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2022/01/15 10:10:00 GMT+1

El ruido de los carros de bueyes

Hace unas cuantas semanas Oier Aranzabal entrevistó a Xabier Erkizia, pero ha sido esta semana cuando he escuchado el diálogo. Me resulta difícil definir a Erkizia, pero digamos que se autodefine como cazador de sonidos. Es un investigador y activista en ese campo.

A partir de los 28 min 30 segundos del audio, tenéis el extracto que he transcrito primero y traducido posteriormente del euskera al castellano. Allá va.

Oier Aranzabal: «Xabier Erkizia tiene su propio micrófono para cada tipo de sonido en una maleta negra. Y así graba volcanes, hace grabaciones bajo tierra o rastrea el ruido de los carros de bueyes. Precisamente, tiene un documental titulado O Gemer sobre estos sonidos (de los carros), presentado en el Festival Cine de San Sebastián de 2021».

Oier Aranzabal: Voy a citar varios sonidos. Empezaremos con O Gemer. El ruido de los carros de bueyes. ¿Cómo cazó tu trampa el ruido de los carros?

Xabier Erkizia: Había una historia que me contó el abuelo. En algún momento de la Guerra Civil, siendo él todavía un crío, le adjudicaron un carro que portaba cadáveres. ¿Recuerdas la película Vacas de Medem? Pues algo parecido. Eso es lo que yo elaboré en torno a esa historia, pero él lo contaba desde y como niño, y no sé hasta qué punto es una fantasía, pero el ruido de los carros valía para el frente, y desconozco en qué frente estuvo mi abuelo, porque en Navarra no hubo. Debía de haber un sonido que propiciaba una tregua en ambos lados, porque los cadáveres no tienen bando, y entonces, cuando pasaban los carros llenos de cadáveres, ese ruido valía para que ambos bandos pararan durante un momento.

Luego, lo vi clarísimo cuando leí el Viaje a los Pirineos de Victor Hugo. Hay un capítulo que cuando Koldo Izagirre lo tradujo al euskera no le puso ese nombre (Viaje a los Pirineos), sino Idi orgaren karranka (El chirrido del carro de bueyes). Es el único título que cambia de manera atrevida. Y alguna vez que he hablado con Koldo al respecto me dijo jakina! (por supuesto).

En ese cuaderno, ese capítulo es totalmente distinto. El resto es una crónica de viaje, una crónica escrita en el estilo de la época. Creo que Victor Hugo es consciente de que esa crónica va a ser leída y que los cronistas que vengan por detrás la tendrán en cuenta.

El diario cuenta todo el viaje: Burdeos, Baiona... Y, de repente, al pasar la frontera, no describe el paisaje ni nada por el estilo, únicamente el ruido que hace un boyero con el carro, y cómo sus acompañantes de la diligencia se tapan los oídos. Victor Hugo tuvo una especie de Stendhal schock. Luego supe que su padre era militar, y que en su infancia estuvo por San Sebastián. Entonces escuchó por vez primera aquel ruido y, al escucharlo de nuevo 40 años después, fue como un golpe para él.

En ese texto buscaba crónicas sonoras, grabaciones de épocas en las que no había grabadoras. Los escritores románticos gastan un buen número de palabras para describir el sonido: era una manera de describir los lugares. Cuando llega la radio, cuando llega el cine, ese ya no es cometido de la literatura y se centra en la acción, convirtiéndose la novela en el género principal. Ahora vuelve la descripción, pero hubo una época en la que quedó al margen.

Fue en este sentido que entendí a Victor Hugo como activista sonoro.

Luego se me han complicado muchas cosas: he ido a un sitio, buscado y encontrado a una persona, he pasado una semana en su casa y, finalmente, el carro no hacía ruido... De allí me fui a Galicia, y me pasó algo parecido con otra persona... Una sucesión de frustraciones. Y la frustración es droga pura, para mí al menos: si voy a un lugar y no lo consigo, eso es un acicate para mí.

(...)

Creo que hay una relación muy hermosa entre las ciudades y los carros. Y ahí se produce un cambio, un cambio del paradigma cultural de la escucha. Cuando el motor y la industria llegan a las ciudades, y se convierten en el principal motor económico de las mismas, estos códigos son expulsados. También hay otras cosas, que yo acabo de ver en Brasil, en Trinidad concretamente, en la romería gigantesca que celebran cada año. A continuación deben asfaltar las carreteras, porque los carros levantan el asfalto.

(...)

La industria moldea otro retrato de la ciudad. Y si nosotros hemos aceptado en el siglo XX que haya tráfico urbano las 24 horas del día, probablemente tenga relación con la economía. Ahora vamos hacia otros tipos de modelos económicos y el tráfico urbano comienza a silenciarse poco a poco. Hay un libro clave de Jacques Attali, Ruidos, que aún sorprende, a pesar de estar escrito hace más de 40 años. Cada sociedad será identificada por sus ruidos. Attali es economista y no analiza desde un punto de vista musical o cultural: no, no, lo hace desde un punto de vista económico. Es un libro muy concreto e interesante.

Por tanto, el chirrido del carro de bueyes marca un paradigma: la llegada de la industria. Si no recuerdo mal, fue en 1834 cuando en Bilbao prohibieron el acceso de los carros de bueyes a la ciudad.

Es más, en Roma, en la época de Julio César, la primera política contra la polución sonora se debe al ruido de los carros de bueyes. Y yo no he encontrado la ordenanza, pero sabes de ella si lees a los clásicos: Ovidio, Virgilio... Aparece su impotencia. Escriben por la tarde, al anochecer. No pueden con el ruido de los carros de bueyes y optan por abandonar Roma. Julio César prohibió el acceso de los carros hasta las 4 de la tarde. Es decir, de día la ciudad, la economía, no tenía necesidad de soportar eso. Por tanto, limitaron el horario de los carros.

En Vitoria nos encontramos también con una ordenanza similar (a la de Bilbao). Porque llegaban muchos carros desde la Rioja. Creo que fue Humboldt quien dijo que, debido a ese ruido, no se quedaría a vivir en Vitoria ni harto de vino.

Un carro de bueyes por la Gran Vía de Bilbao

Xabier Erkizia: En el caso de Bibao, me topé con una crónica de finales del siglo XIX donde un carretero, a sabiendas de que los carros de bueyes no podían acceder a la ciudad, entró directamente a Bilbao, fue al ayuntamiento y pagó la multa, una multa de 25 pesetas. Luego se paseó con el carro totalmente vacío por las calles de la ciudad, sin nada que comprar ni que vender, con un punto reivindicativo y de chulería. Será difícil que encuentres alguien más activista que él. Afortunadamente, unos años más tarde, tuve la oportunidad de hacer algo parecido en Bilbao. Costó lo suyo, porque era un encargo de Azkuna Zentroa, pero yo no quería que nadie lo supiera: ni la policía, ni la prensa...

Oier Aranzabal: ¿Te pusieron la multa?

Xabier Erkizia: Me la pusieron. Vinieron los municipales, como escolta, para retirar los excrementos de los animales. Fue muy hermoso todo. Encontré un carro en Lekeitio y lo llevamos a Bilbao en un camión para pianos. ¡Ma-ra-vi-llo-so! Ver un carro de bueyes bajar de un camión para pianos.

Los municipales: Tenemos que dejar el camión para que recoja los excrementos de los bueyes.

Alfonso, el carretero: Eh, eh... Que mis bueyes no cagan. Vienen cagados de casa.

Y fue así: ni mearon ni cagaron en toda la ciudad.

Si ponen un coche de los municipales para recoger la mierda, eso parece una cabalgata de reyes, una comparsa.

Y convencí a los municipales. Afortunadamente, el que estaba al mando, ya en Abando, me dijo: «¡Qué historia tan preciosa! ¿Quieres que te multe? Ja, ja, ja. Pues te multo ahora». Me puso la multa, poniendo la matrícula de su época, y organizó las cosas para que no se viera a la policía en todo el trayecto.

Desviaron el tráfico por Moyua y el carro circuló en solitario por la Gran Vía.

Oier Aranzabal: ¿Y la gente?

Xabier Erkizia: La gente salía del Corte Inglés con el ruido del carro.

Sucedió algo curioso. Yo no sabía que en aquel momento se estaba disputando un maratón en Bilbao. Y si nosotros teníamos que salir a las 12, pues la carrera terminó en el Arriaga a las 11:30, cuando nosotros salíamos de Abando. Fue una casualidad, pero tras el reparto de trofeos, nos topamos con los periodistas que volvían a sus redacciones preguntando «¿esto qué es?», porque «igual va a informativos». La pregunta era «¿por qué?». Y yo les dije que no, que no había nada que decir, que aquello sucedió de aquella manera como homenaje a aquel activista.

