Tengo ganas de que lluevan vacaciones y Nando también, por eso escribe de ello.
Vacaciones
De vacaciones íbamos todos los años al mismo lugar de vacaciones. Un mes, todo agosto, todo incluido (TI).
Este lugar estaba situado a 201 Km de nuestro lugar de residencia. El viaje duraba cuatro horas y media.
Partíamos con nuestro 850 biencargau (TI). Yo vestía un pantalón corto de espuma. Me sentaba en la parte trasera, al ladito del motor. A la hora de viaje, aproximadamente, la espuma del pantalón estaba totalmente integrada a mi trasero y mis muslos se habían pegado al escay marrón, material de tapicería utilizado en la época. La ausencia actual de vello en mi también parte trasera de los muslos creo puede ser el resultado del reiterado contacto con este material especialmente en la época estival.
Recuerdo realizar 6 paradas. Tres para apagar la sed del 850 (no recuerdo gasolinera alguna en el trayecto; durante años pensé que nuestro coche iba a agua). Una para revisar la correa (del coche también). Una intermedia para el bocadillo y una más para estirar las piernas. También recuerdo el sonido cuando mis muslos se soltaban del escay: ¡plaf!
Llegábamos para comer.
En este lugar había una plaza, un frontón, un río y una charca que funcionaba a su vez como lavadero.
Se respetaba al cura, (incluso le pagaban las letras del 600 tras solicitarlo desde el púlpito), al médico, al maestro y al veterinario. Era fácil identificarlos (había uno de cada).
Las chuches eran dos, el chupa chups y el flash golosina. El refresco uno, naranjada Konga.
Mi vehículo oficial era la bicicleta. Con frenada de pie y una dinamo que en contacto con la rueda me ofrecía la luz necesaria en horario nocturno.
Entre los veraneantes estábamos nosotros, dos familias de Bilbao (“los vascos”) y una de Santander.
La casa tenía dos plantas: una la compartíamos con un matrimonio ( para esa época llamados tío y tía) y otra, la planta baja, donde se encontraba el corral con gallinas, una cerda y una mula. En la entrada Juani, la perra.
Si llovía cogíamos caracoles; si sol hacía, moras. Teníamos zapatillas para el río y algunas noches mientras los mayores jugaban al siete y medio, a nosotros nos dejaban estar en un banco de la plaza o jugar al petaco.
Acudíamos a la llamada de las campanas y del pregonero. Una vez a la semana llegaba pitando el pescatero y todos los días al atardecer el autobús de línea que venía de la ciudad provocaba una reunión en la plaza del pueblo. Llegaban las cartas.
Mi hijo de siete años no tiene lugar de vacaciones (cada año cambiamos). Tenemos el carnet de parques temáticos completo y el de aquariums y zoológicos también. Conocemos costa y montaña. Pequeñas localidades y ciudades. Si le preguntas “¿………..te acuerdas?”, no recuerda nada. Tenemos que ir al ordenador donde todo está clasificado.
Entiendo que con tanto cambio no se acuerde. Yo hace unos años me acordé de mi lugar de vacaciones, pero no quise volver. Alguien me comentó que había un hotel, el frontón había sido pintado y construida una zona residencial donde vivían los de Bilbao que se casaron con las hijas del médico.
Este año volveremos a cambiar, 10 días 9 noches en régimen MP.
Comentarios
Escrito por: Belén.2006/06/30 10:57:51.772000 GMT+2
Escrito por: JOSE LUIS MAYOR.2006/06/30 13:14:10.463000 GMT+2
jose