Viernes a la tarde. Cojo el autobús camino del trabajo. El trayecto es corto, pero he de cambiar de vehículo. He tomado dos decisiones: llevarme el bolso pequeño, en forma de bandolera, y un libro. La primera decisión hace que el segundo se convierta en un librito.
Miro entre los libros pendientes de lectura en casa y opto por una plaquette de poesías. Es un cuaderno impreso de manera artesanal, 300 ejemplares firmados y numerados por el propio autor. Los poemas son urbanos, algunos de ambiente nocturno. Se ve que el tipo es melómano. Están bien.
Lo que más me llama la atención es la nota sobre derechos de autor, situada al comienzo de la publicación pero que yo he leído al final. Dice así:
"Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público."
Después de leer un fragmento así, es necesario tomar aire y levantar la cabeza. Estoy ya en el segundo autobús. Delante de mí hay una chica joven, alta y guapa (el orden de los adjetivos es aleatorio). Le miro, de reojo, su rostro y veo que una gran lágrima se desliza por su mejilla. No digo nada. No pregunto nada. Por pudor. Me decido a mirar por la ventana.
Recuerdo el artículo de Luistxo Fernandez que leí la víspera en Irutxuloko Hitza. Titula Luistxo su columa Creative Commons euskaraz y partiendo de la reciente traducción de estas licencias copyleft, hace su particular reflexión al respecto.
Me pregunto yo qué ganará este poeta poniendo semejante nota criminal al inicio de su obra. Sí, ya sé que son habituales este tipo de textos, pero resulta chocante leerlo en algo tan underground.
Creo que conviene reflexionar sobre ello. Mientras tanto, me quedo con la bella lágrima de la chica y con un radiante día de sol primaveral.
Nota: Este blog es copyleft.
Comentar