Podéis escuchar toda la entrevista aquí: Xabier Erkizia, Barruan gaude.

Podéis ver en acción a Xabier Erkizia en este corte de un minuto y pico en el programa Bigarren Kafea de Naiz Irratia.

Idi-gurdien hotsa, apunte hau euskaraz

Escrito por: iturri.2022/01/15 10:10:00 GMT+1
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2022/01/09 21:05:00 GMT+1

Luego ya se verá

Esta mañana de domingo lluvioso me he levantado más tarde de lo habitual. Mientras desayunaba, he sintonizado Euskadi Irratia en la radio de la cocina. Amarauna ha arrancado con un reportaje sobre personas sin hogar.

Los Ayuntamientos de Bilbao y de Vitoria-Gasteiz han decidido poner unas vallas para impedir el acceso a las personas que dormían en las canchas del barrio bilbaíno de Atxuri y en los alrededores del Conservatorio de Vitoria. Ese ha sido el primer reportaje matinal.

Luego el marroquí Jauoad nos ha contado cómo han conseguido recaudar con bastante rapidez el dinero necesario para repatriar el cadáver de un senegalés de 59 años muerto recientemente en Irun. Se llamaba Moussa y debía de parar por la zona de Ficoba. Su intención no era cruzar la frontera. Han dicho que era una buena persona, que normalmente se guardaba y repartía la mitad de lo que recibía entre personas que estaban aún en peor situación.

Me ha dado que pensar el compromiso y la ética de este hombre.

Y he recordado que un amigo nos pidió 50 euros como referencia para una colecta reciente. Nos juntamos unas cuarenta personas y recaudamos el dinero con relativa facilidad. Para gente como yo eso es lo que te vas a gastar en una comida en un restaurante un domingo cualquiera. Pero entre las personas participantes había una cuya situación era bastante más precaria. Y puso 30 euros. Nuestra impresión fue que esa persona, proporcionalmente, había puesto más que todas las demás juntas.

Para muchas personas vivimos en un infierno. Y sí, hay muchas cosas manifiestamente mejorables, pero todavía hay migrantes que quieren venir aquí en busca de un futuro mejor.

Es el caso de Carmen, quien llegó hace varias semanas a Grecia. Hizo un par de intentos para volar desde allí a Barcelona, pero la policía y el personal aeroportuario frenaron su sueño.

Esta misma semana hizo una tercera intentona, esta vez en autobús, pero la policía le echó el alto cerca de la frontera con Bulgaria. Y ahí empezaron los problemas.

Porque el contacto con la familia se volvió intermitente, ya que la policía la cambió varias veces de sitio y en esos traslados le quitaba el teléfono móvil. Añadamos a eso que Carmen no habla griego.

Tras dos o tres días bastante malos, finalmente han conseguido contratar los servicios de un abogado de confianza, y parece que las cosas comienzan a enderezarse, pero eso se sabrá el lunes. O sea mañana.

El primer objetivo es arrancarla de las garras policiales y conseguir que vuelva a ser libre.

Luego ya se verá.

Gero gerokoak, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2022/01/09 21:05:00 GMT+1
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2021/12/30 09:00:00 GMT+1

Jugarse la vida en la frontera vasca

Reportaje que ha publicado la pasada semana la revista Argia: Hil ala biziko muga Euskal Herrian. Escribe Jenofa Berhokoirigoin, ilustra el fotógrafo Gari Garaialde.

Me ha parecido un buen reportaje trabajado a ambos lados del Bidasoa para ver cómo es el complejo mundo institucional y qué hacen algunas asociaciones locales.

Allá va la traducción.

Una frontera a vida o muerte en el País Vasco

Europa se está blindando ante los migrantes. Además de las fronteras externas, tiene un buen número de fronteras internas llenas de policías o directamente cerradas. Entre ellas, la que hay entre Irun y Hendaia. Siendo una cuestión de vida o muerte continuar la marcha, miles de migrantes ponen su vida en riesgo tratando de cruzarla. Al menos siete personas han muerto aquí en el 2021. Hemos hablado con el Ayuntamiento de Irun, el Gobierno Vasco y Euskal Hirigune Elkargoa (Comunidad de Aglomeración del País Vasco) para saber cuáles son los pasos a dar para que no se produzcan más dramas. Para ilustrar las páginas, los lectores pueden disfrutar del trabajo del fotoperiodista Gari Garaialde.

El eritreo Tessfit, 21 años; el costamarfileño Yaya, 28 años; el guineano Abdulaye, 17 años; un costamarfileño desconocido, 28 años; Mohamed, Fayçal y una tercera persona no identificada, 21, 23 y 30 años, los tres argelinos. Al menos siete personas han fallecido en el 2021 intentando pasar la frontera administrativa que hay entre Irun y Hendaia. Los siete son extranjeros, los siete vinieron a Europa en busca de un futuro mejor, los siete se vieron abocados a asumir riesgos a vida o muerte para esquivar los controles policiales.

"El Mediterráneo era evidente; ahora tenemos un nuevo cementerio de inmigrantes en la zona de los Pirineos, como también en la frontera entre Italia y Francia, y la Mancha". Son palabras de la abogada Claire Rodier. Lucha por los derechos de las personas migrantes tanto en las calles como en los tribunales, desde la asociación Gisti, que canaliza la información y el apoyo a los inmigrantes, y desde la estructura Migreurop, creada para seguir de cerca las políticas migratorias de Europa.

Nos hemos puesto a mirar lo que está pasando entre Irun y Hendaia, porque si nada cambia, se van a producir más muertes: ¿cuál es la realidad actual? Estando la política de asilo y migración en manos de la Unión Europea y de los Estados, ¿qué hacen las instituciones locales que están en primera línea? ¿Qué hacen, qué no hacen, y qué pueden hacer? Desgraciadamente, porque las palabras hermosas no suavizan las rápidas aguas del Bidasoa ni las pendientes de las laderas montañosas. En torno a estas preguntas hemos charlado con Xabier Legarreta, director de Migración y Asilo del Gobierno Vasco; Joseba Erremundegi, vicepresidente responsable de las relaciones transfronterizas de la Comunidad de Aglomeración del País Vasco; Kotte Ezenarro, alcalde de Hendaia; y David Nuño, concejal de la mayoría gobernante en el Ayuntamiento de Irun. Hemos hablado también con Josune Mendigutxia, de la Red de Acogida de Irun, que conoce de primera mano la frontera, ya que casi todas las mañanas se reúne con inmigrantes en la plaza San Juan de Irun.

Ibrahima, Aden, Abdoulaye y Oumar, cuatro jóvenes guineanos intentando cruzar la frontera. / Gari Garaialde ( CC-BY-NC-ND )

El cierre fronterizo no frena la migración...

Una fría y lánguida mañana de diciembre, la Red de Acogida asesora a una quincena de jóvenes: les enseñan dónde se sitúan exactamente en el mapa de Europa, les informan sobre los riesgos de las diferentes vías, les explican cuál es el procedimiento para solicitar asilo, les dan consejos sobre cuál es la actitud ante la policía... Les ha venido de nuevo, desesperado, un costamarfileño que estuvo con ellos hace unos días. Le paró la policía en Baiona, y vuelve a estar aquí, al otro lado de la frontera administrativa. Hizo la travesía por el monte hacia el País Vasco francés. A la pregunta de cuántas horas tardó, se toca una a una todas las puntas de los dedos de ambas manos: pasó toda la noche caminando por el monte.

"El cierre aún en vigor de determinados puntos de paso no disuade en ningún caso la salida de esas personas". Lo podemos leer en el documento suscrito a finales de noviembre por el presidente de la Comunidad de Aglomeración del País Vasco, Jean-René Etchegaray, y el lehendakari del Gobierno Vasco, Iñigo Urkullu. Expresaron su "dolor" y su "máxima inquietud" tras el último drama ocurrido en el Bidasoa. No son habituales las declaraciones de ambas instituciones, y eso ya es prueba del tamaño del problema. Solicitan tanto a la Unión Europea como a los Estados miembro "garantizar la seguridad del paso" de estas personas migrantes en tránsito.

