. Llevo años acudiendo y siempre me quedaré con la imagen de los pañuelos en alto y el sentir esa plaza roja por un día.
Gora San Fermin! y a por el vermutico. En el grupo, 12 eran los niños y niñas, así que recorrimos la Estafeta en plan colonia de verano, librando los baldes de agua que se arrojan desde los balcones. El vermutico en la Media Luna. La chavalería jugó al pañuelico. Uno de mis sobrinos disponía de un megáfono para gritar los números. Deciros que este megáfono ha sido la super venta de este año, cogiendo el relevo a las bolitas chinas del año pasado. Tenía canciones grabadas, tipo ¡oé, oé! y la posibilidad de grabar tus mensajes.
Imaginareis que 15 personas con 15 megáfonos pidiendo la ronda en un bar, resultara del todo complicado para quien debía atenderles.
También vimos los caballos del rejoneo que esperaban alrededor de la Plaza de toros. Esto es como la Fórmula 1. Varias super roulottes, alguna negra con el nombre de la ganadería en dorado y varios cuidadores peinando a los caballos, incluso si defecaban inmediatamente se limpiaban los excrementos, así como la zona trasera del caballo. Un caballo tuvo el placer de extender su miembro hasta lograr una medida considerable, sufriendo nuestros niños y niñas otro momentico pedagógico de estas tiestas. ¿Cuántas patas tienen los caballos? Y mientras alguno decía 4, la mayoría gritaba 5. Digo otro momentico pedagógico ya que imaginaréis lo visto y olido hasta el momento.
De ahí a la piscina. Por la tarde en busca de los kilikis. Vimos bailar a los gigantes en la plaza del Ayuntamiento y corriendo a las barracas. Una de sus grandes atracciones para nuestra chavalería es el Gran Prix. También hubo atracción de agua y otra que vas metido en una cazuela y haces un recorrido por el aire, cayendo por precipicios y girando al final de las curvas. El estómago termina de retorcerse en el Barco Vikingo. Uno de los componentes del grupo se animó a subir a una especie de grúa a 50 metros que se movía a 100 kilómetros por hora.
Serían las 22:00 cuando fuimos a cenar, para terminar en un hierbín viendo los fuegos. Nos hicimos amigos de unos de Carcastillo, nos preguntaron de que equipo éramos y dijimos que de la Real. Uno de ellos con una botella de sidra en la mano y una caja de las mismas en su interior, nos comentó que uno de su cuadrilla que estaba tirado junto a nosotros, lloró el día que bajo a Segunda. No recordando que esta pregunta ya la había realizado volvió a preguntar,“¿de qué equipo sois?”, y uno de los componente de nuestro grupo dijo en esta ocasión que de Osasuna y el gritó, “aquí un hombre de corazón”.
También nos explico que cuando explotan los fuegos en el cielo y se grita ¡ooooh! rápidamente debes aprovechar para abrazar a la chica que te acompaña, incluso es suficiente con que una chica este a tu lado y no te acompañe. En este caso no me extendí en la conversación ya que tendría que explicar cómo se ven los fuegos en Donostia. Se miran y se juzga al final, algún aplauso en su ejecución pero debidamente justificado. Estaba yo en este pensamiento cuando siento caer sobre mí a uno de Carcastillo, gritando ¡Ooooooooooooh!
Dos días más en Iruña para terminar el domingo en un concurso de lanzamiento de huesos de aceituna que organizaba una cuadrilla de Cieza (Murcia). Un pañuelico si el lanzamiento era superior a los 10 metros, una camiseta si se superaban los 15 y viaje a Munich si se superaba el récord mundial que esta en 21,32 metros.
Mi lanzamiento fue de 12 metros. Fui superado por Iñaki, también de Donostia, que realizó un lanzamiento de 15,71 metros y consiguió así el récord de esa mañana. Mi hijo me confesó que no pensaba que fuera capaz de lanzar más de 6-7 metros, pero lógicamente el campeón para él era Iñaki. Éste, al saber que éramos de Donostia, y viendo la mirada de mi hijo, le regaló la camiseta y se hizo un par de fotos con él. Eskerrik asko Iñaki. Quienes me acompañaban, ellas, dijeron “estaba claro que Iñaki era donostiarra” y preguntando yo por el motivo, contestaron “llevaba calzoncillos Clavin Klein”. En Iruña siempre hemos tenido fama de pijos en el vestir, deciros desde aquí que lo que no sabíais es que somos espléndidos lanzadores de huesos de aceituna.
En agosto son las fiestas de Carcastillo, nuestro amigo nos invitó a su pipote. Me lo voy pensando.
Esto contado y conociendo que la aceituna de Cieza es de la variedad mollar, así como que existe gente de buen corazón, decir:
GORA SAN FERMIN!!!!!!
Más cosas de Nando aquí.
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