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2015/12/07 16:30:00 GMT+1

Imanol Murua publica un libro sobre el fin de la actividad armada de ETA

La etiqueta Imanol_Murua tiene, con ésta, quince entradas en este blog. Y es que el periodista de Zarautz es un fino analista político de la realidad vasca. Ahora viene con nuevo libro bajo el brazo en donde nos cuenta el proceso del fin de la actividad armada de ETA. Enekoitz Esnaola es uno de los periodistas que ha recogido el testigo de Imanol en el diario Berria y le ha entrevistado con motivo de esta publicación. "Giltzarri izan zen Batasunak aurre egitea ETAren batzarraren erabakiei" (entrevista publicada el 4 de diciembre).

Tras la presentación ante la prensa, ahora es el turno del público: el 17 de diciembre en el Foro Martin Ugalde (Andoain), el 18 de este mismo mes en la librería Garoa de Zarautz y el 20 de enero en Katakrak (Iruñea). Está en proceso la tradución al castellano (lo publicará Ttartalo y el traductor será Angel Erro).

Imanol Murua Uria: "Fue clave que Batasuna hiciera frente a las decisiones de la asamblea de ETA"

Imanol Murua Uria (Zarautz, 1966) presentó en marzo de 2010 Loiolako hegiak (El triángulo de Loiola en su edición en castellano), un libro sobre el fallido proceso de paz de Loiola. La izquierda abertzale había publicado un mes antes el manifiesto Zutik Euskal Herria (Euskal Herria en pie) y Murua dice que en las presentaciones de su libro le preguntaban mucho sobre el futuro. "Medio en broma" decía que su próximo libro tendría "un final más feliz". Ha llegado el día: lo presentó este jueves 3 de diciembre.

Enekoitz: Al lío: ¿Quién guió a la izquierda abertzale de la estrategia político-militar a la estrategia política?

Imanol: Se puede contar de diversas maneras, según qué se quiera subrayar. Por la información que yo he recibido, diría que había ganas de cambio en todos los sectores y organizaciones de la izquierda abertzale, también en ETA. Y cuando digo cambio significa dejar la lucha armada. Quienes veían ese cambio con recelo estaban también en todos los sectores. El debate fue transversal: no fue únicamente una discusión entre ETA y Batasuna; se dio en todas las organizaciones. Pero para que ese debate se diera y se pusiera todo en cuestión -también la lucha armada-, hay varios momentos clave, y uno de ellos fue un enfrentamiento: en un momento dado la dirección de Batasuna hizo frente a las decisiones que se tomaron en una asamblea de ETA [decidió en 2008 continuar con el ciclo armado]. Eso propició que en las bases de la izquierda abertzale aflorara y se plasmara la voluntad de la mayoría. Por tanto, en las bases de la izquierda abertzale había una voluntad, había también un debate en todas las organizaciones, pero, en el choque que se produjo en un momento dado, determinada gente jugó un papel decisivo.

Enekoitz: En tu libro Eugenio Etxebeste Antton dice sobre aquella época: "La dirección política comienza a situarse en la izquierda abertzale política".

Imanol: Para tomar aquella decisión, la izquierda abertzale política se hico con la dirección. Para ello, tuvo que vencer algunas resistencias y eso fue totalmente decisivo. Los factores que posibilitaron aquello fueron muchos.

Enekoitz: En el primer capítulo tras la Introducción —Krisia (2007-2008)—, has abierto la primera parte -Barajasko biharamuna (La resaca de Barajas)- con una frase que Rufi Etxeberria le dijo a Arnaldo Otegi: "Este modelo de negociación y de estrategia está acabado".

Imanol: Eso lo contó Arnaldo Otegi en su libro El tiempo de las luces. La frase es muy significativa y por eso la he puesto al comienzo de la narración. Esa frase me llevó a hacer una cosa importante: para explicar qué es lo que había acabado y dar las claves de aquello, analicé cuál era ese modelo al que se refería Rufi Etxeberria. Por eso, esa frase me llevó a la década de los 80 para estudiar el modelo de la izquierda abertzale.

Enekoitz: Según citas en tu libro, tras Argel, Etxebeste dijo que faltaba "madurez" para negociar. Batasuna decía lo mismo en el año 2006 tras el atentado de Barajas.