Francia cerró en marzo de 2020 la frontera administrativa entre el norte y el sur del País Vasco por la pandemia del coronavirus, y desde entonces continúa cerrada por la "amenaza terrorista" y para "dificultar la inmigración clandestina". Es decir, intensifica los controles que estaban en vigor desde noviembre de 2015 por los mismos motivos. Sin embargo, y gracias al espacio Schengen, la libertad de movimiento se da desde 1995. Aunque ya parece cosa del pasado, porque la excepción que recoge la normativa Schengen se ha convertido en la nueva norma. De hecho, el control de las fronteras internas puede restablecerse en circunstancias "excepcionales". En eso estamos. "La petición de exención debe ser regularmente dirigida a la Comisión Europea, y ya sea la inmigración irregular, la lucha contra el terrorismo o como medida sanitaria, Francia siempre tiene una excusa a mano. No hay ya principio de libertad de circulación en el espacio Schengen, y claro, los inmigrantes son los que más sufren el control fronterizo ", dice la jurista Rodier. Como no podía ser de otra manera, el principio de no devolución garantizado por el Convenio de Ginebra es pisoteado en la mayoría de los casos, como lo prueba el testimonio del costamarfileño arriba citado.

Este es el nudo gordiano que está en la base, y las instituciones locales tienen poca capacidad de influencia ahí, porque la decisión sobre las fronteras no depende de ellas. "No es nuestra competencia, somos portavoces de las demandas ciudadanas y de los dramas que sufrimos en nuestro territorio, pero no somos escuchados". Son palabras del alcalde de Hendaia, Ezenarro, y la sensación es la misma al otro lado de la frontera: "España nos escucha, pero los otros Estados no nos tienen en cuenta; Europa tiene palabras bonitas, pero son palabras vacías", según Nuño, concejal de Irun.

Como consecuencia del cierre fronterizo, tenemos también la presencia de la mafia de pasadores. Eso es algo obvio en Irun. Hay de todo, pero cruzar la frontera Irun-Hendaia cuesta unos 150 euros. Aunque Rodier lo tiene claro, y los cargos electos también están de acuerdo con esta afirmación: "Los pasadores son pan bendito para Francia, les sirven para completar su falso discurso. Huelga decir que los pasadores están ahí porque los pasos están cerrados".

La necesidad de presionar

No teniendo competencias, la periodista les ha preguntado si al menos presionan a quienes están en los centros de decisión. Responden todos que sí, que están en ello. Legarreta (Gobierno Vasco) menciona la carta remitida el pasado 22 de noviembre por la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, al ministro español de Asuntos Sociales, José Luis Escrivá, y afirma estar "aprovechando todos los espacios para incidir". También han pedido a Madrid una reunión de la comisión interautonómica, la cual no se ha reunido desde 2018. Nuño también va por el mismo camino: "Aprovechamos las herramientas que tenemos para presionar, como grupo ante los medios de comunicación, en el Parlamento Vasco a través de nuestros parlamentarios, nuestros diputados en el Congreso español y también en Europa gracias a nuestros europarlamentarios". La eurodiputada Idoia Villanueva entregó en agosto una petición escrita a la comisaria europea de Asuntos Internos, Ylva Johansson, denunciando la situación existente en Irun y Hendaia. A la pregunta sobre las medidas de presión ejercidas, también responden afirmativamente los representantes de Iparralde. Ponen como ejemplo las declaraciones y documentos publicados tras las muertes de los inmigrantes. Sin embargo, la periodista ve en estas respuestas más "interpelación" que "presión". La presión sería hacer la interpelación de forma repetitiva e insistente. Sin embargo, Erremundegi y Ezenarro hablan de algunas acciones concretas.

Un voluntario señala dónde está la frontera del Bidasoa a un migrante que acaba de llegar a Irun. / Gari Garaialde ( CC-BY-NC-ND )

La Comunidad de Aglomeración del País Vasco pondrá en marcha un estudio jurídico

La Comunidad de Aglomeración del País Vasco está a punto de iniciar un estudio jurídico sobre la legalidad de los controles policiales a los que están sometidos los inmigrantes. "Suponemos que existen bases jurídicas para concluir que estos controles son denunciables e inconstitucionales". Eso es lo que quieren demostrar, teniendo como objetivo garantizar un paso seguro a los sinpapeles: "El objetivo de este paso jurídico es hacer presión. Queremos que los inmigrantes puedan coger los transportes públicos. Evidentemente, no podemos ofrecerles autobuses especiales; sería demasiado peligroso porque sería 'poner en bandeja' los inmigrantes a la policía y la Comunidad estaría en la ilegalidad. Nuestro objetivo es conseguir una vía segura. Con Pausa [albergue creado en el 2018 en Baiona para que las personas en tránsito puedan descansar unos días] se consiguió algo así como un acuerdo; ya que Etchegaray se comprometió y asumió responsabilidades al margen de la ley -no en la ilegalidad, pero sí en la alegalidad-. Eso también es una forma de presión".

Ezenarro habla asimismo de una propuesta realizada al alcalde de Irun para realizar un acto de desobediencia: subirse los alcaldes de Irun, Hondarribia y Hendaia a un autobús con inmigrantes, y cruzar la frontera, avisando a los medios. Pero la idea no le satisface: "Claro que sería preciosa la foto, los tres alcaldes y los inmigrantes en manos de la policía, pero al día siguiente tendríamos el mismo problema. A mí no me interesa la foto, me conmueve el problema". El alcalde de Hendaia cree que hay que interpelar al Estado francés, porque el problema fronterizo se decide en París: "Es muy simple y racional lo que podemos hacer: interpelar a los Estados. Los pueblos fronterizos tenemos el hábito y la tradición de la acogida, lo sabemos hacer, pero hoy en día la cosa no va por ahí". A finales de noviembre, los alcaldes de Hendaia, Irun y Hondarribia redactaron un documento conjunto en el que pedían a la Unión Europea y a los Estados miembros "abordar esta problemática de una manera global".

Si no hay otra, acogida digna

"Por supuesto, no pueden hacerles cruzar la frontera ilegalmente, pero las instituciones locales pueden ofrecer una acogida digna: asegurar el refugio, permitir la circulación, sostener las estructuras que están canalizando la ayuda. Todo esto sirve para aliviar algo las dificultades y es mucho cuando están en la ruta", según la jurista. Además, dice que también influye políticamente porque sirve para mitigar algo la política "violenta y obstructora" de la Unión Europea. La acogida digna es prioritaria para el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de Irun, y está siendo gestionada a través de la Mesa de Coordinación Interinstitucional, organismo donde están presentes el Gobierno Vasco, las tres diputaciones forales de Euskadi, los ayuntamientos de las tres capitales más Irun y Hondarribia, la Delegación de Gobierno española, la Ertzaintza, la Cruz Roja, Cear-Euskadi, SOS Racismo y Médicos del Mundo. Tienen elaborado un plan especial de contingencia con infraestructura necesaria para atender a 500 personas.

Según Legarreta, hasta el 21 de noviembre habían pasado por este servicio de acogida 6.887 inmigrantes en 2021 -el primer año, 2018, fueron 5.837 personas; en 2019, 4.244; en 2020, 3.493 personas-. Oficialmente, los inmigrantes pueden disponer de tres días -pero no todos, porque hay que cumplir una serie de requisitos; entre otros, llevar menos de un año en el Estado español, no haber sido un menor de edad no acompañado...-. El plazo de tres días es discutible, sabiendo que la frontera está cerrada, y que los inmigrantes lo intentan pero no pueden cruzarla. La Red de Acogida de Irun reprocha a las instituciones que definan a la persona migrante de forma "restrictiva y perjudicial", a sabiendas de que con estos criterios algunos migrantes pasan noches en la calle. "¿Una acogida digna? No para todos. No miento, porque no tengo ningún interés en ello; el año pasado dije '¡chapeau!' porque se les ofreció una acogida digna, pero este año no puedo decir lo mismo". Legarreta rechaza esa crítica: "El 97,7% de los que llegan a nuestros recursos cumplen el perfil, frente al 2,3% que no lo hace. Estamos limitados porque es el Gobierno español quien decide el perfil. Las críticas que se hacen al Gobierno Vasco no las entendemos, porque saben muy bien de quién es la decisión". Quienes consiguen cruzar la frontera administrativa pueden pasar unos días en Pausa (Baiona), recuperándose, antes de seguir recorriendo Francia.

La Comunidad de Aglomeración del País Vasco acaba de incorporarse a la Mesa de Coordinación Interinstitucional para mejorar la acogida con una mejor información y coordinación. Este año la mesa se ha reunido en tres ocasiones, la última en junio, y todavía no se ha dado a conocer la fecha del siguiente encuentro. Aunque la relación telefónica es habitual, no parece que los últimos fallecidos hayan hecho necesario una reunión cara a cara.

A estudio la posibilidad de acudir a la Comisión Europea

La Comisión Europea tiene el estatus de 'observadora de convenios', porque vigila que los Estados miembro respeten la legislación europea. Según Rodier, las asociaciones han recurrido en varias ocasiones a ella al considerar que el control francés de las fronteras pisotea la libre circulación en el espacio Schengen. De momento, no han recibido respuesta, pero, según dice, sería "interesante" que las instituciones directamente afectadas por la frontera entre Hendaia e Irun acudieran a la Comisión Europea: "Tendría más efectos, al menos políticamente".

