Han pasado ya cuatro años de la muerte de Javier Ortiz. Cuatro años que dan ganas de llorar. Hoy, sin embargo, hablaré de la Real y se lo dedicaré a Ortiz. Porque fue una sorpresa leer en uno de sus primeros apuntes del Diario de un resentido social una nota sobre fútbol coronada con un Aúpa la Real. Fue a finales de julio de 2000.
El pasado viernes por la tarde, en el Museo de la Real Sociedad se presentó el libro Mi abuela y diez más de Ander Izagirre. Fue un acto sencillo y distendido (falló la megafonía, pero nadie se puso nervioso) y en el que todas las personas presentes salimos con una sonrisa en la boca.
Ander Izagirre cuenta su relación sentimental con la Real en un opúsculo que se lee en 90 minutos (como dice Jurdan). Es decir, lo que dura un partido.
El primer recuerdo de Izagirre lo ata a la Real campeona de los primeros ochenta y el mismo viernes se cumplieron 32 años de aquel hecho. Desde entonces, Ander se ha tragado muchos partidos. A veces solo, otras con sus amigos y no pocas veces con la familia (esa adorable amona Pepi).
Ander dice que es más realista (de la Real) que futbolero. Yo creo que no ando lejos de esa idea, aunque creo que me gusta el fútbol algo más de lo que Ander confiesa.
Mikel Ayestaran también se ha leído el libro. Y le han entrado ganas de escribir sobre el realista que lleva dentro. Dice Mikel que su padre no era futbolero. El mío tampoco. Yo diría que sólo me llevó una vez a un campo de fútbol. Al Stadium Gal. Fui a ver un partido del primer equipo del Real Unión en el que jugaba un tapón de 15-16 años que se llamaba Roberto López Ufarte. Yo tendría 5 o 6 años. Creo que el Unión estaba en Preferente.
No recuerdo tener ninguna camiseta de la Real cuando era crío. Sí que me regalaron una del Barça, con el 9 que entonces vestía Cruyff.
Fue el triunfo lo que me unió a la Real, a aquel equipo entrenado por Ormaetxea. El primer campeonato conseguido el 26 de abril de 1981 en El Molinón del Sporting de Gijón. El segundo logrado el 25 de abril de 1982 en Atotxa, contra el Athletic. Pero pronto aprendí que pocas veces venían juntas las palabras Real y campeona.
Si mi memoria no me falla, el primer partido que vi en Atotxa fue uno jugado entre el Sanse y el Bilbao Athletic. De los nuestros, sólo me acuerdo de Iturrino. De los vizcaínos, del portero Iru y de los hermanos Salinas. Creo que el Athletic subió a Segunda un año después.
A comienzos de los 90, alguien me dejó un pase para ver a la Real. ¿Contra el Valencia? No se me ha pasado aún esa sensación de contemplar las reacciones de la gente como vaca que mira el tren.
Me hice socio en 1992 o 1993, una temporada antes de mudarnos a Anoeta. Desde entonces, la Real solamente ha ganado un título oficial: campeona de Segunda División en junio de 2010. He visto algunos buenos partidos en Anoeta, pero un porrón de partidos de mala muerte. Ha habido partidos en los que al disgusto por el espectáculo ofrecido la reacción de la gente añadía un poquito más de sal en la herida.
Me di cuenta de que era más de la Real que futbolero cuando el equipo, y nosotros con él, bajó a Segunda. Aquellas tres temporadas apenas seguí lo que pasó en Primera. También me gusta ver al Sanse de vez en cuando, en alguna ocasión incluso ha caído algún partido de los juveniles y tengo pendiente ver a las chicas.
He citado al Sanse. Le he visto disputar varios encuentros contra el Real Unión. Y, aunque yo mismo me sorprendía, he preferido que ganaran los blanquiazules.
Hace dos años, el 27 de abril de 2011, el equipo entonces dirigido por Lasarte le ganó al Barcelona. Aquella victoria, y un agónico empate contra el Getafe, fueron trascendentales para que la Real no bajara entonces.
Hoy, 28 de abril, la Real juega contra el Valencia en Anoeta. Si gana, tocará con los dedos la posibilidad de jugar el próximo mes de agosto una eliminatoria que le permitiría competir en la Liga de Campeones 2013-2014.
Javier Ortiz era de ambos equipos, del Valencia y de la Real. Espero que desde Jamaica anime hoy más a los nuestros.
Amén.
Javier eta hamar gehiago, este apunte en castellano.
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