Imanol: Cuando comencé con esta obra, Felix Iriarte, un compañero de los tiempos de Egunkaria, me dijo: "¡Ah! Lo que escribió Antton en 1992; ahí están todas las claves". Desde Santo Domingo, Antton escribió un informe interno [para la dirección de ETA], autocrítico, y al final apuntaba que la pérdida de la batalla militar no debía acarrear la pérdida de la batalla política. Tras el cambio del 2011, es eso lo que ha conseguido la izquierda abertzale: asumir que se ha perdido la batalla político-militar para, al menos, ganar, o tener opciones de ganar, la batalla política. Entre las teorías de la resolución de conflictos, hay una muy extendida -de Ira William Zartman- que dice que para la resolución de un conflicto a través del diálogo hace falta un punto de madurez y que para ello el conflicto tiene que llegar a un punto de bloqueo. Cuando los diferentes agentes -entre ellos los mediadores internacionales- llegan a la conclusión de que han llegado a tal punto, es entonces cuando comienza a funcionar. Según parece, aquí la madurez llegó tarde.

Enekoitz: ¿Cuánto ha ayudado el Estado español en que la izquieda abertzale política tomara el timón? Porque el Estado ha contactado con ETA para hablar: Argel, Ginebra, Oslo... En 1992, por ejemplo, un mensajero fue a Santo Domingo a hablar con Etxebeste, diciéndole "tú decides" -Etxebeste era el interlocutor de ETA-.

Imanol: No he analizado detalladamente las décadas de 1980 y de 1990; he hecho una interpretación. Yo creo que el gobierno español siempre ha tratado de abrir vías de comunicación con HB, y que ha sido más HB quien les ha dicho que la ventanilla para la negociación esaba en Santo Domingo. Pero el objetivo del gobierno era generar divisiones, o al menos confusión, en la izquierda abertzale.

Enekoitz: En la Alternativa Democrática (1995), ETA realizó el primer diseño de los dos carriles y Batasuna, más claramente, en Anoeta (2004).

Imanol: Los demás partidos llevaban tiempo proponiendo ese esquema. Cuando fui a Reno a comienzos del 2011, empecé a leer bibliografía en inglés sobre el conflicto vasco. Entre otros, lo escrito por Robert P. Clark –tres libros publicados en los 80 y a comienzos de los 90–, y ya entonces él había propuesto lo de los dos carriles. Logré su contacto y le escribí. Me dijo que él no había descubierto nada, que era algo que ya estaba en los debates de la época -no en los de la izquierda abertzale-, pero que tomó forma más tarde. Batasuna le dio gran importancia al acto del Velódromo de Anoeta de 2004 con una campaña propagandística llamativa y especial; entonces la campaña me llamó la atención. Antes del acto, los de Batasuna nos adelantaron off the record que en aquel cambio de esquema ETA quedaba fuera de la negociación política para facilitar el proceso que pudiera venir. Era un gran paso. Aunque luego no se plasmó como debería.

Enekoitz: Batasuna dijo después que en los tiempos de Loiola, al igual que en Lizarra-Garazi, no se respetó la "filosofía" y el "espíritu" de los dos carriles.

Imanol: Creo que si en el proceso de 2006 se hubiera seguido con ese esquema, habría funcionado, o que habría tenido muchas más posibilidades de funcionar.

Enekoitz: El atentado de Barajas sucedió a finales de 2006 y en el libro dices que se dio el "enfrentamiento" antes citado dentro de la izquierda abertzale.

Imanol: Nos olíamos que había un enfrentamiento. Luego, en el juicio del caso Bateragune, los propios enjuiciados (Otegi, etc.) explicaron claramente cuál era el tamaño del enfrentamiento, aunque esta explicación también podía situarse dentro de una estrategia de la defensa. Cuando se dio aquel desencuentro, dieciséis personas conocidas de la izquierda abertzale ofrecieron una rueda de prensa con el objetivo de dar una imagen unitaria y manifestando su intención de dar pasos para una estrategia eficaz. Había miembros de las organizaciones juveniles, expresos, veteranos y no tan veterenos de HB y de Batasuna, de EHAK, del sindicato LAB... Era marzo de 2009. Si quieres que te diga la verdad, interpreté que se había superado el enfrentamiento. Tras publicar mi análisis semanal en el periódico Berria, salí el domingo a hacer algo de deporte. Iba en bicicleta subiendo Itziar cuando me adelantó Iñigo Iruin. Aceleré para seguir su marcha y él redujo la suya para ir juntos. Iruin no había estado en aquella rueda de prensa, pero yo sabía que él conocía cuál era el significado de aquella comparecencia; vamos, que sabía más que yo. Yo sabía cuál era su tendencia y, mientras íbamos en bici, le mencioné que la fotografía de aquella semana quería decir que seguían con el debate. Y me dijo que no, que estuviera tranquilo, que aquello no era más que el inicio, que quedaba mucho camino por recorrer y que no se podía vaticinar el final. Era marzo de 2009. El enfrentamiento había comenzado.