Al comentar la idea con los electos, puede que haya voluntad de transitar este camino. Ezenarro es el que más claro habla: "En la concertación con las asociaciones, tendremos que ir a Europa necesariamente. Es una situación demasiado cruel para quedarse sin hacer nada. Si los alcaldes queremos influir en Europa, tendremos que ser muchos en las calles, en los tribunales y donde haga falta". Nuño también dice que están estudiando la vía judicial, pero no ha querido dar más detalles.

A la hora de hablar de las vías para presionar a los Estados y a Europa, Erremundegi se refiere también a la posibilidad de que la Comunidad de Aglomeración hiciera un llamamiento a la Liga Francesa de Derechos Humanos. Asimismo, Legarreta señala que son "ilegales" los "controles racistas" y las expulsiones efectuadas por la Policía francesa, y que actualmente el Estado francés no cumple los acuerdos internacionales, porque, entre otras cosas, "pasa por encima del tratado Schengen". Rodier dice que hay que tomarse un tiempo para estudiar seriamente esta vía.

En el País Vasco también sufrimos las dramáticas consecuencias de la política migratoria europea. Si tú tiras fuerte por allí, y yo empujo por aquí, sean electos o ciudadanos, hay que virar el rumbo de Europa. Porque si sigue tal cual, volverán a repetirse las muertes de ciudadanos que buscan una vida mejor.

Escrito por: iturri.2021/12/30 09:00:00 GMT+1
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2021/12/26 08:50:00 GMT+1

Música que amanse a las fieras

Ayer releí la entrevista que este verano Karlos Zurutuza hizo a Ahmed Rashid.

Rashid es un periodista y escritor que ha publicado varios libros y cientos de artículos sobre Afganistán. Nacido en 1948 en el Punjab pakistaní, tiene un libro sobre los talibanes publicado en el 2000 (Taliban: Militant Islam, Oil and Fundamentalism in Central Asia) que lleva ya más de 20 traducciones oficiales y que debe de estar cerca de los dos millones de ejemplares vendidos.

Mientras buscaba información sobre esta obra, he visto que Península publicará una edición actualizada en febrero de 2022: Los talibán.

Ahmed Rashid cuenta al comienzo de su libro un momento duro y desagradable que le tocó vivir en la primavera de 1997.

Los talibanes llevaban ya dos años y medio en el poder en Kandahar. Acababan de levantar la prohibición de jugar al fútbol y los miembros de la ONU decidieron arreglar la grada del campo de fútbol, destruida tras un bombardeo, con la idea de que los locales tuvieran una distracción más lúdica.

Pero los miembros de la ONU no fueron invitados a la inauguración. Y es que la reapertura del estadio estaba reservada para la ejecución pública de un hombre.

Acababa de llegar Rashid de Pakistán, y la también periodista Gretchen Peters intentaba entrar en el campo. Y sí que entró, pero al ser descubierta, esta mujer fue expulsada inmediatamente. Porque el espectáculo estaba reservado a 10.000 hombres, críos incluidos.

Abdulá Afghan, un joven de 20 años, era el reo condenado a muerte. Lo fue por haber matado a un vecino, Abdul Wali. Un familiar de este le dio tres tiros en (por) la espalda en una de las porterías del campo. Le remató con otros tres disparos mientras yacía en el suelo.

Al día siguiente, en los alrededores de Kabul, una muchedumbre alborotada lapidó a una mujer bajo la acusación de pretender huir del país con un hombre que no era pariente consanguíneo.

A través de Twitter, Zurutuza me ha dicho que el libro es de obligada lectura (un must) para conocer Afganistán. Esa es mi intención las próximas semanas.

Por favor, no dejemos solas a Malalai Joya y compañía.

He escrito estas líneas mientras escuchaba el delicioso podcast navideño de Ricardo Aldarondo.

En el programa se ha estrenado una preciosidad. Un tema con letra de Harkaitz Cano al que ha puesto música Joserra Senperena y cantado Mikel Agirre.

Todo ello con el propósito de que la música amanse a las fieras: Sendero a la cascada.

Piztiak otzantzeko musika, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/12/26 08:50:00 GMT+1
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2021/12/12 22:45:00 GMT+1

Otros tiempos

Esta mañana de domingo he leído a Mikel Irizar dando por acabada su etapa en la prensa, por lo menos en lo que se refiere a las colaboraciones fijas. Su primera aportación la hizo hace 33 años en Arrasate Press y su despedida la ha hecho en el medio que tomó su relevo, Goiena. Se ha retirado como comentarista, como opinador, pero aún seguirá en algún otro campo, aunque avisa que su retiro tiene ya fecha de caducidad.

Cuesta saber cuál es el momento adecuado para bajar el telón. Porque a veces es la necesidad o el empeño de algunos lo que te empuja, otras veces porque hay que llenar el frigorífico a diario, sin olvidarnos del ego, muchas veces insaciable.

Esta misma semana hemos tenido en las redes en euskera una campaña para dar visibilidad a las mujeres en Twitter. Leire Narbaiza y Goizalde Landabaso fueron quienes lanzaron el reto en la celebración del 20 aniversario de Sustatu. No sé qué resultados tendrá a corto plazo, pero seguro que a largo plazo será otro paso más para darle la vuelta a la situación.

Esta misma mañana he leído la entrevista que el periodista Ignacio Pato Lorente le ha hecho a Javier Pérez Andújar en El Diario. Le han otorgado el Premio Herralde y la excusa del encuentro fue la publicación en Anagrama de la novela merecedora de tal galardón.

Al ser preguntado sobre el presente, el escritor de 56 años responde:

«Eso es para la gente joven. Mi presente se acabó en el 73. Todo lo que me gustaba es antiguo. La gente joven tiene que crear un mundo nuevo. La pandemia es la constatación física de que ahora viene otra época. No digo que sea peor. La gente tendrá grandes retos, como salvar el planeta, lo harán a su manera y también se les acabará en cincuenta o cien años. Tengo la sensación de ser de los últimos de una generación, me ha tocado ver cómo se acaba esa época y sé que no voy a ver cómo empieza otra. Es como cuando se acaba la ciudad y viene el descampado y no hay otra hasta llegar a la siguiente. Yo me he quedado en ese descampado. Cuando dices que se ha acabado el mundo, la gente pone cara de pena. A mí me da lo mismo. No siento nostalgia, he escrito este libro, oigo los discos que me gustan y hablo con la gente que me cae bien».

Esta misma semana escribió Amatiño en su blog que Europa tiene que afrontar un futuro difícil. No tengo ni idea de lo que nos deparará el futuro (te llaman porvenir, porque no vienes nunca, el verso de Angel González que tanto citaba Javier Ortiz). Tiene pinta que económicamente hablando será complicado, pero cualquiera sabe, quizá nos tengamos que mover en otros parámetros, no en los actuales.

En qué seguir creyendo, le pregunta Pato y responde Pérez Andújar:

«En lo mismo que hemos creído desde el principio de la Humanidad. En la intuición, en la sensibilidad ante la injusticia, en el compañerismo, en el amor a la gente. No podemos dejar de creer a pesar de que vayamos de derrota en derrota. Que tampoco son derrotas, son maneras de estar en el tiempo».

La respuesta a las crisis actuales huele a autoritarismo rancio que echa para atrás, pero creo que esto no es nuevo. Porque ya sabemos que las cloacas de los estados rebosan siempre de mierda, tal y como rebosan de agua muchos ríos y lugares de la geografía vasca tras las últimas lluvias.

Ángel González escribió también un poemario titulado Sin esperanza, con convencimiento. Pues eso. Siempre podemos hacer algo que alegre, facilite o suavice las condiciones de vida de gente que te importa, sea de acá o de allá.

Y mira, ya sé que hay personas cercanas por las que no muevo un dedo. Porque hay pozos oscuros y profundos a los que conviene no asomarse.

Pero en el caserío de Sosola hoy ha habido doble parto. ¡Dentro vídeo!

Garaiak, apunte hau euskaraz

Escrito por: iturri.2021/12/12 22:45:00 GMT+1
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2021/12/07 13:30:00 GMT+1

Cuántos mundos caben en este

Voy a poner por escrito hoy una idea que lleva varios días rondando mi cabeza. Y cómo el blog es un buen instrumento para sacar las ideas que giran y giran por la cabeza, pongo hoy aquí estas líneas.

Le leí una vez a Atxaga que hay mucha gente que vive en el mismo sitio, pero no en el mismo tiempo. Hoy, como casi todo, diría que eso se ha acelerado, porque las diferencias crecen.

Estas líneas las escribo como persona privilegiada que soy en muchos aspectos. Soy consciente de ello.

Ahora que se apela a papeles y documentos varios (QR) en nuestra sociedad, me gustaría saber cuánta gente hay en Irun intentando pasar al otro lado. Son varios miles los que han seguido su camino, pero, desafortunadamente, algunos se han ahogado en aguas del Bidasoa.

Y es que son pocas las personas que como Ibrahima Balde no desean continuar su ruta hacia el norte. En su caso, porque murió su hermanito (miñan) y decidió quedarse al sur de los Pirineos (él ahora anda por Madrid).

Contaré hoy una historia de una persona que, aunque no ha llegado aún a Europa, esperemos que no tarde mucho en hacerlo, porque puede que para ella sea una cuestión de vida o muerte.

Quedaban pocos días para que terminara el mes de octubre cuando me llamó un amigo y me contó el caso. No voy a citar países, ni mucho menos nombres, porque la situación es la que es.

Nuestra protagonista es colaboradora de una política o activista bastante conocida en su país de origen. Ambas son mujeres. La líder (la voy a identificar así aquí y ahora) consiguió huir hace unas semanas y, afortunadamente, está sana y salva, a resguardo.

Años atrás, la colaboradora fue obligada a casarse con un hombre religioso. Ellas usan ese calificativo, religioso, pero nosotros diremos que es un hombre fanático.

Quedó embarazada y, aunque no era lo que el marido esperaba, nació una hija. Si la situación ya era complicada, se tornó aún más difícil. Porque el señor fanático pegaba a madre e hija. Además, amenazaba a su mujer con casar a la niña a la fuerza cuando esta tuviera 12 años.

A comienzos de 2020, el marido se marchó de casa por un tiempo, se fue de viaje, y dejó a madre e hija con un hermano suyo (del marido). La mujer aprovechó la situación para dejar su pueblo y abandonar el país.

Lleva casi dos años en su país de acogida, en una posición difícil, y allí ha pasado la pandemia del Covid. Ahora que su amiga (líder) está a resguardo, le ha pedido venir a Europa con ella.

La líder es conocida en Europa, y también en España. Ha recibido varios premios y reconocimientos. Escribimos a varias personas que, en su momento, tuvieron relación con ella contándoles el caso. A mí me tocó escribirle a un político cercano. Pero o no leyó el correo o anda muy ocupado dejando un bonito legado (actualización del 25 de diciembre: ha respondido a un segundo mensaje pidiendo disculpas. Aceptadas).

Ahora bien, en el camino siempre se encuentra gente buena, conocida alguna, desconocida otra. Aunque lo más probable es que haya sido alguno de los contactos de la líder quienes hayan conseguido remover la situación.

La cosa es que madre e hija consiguieron una entrevista en una embajada de un país europeo cuyo nombre no voy a mencionar. La primera cita fue a comienzos de noviembre. Un periodista bueno se ofreció y las acompañó.

La última semana de noviembre le dijeron que se acercara el primer día de diciembre con los dos pasaportes. Como somos unos perfectos desconocedores de la burocracia diplomática, pensamos que ese mismo día les darían el visado y podría salir inmediatamente de allí. ¡Pues no! Debe esperar entre diez y veinte días para que le devuelvan pasaportes y visados.

Espero (esperamos) que pasen las navidades en un sitio seguro.

Y sí, sé que su situación no es nada habitual, porque ella tiene buenos contactos que aceleran estos procesos demenciales, aunque a nosotros, qué decir a ella, todo le parezca eterno.

¿Cuánta gente habrá ahora mismo intentando pasar una frontera o estará en algún centro para migrantes con sus derechos pisoteados?

Zenbat mundu kabitzen diren gurean, lerro hauek euskaraz.

Actualización del 10 de diciembre. El amigo que se puso en contacto conmigo en octubre me ha dicho que madre e hija tendrán el visado listo a comienzos de la próxima semana. Lo cual es una muy buena noticia. Él se ha ocupado de comprar los billetes de avión para que puedan estar aquí en navidades. Varios colegas nos hemos juntado y estamos recaudando el importe para que el gasto sea más asumible. Si quieres participar, ponte en contacto conmigo.

Escrito por: iturri.2021/12/07 13:30:00 GMT+1
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2021/12/05 13:10:00 GMT+1

«El tesoro de Rafael Chirbes», por Elena Cabezalí

A comienzos de esta semana, se presentó la primera entrega de los Diarios de Chirbes en el Instituto Cervantes de Madrid. Silvia Sesé (directora editorial de Anagrama) condujo el acto dando los turnos de voz al resto de participantes: el periodista Manuel Rodríguez Rivero, Elena Cabezalí (patrona de la Fundación Rafael Chirbes) y Jorge Herralde (fundador y director de Anagrama).

Me gustó sobre todo la intervención de Elena Cabezalí.

Con la ayuda de la transcripción que ofrece Youtube, he pasado a escrito sus palabras. El título se lo he puesto atendiendo a lo que Elena dice al final de su intervención.

El tesoro de Rafael Chirbes

Empiezo con una cita del propio Rafa de su famosa entrevista con ABC del año 2013 («No hay riqueza inocente»): «Cuando yo me pongo a analizarme a mí mismo, no me entiendo si no entiendo mi tiempo. Y es que somos historia, es que no somos más que historia».

Yo quisiera adoptar ahora el mismo punto de vista para hablar hoy de los Diarios de Rafael Chirbes, que son los diarios de su peripecia vital, y que adquieren pleno sentido y se entienden en relación con el momento histórico y la sociedad en la que van siendo escritos. Cuando relacionamos las dos cosas, el acontecer histórico con los diarios, nos aparecen claves fundamentales para comprenderlos. Así que empiezo por este camino.

En 1981, Rafael Chirbes se instaló en Madrid tras su vuelta de Marruecos. Había traído terminada su novela Las fronteras de África, que quedó finalista en el Premio Sésamo, y cuya publicación le prometieron pero no se la publicaron nunca. En el 82 encuentra por fin un trabajo duradero en la revista Sobremesa y en los siguientes cuatro años reelabora la experiencia vivida en Marruecos para escribir Mimoun.

En 1984, cuando Chirbes comienza a escribir sus diarios, están sucediendo cosas muy importantes que sacuden su conciencia y su sensibilidad. La generación revolucionaria del 68, a la que Rafael pertenece, está sucumbiendo en la vorágine de la Transición. Hace tan solo siete años de la muerte de Franco y mucha gente cercana está situándose en el nuevo panorama político, social y económico del país. Chirbes vive en Madrid el triunfo del PSOE en las elecciones del 82 y asiste a un espectáculo desolador, porque su generación, que había luchado contra el franquismo por la democracia, el socialismo y hasta el comunismo, se derrumba en la Transición de la peor manera. Muchos compañeros de generación de todas las procedencias pasan a ser destacados dirigentes políticos, altos ejecutivos, creadores de opinión... A los ojos de Chirbes, y de algunos más, están actuando como cómplices necesarios de la que Chirbes llamaba la «traición de la Transición», que perpetúa a los poderosos del franquismo, crea una nueva alianza en el poder y vuelve a dejar a los de abajo en la cuneta. Desde las proclamas de Solchaga sobre el enriquecimiento fácil hasta la Movida madrileña, todo tiene entonces algo de exhibición obscena del poder, mientras se van desmontando los movimientos sociales y las crisis se suceden.

En ese ambiente termina Chirbes Mimoun y comienza a escribir estos diarios.

Está empezando a madurar lo que será el ciclo de sus novelas generacionales. O sea, En la lucha final, La buena letra, Los disparos del cazador, La larga marcha, La caída de Madrid y Los viejos amigos; todas escritas en la España de Felipe [González], Aznar y Zapatero, antes de 2005, fecha en la que acaba este volumen de los diarios. Porque los siguientes volúmenes que están por publicar son los de la época en que se gestan Crematorio y En la orilla, novelas que transcurren ya en la nueva sociedad, aparecidas tras el infausto terremoto en la sociedad del mercado, de la depredación y la corrupción sin límites, de las mafias internacionales asociadas a la especulación financiera, de la modernidad neoliberal y de la crisis.

Empieza estos diarios porque ha decidido ser escritor y sabe que cualquier novela requiere mucho trabajo previo. Practica en ellos la escritura y los usa como almacén de materiales para enriquecer lo que escribe, porque le angustia que se le escapen las situaciones, los momentos, la lengua y también sus propias experiencias y sentimientos. Él mismo nos dice que estos diarios le proporcionan diálogos, anécdotas, «rebanadas de vida» las llama él, las voces, los relatos, es decir, materiales con los que elaborar las novelas.