Enekoitz: En el juicio de Bateragune, Rafa Díez afirmó que ellos "habían pretendido romper el statu quo interno de la izquierda abertzale".

Imanol: Sí, pero no sé hasta qué punto era una estrategia de la defensa y hasta qué punto Rafa Díez piensa que eso fue así. No sabemos si los partidarios del cambio siguieron el procedimiento interno o tuvieron que saltarse dicho procedimiento; es decir, una interpretación puede ser que Otegi y los demás sabían que no tenían la mayoría en las estructuras internas, pero sí en las bases sociales, y que para posibilitar el cambio pasaron por encima de los procedimientos internos. Pero ellos dirán que no los rompieron. Otros trataron de detener el debate. Yo no tengo clara esa tesis, porque no conozco en profundidad cuál es el procedimiento.

Enekoitz: La izquierda abertzale reconoce que hubo "riesgo de ruptura".

Imanol: Sí, y todas las partes trataron de evitarlo y eso es algo que sí consiguieron. Aunque sí que habrá algunas heridas, tienen como mérito evitar la división.

Enekoitz: Otro momento importante para Batasuna fue cuando Europa ratificó su ilegalización. Otegi lo calificó de "catástrofe". Fue en junio de 2009.

Imanol: Se cerró el círculo de la ilegalización, y de qué manera, sin fisuras. La decisión del tribunal europeo fue otro hito. Reforzó la postura de quienes pensaban que era obligado un cambio.

Enekoitz: ¿Por qué ganó la postura de la dirección de Batasuna en el debate interno?

Imanol: Porque tenían claro que contaban con el apoyo de la mayoría. Sabían que para la mayoría de la base social de la izquierda abertzale la lucha armada de ETA estaba fuera de tiempo y de sitio, porque habían perdido el apoyo de una parte de la sociedad vasca, y porque el rechazo de otra gran parte de la sociedad era más fuerte y explícito. Sentían que había la obligación de exteriorizar esa opinión, y yo creo que eso les daba la fuerza o la legitimidad para ir sorteando todos los obstáculos que surgían en el camino. Para llegar ahí, también hay que analizar el contexto internacional y la evolución de la lucha armada de ETA. Al final, dentro de la izquierda abertzale también se veía que había que terminar con la lucha armada; quienes lideraban el debate lo habían detectado y eso les dio el impulso necesario.

Enekoitz: ¿Por qué aceptó ETA que el único documento que se debatiera fuera el elaborado por Batasuna? Los partidarios de la lucha armada habían elaborado la ponencia denominada Mugarri (hito, en euskera).

Imanol: Porque sería inaguantable continuar con la vía armada; la mayoría de la izquierda abertzale dijo explícitamente que no estaba de acuerdo con esa vía. En el último capítulo del libro recojo que Argala solía decir -aparece en su biografía- "nosotros tenemos que utilizar la lucha armada, pero necesitamos el apoyo político. Si no hay apoyo político, lo dejaremos"; es decir, que no serían como las Brigadas Rojas italianas, ni las Baader-Meinhof alemanas. Hacía tiempo que la mayoría de la sociedad había rechazado la actividad de ETA, pero ETA había legitimado su continuidad con el apoyo de los sectores de la izquierda abertzale. Tras perderlo, se había quedado sin ninguna opción, y a sabiendas de que si continuaba generaría divisiones.

Enekoitz: En el libro subrayas que Otegi y demás no decían ni escribían que había que acabar con la lucha armada, sino que se necesitaba una "estrategia eficaz".