Este trabajo de tomar apuntes y ensayar la escritura no es nuevo para él, porque Chirbes lo hizo siempre. Siempre escribió, y siempre en secreto, al menos desde que yo le conocí en el año 67. Y también años antes, según atestigua alguno de sus compañeros de internado. Él siempre escribía, aunque ya sabemos que su mantra preferido era decir «no escribo, no hago nada». La novedad está en que decidió conservarlo por primera vez todo en cuadernos.

En los siete años transcurridos entre su vuelta de Marruecos en 1981 y 1988, en que se publica Mimoun, el ambiente de Madrid agota su paciencia, tanto por los círculos literarios y de relaciones en los que se ve atrapado como por el ambiente social asfixiante, la detestable Movida, el desengaño amoroso y la locura nocturna. En los diarios hay una descripción de la movida estupenda que dice: «La Movida, el cancaneo, Nacho Cano, Tino Casal, la legión de niños-niñas de crema pastelera, hombre lobo en París, no controles, bailando / me paso el día bailando/ la coctelera agitando».

En 1988 se va a Valverde de Burguillos, un pueblo de Badajoz. Se aísla y se impone la tarea de resistir con una voz propia dentro de su generación, la tarea de contar qué está pasando. Comienza a poner en pie su enmienda a la totalidad a su propia generación.

La memoria es débil y tendemos a olvidar, pero para comprender estos diarios es imprescindible recordar ahora que su literatura fue reconocida antes en Alemania que en España, y que en España durante los 80 y los 90, las novelas de Chirbes eran consideradas no sólo políticamente incorrectas, sino de poca calidad para el canon literario dominante entonces, cosa de la que hoy en día todavía se reflexiona poco. Eran tildadas las novelas de antiguas, de pesimistas e incluso algún crítico dijo que le recordaban a Gironella. Su punto de vista independiente resultaba incómodo a izquierda y a derecha por insumiso con los relatos dominantes. Claro que eran tiempos en que Galdós era calificado aún de ganbancero, y la memoria histórica era todavía, incluso en los foros de la izquierda, una cosa de mal gusto, propia de resentidos. Hasta en Valverde de Burguillos, en la Extremadura de Rodríguez Ibarra, le persiguió el dedo acusador del caciquismo local.

En este contexto, Chirbes hace una ímproba tarea de resistencia, escribiendo una novela detrás de otra, y en esa resistencia, los diarios son imprescindibles, le ayudan a mantener en soledad un esfuerzo de lectura, de escritura, de formación y de pensamiento. Le ayudan a mantener la lucidez durante 30 años.

Lo que comienza como cuadernos de apuntes, va creciendo. El universo de Chirbes les va dando forma y los personajes, las tramas, la literatura, la vida se cuelan por las rendijas. Para los estudiosos de su obra no será muy difícil encontrar aquí esbozos y retratos de personajes y contenidos de las novelas y los ensayos.

También los diarios registran el trabajo constante de aprendizaje de un autodidacta, porque él era un autodidacta, y un esfuerzo por estar inmerso en los debates sobre la cultura, la literatura, la política o la economía. Despliega para sus análisis y juicios una enorme cultura literaria, histórica, geográfica, artística... que vemos crecer a lo largo de los años en los diarios.

En este primer volumen que ahora se publica, vemos al escritor trabajando en la trastienda desde los 34 a los 56 años, poniendo todas sus energías al servicio de un trabajo que abarca la vida entera. Le vemos leyendo incansablemente, escribiendo sobre lo que lee, escribiendo sobre el cine que ve y ha visto, escribiendo sobre viajes, sobre relaciones con amantes y amigos, sobre política, sobre crítica de la escritura, escribiendo y escribiendo en un esfuerzo que siempre le parece poco.

En lo que escribe y en lo que no escribe, vemos qué cosas eran importantes para él y cuáles no. Por ejemplo, apenas nos habla de sus propios éxitos, de los elogios a su obra o de los premios recibidos, que simplemente no aparecen. No presume tampoco de los numerosos estudios o investigaciones sobre su obra. Él solía decir que «la huída de los halagos y la autoexigencia», de las que dan cuenta estos diarios, «eran limitaciones que le había impuesto la educación que los salesianos les daban a los hijos de los obreros para que aprendieran a callar, a encajar dificultades y a rendir en el trabajo. Una educación muy distinta», decía él, «de la que los jesuitas dan a los hijos de los ricos».

Algo habría de esto, pero es más cierto que esa modestia y esa exigencia en el esfuerzo formaban parte de su ética. Chirbes mantuvo siempre un fuerte impulso ético: creía en el trabajo por el bien común y puso empeño en ayudar a constituir una moral cívica de honda raíz republicana.

Estos diarios fueron para Chirbes una herramienta imprescindible de su resistencia, un escondite, un parapeto, una trinchera. Los escribe en un lugar apartado, donde lleva una vida sencilla, rodeado de personas de a pie, de la gente que le importa, lejos de los lugares del poder y de las comidillas en los círculos intelectuales. Desde allí construye y mantiene a contracorriente un punto de vista, un lugar desde el que mirar, desde el que acceder al conocimiento, un lugar cercano a los de abajo desde el que ver por los ojos de los vencidos. En sus propias palabras: «Intento mirar desde donde mira la gente que no tiene el poder sino que lo sufre, y retratar lo que se ve desde allí, y también retratar a quienes sí que tienen poder y hacen sufrir a los demás». Para desenmascarar su lenguaje falaz y contar eso, exige un esfuerzo de creación literaria, porque lo que cuentas y cómo lo cuentas, es lo mismo.

Termino ya diciendo que ninguna otra obra de Rafael Chirbes lleva tanto trabajo acumulado como estos diarios, que se fueron escribiendo, pasando a limpio y corrigiendo, lo que para él significaba quitar y quitar y quitar, durante 30 años hasta poco antes de su muerte con plena conciencia de que formaban parte de su obra literaria.

Conclusión: estos diarios son un tesoro.

Escrito por: iturri.2021/12/05 13:10:00 GMT+1
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2021/11/28 09:30:00 GMT+1

Sustatu cumple 20 años

Durante toda la semana estuve dudando si ir o no ir, porque las pésimas previsiones climatológicas y la peor evolución del corona(virus) no invitaban a ello. Finalmente, tomé la decisión de ir a Sustatu 20 urte el mismo viernes por la tarde.

Y no me arrepentí. Porque tuve la oportunidad de estar con gente maja que conozco desde hace ya unos cuantos años. Y en estos tiempos tan extraños eso mismo ya es motivo de alegría.

Para la comunidad no vasco-hablante, diré que Sustatu es un blog especializado en tecnología que se edita en euskera. Su alma mater es Luistxo Fernández.

Llegué a Zorrozaurre, en la isla de Deusto, cuando apenas quedaba un cuarto de hora para que el reloj diera las cinco de la tarde. El acto había comenzado tres cuartos de hora antes.

En una mesa redonda guiada por Maite Goñi, estaban Patxi Gaztelumendi (Armiarma, proyecto literario), Iñaki Lopez de Luzuriaga (Wikipedia), Oier Araolaza (Dantzan) y Luistxo (Mr. Sustatu). Todos ellos proyectos que nacieron, más o menos, en la misma época que Sustatu.

Posteriormente, en formato PechaKucha, hubo varias presentaciones. Me quedé, sobre todo, con dos.

Una, Sustatu vs Zuzeu, la presentación Artxietsaiak aliatu? (¿Archienemigos y aliados? que hizo Anartz Bilbao. Anartz lo hizo con mucha gracia, y además de que tuvimos la sonrisa dibujada permanentemente en nuestra cara, también nos reímos con ganas varias veces. El #momentico lo recogió Iban en este tuit.

De la presentación que Luistxo publicó ayer por la mañana (Internet egiten da behetik gora, aurrera eta hor konpon; En Internet se hace de abajo arriba, hacia adelante y allá leches) he pillado este tuit.

Oteiza y Chillida. Hasier Etxeberria, fallecido en 2017, y Luistxo Fernández. Dos jabalíes abrazables... a veces. Otras veces, en fin...

Dos, Mikel Artetxe está trabajando en Londres para Facebook. Iba a enlazar su web, pero no funciona, y yo no suelo echar mano de los enlaces de FB. Os dejo su perfil en Twitter.

Entró en el acto a través de una vídeo-llamada, desde casa, con la cama bien hecha, tal y como pudimos comprobar por las imágenes de la cámara.

Está bien saber que en el mundo hiperespecializado y atomizado actual (cada uno sabe, de saber algo, solamente de su microtema) hay gente joven cercana, porque en cualquier momento tendremos que echar mano de ellos.

A continuación, fue el turno de Goizalde Landabaso y Leire Narbaiza (espero que pronto esté disponible en formato html o pdf lo sustancial de su intervención). Hablaron de la participación y del debate en Internet desde el punto de vista del género. Lanzaron varias propuestas.

El acto se cerró con un Crossover en tres partidas de diez preguntas cada una del juego Egunean Behin, iniciativa de la misma empresa que está detrás de Sustatu, Code Syntax, y amiga de esta página. Cada partida estuvo centrada en un tema: la primera sobre Xerezaderen Artxiboa de Ana Morales, la segunda sobre Gaurko Hitza de Maite Goñi y la tercera sobre lo que Luistxo quiso.

Gané el premio principal... quedando quinto en la última ronda. Y me traje para casa un copón que puedo usar como ciborio.

Luego me dio tiempo a tomar una cerveza en un bar cercano e ir a casa con la sonrisa puesta por haber estado con gente muy maja que hacía tiempo que no veía.

Podéis ver el acto en su totalidad en el video que he pegado en la parte inferior.

20 urte Sustatuk, apunte hau euskaraz.

 

Escrito por: iturri.2021/11/28 09:30:00 GMT+1
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2021/11/21 20:00:00 GMT+1

Tüsüri y Oier Iruretagoiena

Conocí a Oier Iruretagoiena allá por el 2003. Entonces tenía apenas 15 años y utilizaba el nombre artístico de Tüsüri. Fue Txesus Garate Tzesne quien me habló de él. Resumiendo, era un artista sonoro en ciernes en la onda de Xabier Erkizia.

Cuando le llegó la edad de ir a la Universidad, eligió la carrera de Bellas Artes en Bilbao. Le había perdido la pista, aunque sabía que andaba por Le Larraskito, un taller artístico del barrio de Rekalde (ahora mantiene allí su estudio). También había visto algún artículo suyo en el diario Berria.

El Museo San Telmo y la Fundación Kutxa tienen un programa llamado «Artea Abian» e Iruretagoiena fue el artista elegido en esta edición. Eso le ha llevado a que tenga una exposicón en la sala Laboratorio del museo titulada San Sebastian eta fantasma (San Sebastián y el fantasma). Se puede visitar hasta el próximo mes de enero.

El pasado jueves, día 18, había programada una visita guiada por el propio artista y aparecí por allí.

Oier nos contó que la propia sala había marcado mucho la muestra; es decir, el peso del museo y las características de la propia sala le habían llevado a hacer lo que había hecho: el cemento, la tarima, los enchufes por el suelo... le habían condicionado.

Ha vestido las cuatro paredes con sus trabajos y la primera, la situada a la izquierda, la ha utilizado para ganar confianza, echando mano de obras anteriores propias que le daban un cierto respaldo.

A partir de ahí ha reflexionado sobre el santo mártir de San Sebastián y ha trabajado en su taller con materiales como la madera, el cemento, el plástico, el vino, los chicles, etc. Le han servido de inspiración un cuadro del santo que hay en el museo, así como un grabado del siglo XVI en el que aparece la ciudad guipuzcoana (si no estoy equivocado, apareció en la muestra Al abrigo de Urgull).

El fantasma, por su parte, es la emisión en directo de una radio. En el suelo hay desperdigados un buen número de auriculares, los cuales expanden por el lugar lo que la radio emite en ese momento.

Contaré como anécdota que Oier nos dejó cinco minutos para dar una vuelta y que yo me puse uno de los auriculares en la oreja. Oier me dijo luego que no era su intención que el público hiciera eso. El ruido debía estar presente, pero únicamente en un segundo plano fantasmal.

El último artículo publicado en Berria se titula Komunitatea (La comunidad) y su eje es la necesidad de todo artista de evolucionar en comunidad.

El sábado estuve en el concierto que Joseba Irazoki eta Lagunak dieron en Intxaurrondo. He elegido para acompañar el texto esta canción: Lehiakortasuna (La competitividad).

Fue bonito encontrame con Oier tanto tiempo después y saber que sigue adelante su carrera como artista.

Tüsüri eta Oier Iruretagoiena, lerro hauek euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/11/21 20:00:00 GMT+1
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2021/11/07 21:00:00 GMT+1

Rafael Chirbes y Pancho Ramos, casi cuarenta años de relación

Hace unas semanas hablé aquí de Pancho Ramos, un lector argentino de Javier Ortiz que me hizo llegar el listado de canciones favoritas de Ava Gardner.

Pero la cosa no quedó ahí. Mientras leía la primera entrega de los Diarios de Chirbes, me encontré con unas líneas de este en las que se refería a un amigo suyo de igual nombre y apellidos. Se lo hice saber a Pancho, y este me confirmó su relación. Además, me envió un texto en el que cuenta una última visita a Beniarbeig en enero de 2015, siete meses antes de la muerte de Chirbes.

Me gustó el texto y le pregunté que dónde lo había publicado. Me contestó que era inédito, que sólo se lo había enviado a varias personas cercanas.

Le dije que me gustaría publicarlo por aquí. Me pidió un tiempo para repasarlo, y me lo envió hace unos días.

Os dejo con él. Fijaos en el recorrido por Valencia que propone el maestro.

Muchas gracias a Pancho por su generosidad.

Rafael Chirbes, enero 2015

Crédito de la fotografía: Fundación Rafael Chirbes.

Llegamos a Beniarbeig un mediodía en los primeros días de un mes de enero tan templado y suave que parecía primavera. El silencio en el pueblo, de escasos 2000 habitantes, sólo era quebrado por el susurro de alguna escoba o por el ruido de algún auto que atravesaba lentamente las calles.

Preguntamos por la casa que buscábamos: "pasando el cementerio el camino de la izquierda", nos había dicho el propietario. Subimos por la calzada que trepaba revuelta hacia las afueras; cuando estábamos llegando llamamos por teléfono y recibimos las últimas instrucciones: "escucho el ruido de un coche y los perros ladran, están cerca".

La última vez que nos habíamos visto había sido después de que recibiera el Premio Nacional de Narrativa por Crematorio. Unos años antes, a principios del 2000, nos habíamos encontrado en Valencia porque se había ofrecido para servirme de guía en una ciudad que yo había visitado muchas veces: "La gente ya no viaja, solo quiere estar en lugares". El paseo por la ciudad fue intenso, exigente, y me trajo destellos de un tiempo en el que las cosas parecían inmóviles y fieles a sí mismas: cuando nos encontrábamos para leer o comentar libros en su casa de la calle Isla de Aroza, mi primer domicilio en Madrid. Habíamos quedado en encontramos, poco después de mi llegada, en un bar cercano a la estación de trenes del Norte. Rafa me esperaba acompañado por su pareja de ese momento, un Jupien jardinero, y me lo presentó con humor y desenfado: "Estaba celoso y quería conocerte. Le dije que habíamos vivido juntos y que no nos gustábamos, pero quiso venir a comprobarlo". Recuerdo que mientras caminábamos por la Ciudad Vieja de Valencia, por una callejuela donde los traficantes de drogas negociaban de forma organizada y silenciosa, me preguntó "¿por qué crees que ha desaparecido el paisaje de la novela contemporánea?". O detenerse más adelante para explicar, delante de una puerta gótica, las causas que habían impedido el desarrollo del románico en esa comarca. Después vimos edificios burgueses de comienzos del siglo XX, cuando el cultivo de la naranja permitió el enriquecimiento de un sector que volcó esas fortunas en la construcción de sus casas. Terminamos cenando y conversando sobre las cosas que nos acercaban a pesar del tiempo y la distancia: libros, cine, comida, política, cotilleos.

Nos mantuvimos en contacto, a través del e-mail, de esporádicos llamados telefónicos y de una visita suya a Buenos Aires con ocasión del Congreso Internacional de la Lengua Española que se hizo en Argentina a finales de 2004.

Pautamos las condiciones de la visita a Beniarbeig en aquel invierno del 2015, a menos de seis meses de su sorpresiva muerte, a través de un e-mail. Le dije que atravesaríamos los 500 kilómetros que separaban Madrid de su casa si la comida merecía la pena y no le daba por improvisar. Después de mil quejas (su salud, mareos, la dificultad para concentrarse, las pocas ganas que tenía de escribir) me prometió que así sería. Un día antes de nuestra visita recibí un mensaje en mi celular: "compraré unas anguilas para un all i pebre, tengo alcachofas del huerto para una paella, jamón que traje de Extremadura y vino de la zona. ¿Alcanza para el almuerzo? A la noche podemos acercarnos a cenar a Denia". Le respondí que aprobaba el menú pero que lo de Denia lo dejábamos para otra visita porque teníamos compromiso para esa noche.