Imanol: Fue muy significativo cómo actuaron. Basándome en testimonios recogidos dentro de la izquierda abertzale, yo diría que acertaron. Cuando Otegi salió de la cárcel de Martutene en agosto de 2008, comenzó a extenderse el discurso de la estrategia eficaz, sugiriendo que la que se estaba llevando a cabo hasta entonces no lo era. Si hubiera comenzado diciendo que "se había terminado la época de la lucha armada", seguramente se hubiera quedado inmediatamente sin camino por recorrer. En el también decisivo documento Zutik Euskal Herria —donde la mayoría de la izquierda abertzale le dijo a ETA hasta aquí hemos llegado—, no se dice que ha de acabarse con la lucha armada. Que la izquierda abertzale pusiera eso en entredicho ha sido un tabú y parece que encontrar otra formulación fue eficaz.

Enekoitz: Febrero de 2010 también fue decisivo, además de por la publicación de Zutik Euskal Herria, porque en el Zutabe de abril de 2011 se dice que fue entonces cuando ETA decidió dejar de cometer atentados.

Imanol: Sí, fue en febrero de 2010 cuando ETA decidió parar y analizar qué hacer y cómo actuar en el nuevo escenario. Estaba claro que se ponía en entredicho lo decidido por ETA en la asamblea de 2007-2008. Por tanto, ETA decidió parar, reflexionar y debatir. En una entrevista publicada en Gara en septiembre de 2010, ETA dijo que, de alguna manera, Zutik Euskal Herria era fruto del debate realizado por una de las estructuras de la izquierda abertzale -de Batasuna-, y que ellos no habían participado en el proceso. Decía que ellos también tenían un debate abierto, que tenían en cuenta la apuesta política de Zutik, pero que no estaban totalmente de acuerdo. Puso algunos reparos. Es difícil saber qué sucedió en ETA. He mirado las declaraciones públicas, así como algunos documentos internos. Fue evolucionando e interiorizando lo que suponía Zutik Euskal Herria, viendo que eso sólo le dejaba una única vía. Cuando hizo público el alto el fuego de enero de 2011, expresó una voluntad de abandonar la lucha armada, porque dijo que el alto el fuego tenía vocación de permanencia. Parecía que la decisión estaba tomada, pero que no se quería tomar de cualquier manera.

Enekoitz: ETA comunicó en octubre de 2011 que daba por acabada la actividad armada. Tú afirmas que "toda la izquierda abertzale" había finalizado el debate interno un mes antes.

Imanol: Con el alto el fuego de enero de 2011, parecía que el debate estaba encaminado, pero el debate continuó. Quizás más que el qué fuera el cómo el motivo de la discusión. Cuando el EPPK (Colectivo de Presos Políticos Vascos) firmó el Acuerdo de Gernika en septiembre de 2011 fue cuando se vio que toda la izquierda abertzale había terminado con el debate.

Enekoitz: El gobierno español, Zapatero, sabía lo que venía, porque tenía buena información. Parece ser que asumió algunos compromisos sobre las consecuencias del conflicto. ¿Por qué no los cumplió?

Imanol: Al hablar de los porqués, quizás haya que especular. Pero lo que está claro es que el gobierno Zapatero estaba debilitado por la crisis económica y que adelantó a noviembre de 2011 las elecciones que tocaban en marzo de 2012. Además, Zapatero estaba solo en el partido, con una valoración escasa en las encuestas. Era un problemas para quienes estaban en el proceso, porque sabían que con el sustituto de Zapatero -Rajoy- todo iba a ser más difícil. Aceleraron y llegaron a la meta con Zapatero todavía en La Moncloa. En el libro cuento que ETA y el gobierno español llegaron a determinados compromisos, sin encuentros ni reuniones cara a cara y sin firmar ningún documento. Según parece, fueron mediadores internacionales quienes se reunieron con unos y con otros: emisarios del Centro Henri Dunant y Jonathan Powell. En aquellos encuentros indirectos llegaron a escribir un documento con varios compromisos, con una hoja de ruta, poniendo por escrito qué haría cada parte tras la decisión de ETA. Aunque ETA tenía una fuerza negociadora limitada desde el momento en el que manifestó que su decisión era unilateral. Creo que la postura del gobierno era la de decir que sí a aquellos compromisos secretos y no firmados, y que ya se vería más adelante.

Enekoitz: Pero los mediadores no eran cualquiera.