Subimos al AVE con mi mujer para alcanzar Valencia, alquilamos un coche y atravesamos los últimos 100 kilómetros que nos separaban de Beniarbeig. Llegamos cerca del mediodía para abrazarnos. Lucía frágil y descuidado a pesar del fular que envolvía su cuello. Los zapatos eran sólidos y con cordones, pero las medias eran incongruentes. La primera impresión que recibí fue de soledad, una soledad construida con partes de astucia, vitalidad, ironía e inseguridad. Quería agradar sin ser dócil y aprovechó una de las primeras frases de Andrea para hundir el estoque.


- Qué pesados Rafa, venir a molestarte cuando estás tan tranquilo.

- La verdad es que lo pensé.

La casa en que habitaba es un antiguo depósito reformado y dividido en dos plantas en donde el propietario vivía acompañado por dos cuscos, Tomás y Ramonet: "Cada día me parezco más a una escritora inglesa, una finca en el campo y perros". En la parte inferior de la propiedad se encontraba una cocina comedor, un escritorio y más allá un baño y una habitación. En casi todas las paredes estantes con libros colocados en doble fila. Muchos en francés, porque como me dijo una vez en que le pregunté por una traducción de Stendhal: "No lo sé y no quiero ser pedante pero esas cosas las leo en su idioma".

Encima de una mesa estrecha, sobre una peana de más de dos metros y pegada a la pared, se desplegaba un belén. Allí estaban los Reyes, el asno de la huida a Egipto, el portal, los pastores, la estrella de Oriente, el ángel de la Anunciación, ovejas y gallinas. En un costado, sobre un espejo de agua resplandeciente, simulado por un plato de cristal transparente, unos patos. El Hijo de Dios estaba donde debía, entre la mula y el buey, para recordar que los habitantes del pueblo les habían negado alojamiento. Lo observamos con cuidado y Rafa comentó, sin ironía, que había cambiado recientemente la figura del niño Jesús.

Pesebre / Jaiotza

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Como era la primera visita de Andrea insistió en mostrarle la propiedad. Salimos de la casa por la puerta delantera y, después de indicar con un gesto la escalera exterior, dijo que conducía a su dormitorio y estudio que estaban en la parte superior de la construcción. Fuimos hasta el portón de entrada que está pegado al camino comarcal y lo atravesamos para llegar a un terreno que sirve de huerto. "Se lo he cedido a un payés que está en el paro para que lo trabaje y a cambio recibo acelga, lechuga, zanahoria, habas, cebollas...". Volvimos a la casa y procedimos a la entrega de los presentes. Un libro editado por la Biblioteca Nacional llamado Borges, libros y lecturas y otro titulado Kafkas de Luis Gusmán.

Después llegó el momento de cocinar y lo hizo rápido, mientras conversábamos un poco de política: "Hace años que no voto, pero creo que está vez lo haré por Podemos". Más tarde hablamos de Argentina, de mi trabajo y, como era inevitable, de la memoria, los testigos y la narrativa que ha tocado ese tema. La línea que se inicia en "yo estuve allí y puedo contarlo", pasa por testimonios -el Diario de Gide, el de Pavese, las antimemorias de Malraux- y termina en las novelas de Balzac o Galdós. "Max Aub dijo que ya se había olvidado mucho y que poco faltaba para que se olvidará todo, pero que siempre quedaría algo en el aire. Eso es lo que cuenta la novela de Lebert".

Rafael Chirbes: liburutegia / biblioteca

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Dio una explicación rápida del all i pebre. No le gustaba perderse en detalles de resabido cuando era innecesario: "Hoy a la mañana hice un caldo con la cabeza y la cola de la anguila. Ahora solo falta el ajo, el pimentón que tiene que ser de la zona. El all i pebre era una comida de pescadores, se comía a bordo de las barcas para reponer fuerzas y no había tiempo ni dinero para salir a comprar pimentón ahumado". Tomó la anguila y le hizo varios cortes en la panza "para que suelte la grasa", después peló unas patatas. Cortamos el jamón, abrimos el vino y dio los toques iniciales al arroz mientras yo revisaba los libros que se apoyaban en su escritorio: El cura y los mandarines de Gregorio Morán, The Jewels of Paradise de Donna Leon, Aden Arabia de Paul Nizan, Expo 58 de Jonathan Coe, El siglo de las luces de Alejo Carpentier, Cómo sentimos de Giovanni Frazzeto, Ni cru ni cuit de Marie-Claire Fréderic y muchos otros desparramados sin orden ni concierto.

Rafael Chirbes: escritorio

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Mientras comíamos nos preguntó por el viaje y cosas de nuestras vidas. Un breve ping-pong sobre libros o escritores ("quiero escribir sobre esa novela de Carpentier que nos había gustado tanto") y al final de la comida insistió en que no lo ayudáramos con la limpieza.

Subimos a su estudio para buscar unos libros que me quería regalar. La ventana daba a la línea azul del mediterráneo con Denia a la distancia, más allá Ibiza y muy cerca la tierra arrasada por la especulación inmobiliaria. Mientras contemplábamos el paisaje dijo una de esas frases suyas que tanto me gustaban: "Esta era una comarca donde nadie era tan rico como para humillarte ni tan pobre como para no poder invitarte". Después me dio a leer unas páginas que había escrito para "agradecer" el premio Nacional de Literatura que había recibido por En la orilla. Eran durísimas y pretendía leerlas, si le daban la oportunidad, delante del ministro de Cultura. Despreciaba al PSOE con la misma fuerza que al PP, siempre creyó que al poder solo llegan los peores, y no veía motivos para rechazar el premio. La parte monetaria no lo inquietaba porque pensaba destinarla "a la gente que lo pasa mal".

Al final de la tarde, y ante una pregunta de Andrea, tomó un cuaderno y escribió un recorrido para ella por Valencia, que excluía el IVAM ("hay cosas más interesantes"). Un camino que comenzaba en el Ensanche y que debía ser recorrido por la calle Conde de Altea. Después debía contemplar la Catedral, la lonja, el Mercado y el Palacio de la Música. Cuando llegara a la Iglesia de San Juan, frente al Mercado, no debía dejar de observar la veleta que está en lo alto de la fachada y que los valencianos llaman "el pardal de Sant Joan". Blasco Ibáñez le había dedicado una página en Arroz y tartana, explicando cómo lo utilizaban los padres pobres para embelesar a sus hijos antes de abandonarlos a su suerte, esperando que alguien se compadeciera de su desgracia. A la Iglesia del Patriarca, lo dijo con énfasis que no admitía discusión, había que llegar a las 13 horas. Más tarde se podía ver el Mercado de Colón, el Palacio de la Música y el imperdible autorretrato de Velázquez en el Museo de Bellas Artes.

Rafael Chirbes: etxea / casa

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Nos despedimos con un abrazo cuando la luz había abandonado las blancas fachadas y me dio, como regalo de despedida, una nueva edición de La buena letra. En la primera página, lo vi más tarde, había una dedicatoria en donde decía algo relacionado con los casi 40 años de nuestro primer encuentro. De aquel mediodía de septiembre del 76 en que entré al semisótano de la librería Futuro y me encontré con un vendedor bajo y de bigotes que después de dejarme curiosear un poco me preguntó por Argentina. Llevaba tres días desde que había comenzado mi exilio y le respondí con evasivas y alguna ironía. Por un azar, ese es el nombre que solemos dar a la ignorancia, nos encontramos hablando del Doctor Faustus de Thomas Mann, que los dos habíamos terminado de leer con emoción en esos días: las rentas y el estilo. En algún momento me invitó a comer y ahí, en un bar proletario de Argüelles, le conté que estaba alojado en una pensión de la calle de la Ballesta, esperando la llegada de mi mujer e hijo. No lo dudó mucho y, cuando estábamos pagando, me invitó a quedarme en su casa hasta que ellos llegaran.

La noche del día siguiente a nuestra última despedida en Beniarbeig, en aquel día de invierno que parecía primavera, me llamó por teléfono. Quería hablar con Andrea para preguntarle por las cosas que había visto en ese periplo por Valencia que él había recomendado, por la impresión que le habían causado. No fue un examen fácil, el maestro no era fácil de conformar y sus inquietudes escapaban del repertorio clásico. No interrogaba por el contexto, la historia o el detalle técnico de algo visto o contemplado. Le interesaba lo subjetivo, lo personal, la frágil emoción del momento. Como este, en donde escribo estas líneas siguiendo una crítica que una vez hizo a un texto mío y que nunca olvidé: "Pancho, en literatura, la emoción siempre contenida".

Escrito por: iturri.2021/11/07 21:00:00 GMT+1
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