Imanol: Powell fue jefe de gabinete de Tony Blair cuando éste fue primer ministro británico. Y el propio Blair publicó un artículo significativo en The New York TimesA Basque Peace— al día siguiente de hacerse público el comunicado de ETA: hacía referencia a los pasos a dar en las consecuencias del conflicto. Pero la situación de entonces no tenía nada que ver con la de las negociaciones de Argel (1989), porque entonces el gobierno argelino estaba presente. En las últimas, los mediadores internacionales eran agentes no gubernamentales. Ello les dio mucha flexibilidad a los intermediarios a la hora de actuar, pero luego, a la hora de cumplir lo pactado, tenían un poder muy reducido. Creo que Currin y los demás esperaban que Zapatero cumpliría los compromisos. Se quedaron sorprendidos cuando no los cumplió y, probablemente, enfadados también.

Enekoitz: Las elecciones españolas se celebraron en noviembre de 2011, un mes después de que ETA diera por finalizada su actividad armada. ¿Demasiado pronto para cosa buena?

Imanol: Hablé con Ramón Jáuregui para escribir el libro -era ministro entonces—, y me dijo que no se podían tomar decisiones en ese espacio de tiempo y que, además, no sería legítimo hacerlo, porque venía otro gobierno. Jáuregui no acepta que hubiera compromisos. Luego Rajoy no aceptó ningún vínculo; puso el contador a cero. Por tanto, se quedó en un documento sin ningún valor.

Enekoitz: Para julio de 2011, Rubalcaba había dicho que "el fin del terrorismo (traería) la recomposición del nacionalismo y el resurgimiento del independentismo".

Imanol: Lo dijo en El País, así como esto otro: "Después de estar ganando la guerra, lo que no podemos consentir es que nos ganen la paz".

Enekoitz: Por tanto, ¿el Estado tiene la intención de obstaculizar la resolución de las consecuencias del conflicto? Los espectaculares resultados obtenidos por Bildu en las elecciones de mayo de 2011, ¿dieron que pensar al Estado español?

Imanol: El PSOE, el PP, el Estado tenían en la cabeza acabar con la lucha armada de ETA, pero no eso únicamente. Tenían en la cabeza que a dicho momento el movimiento independentista y la izquierda abertzale debían llegar lo más débiles posibles, sin mucha fuerza. Aquellos resultados de Bildu puede que les dieran una señal. Pero en el otro lado también dirían lo mismo: acabemos pero de manera que podamos comenzar con un movimiento independentista fuerte. El Estado buscó la división de la izquierda abertzale o, al menos, su debilitamiento y así se puede entender las detenciones de Otegi y de los del caso Bateragune. Iñaki Oyarzábal (secretario general del PP en la CAV) dice en el libro que en las conversaciones que mantenían con los socialistas estos les decían que la cosa no era acabar rápido (con la actividad armada de ETA), sino que no terminaran fuertes.

Enekoitz: Has escrito también que hubo otros factores para el fin de la actividad armada de ETA: el fin de la Guerra Fría y la caída del muro de Berlín, el ocaso de los grupos armados en Europa, los GAL, el pacto de Ajuria Enea, Elkarri... ¿Qué influencia tuvieron?

Imanol: ¿Por qué ha acabado la actividad armada de ETA? Porque la mayoría de la izquierda abertzale dejó de apoyarla. Siguiente pregunta: ¿Pero por qué dejó de apoyarla la mayoría de la izquierda abertzale? Porque vio que últimamente la actividad armada no era eficaz y, además, también era perjudicial. ¿Pero por qué ha llegado a esa conclusión ahora? Y es entonces cuando debemos ir a ver los citados factores para explicarlo. En Occidente sólo quedaba ETA como movimiento armado, revolucionario y patriótico y, en el mismo sentido, es muy importante el cambio producido en la sociedad vasca desde la década de los 60, porque la sociedad actual es totalmente distinta. Además, la dirección de Batasuna examinó qué sucedió en Argel, en Lizarra, en Loiola y concluyó que el modelo de negociación imperante hasta ese momento estaba finiquitado y no vieron otra opción.

Enekoitz: En el libro apuntas que en Loiola se perdió una gran oportunidad.

Imanol: Es una lectura personal. Luego se ha visto que Loiola fue la última oportunidad. Veo claramente que se perdió una gran oportunidad para canalizar mejor la parte de las consecuencias del conflicto. Me parece que la cuestión de los presos no estaría tal y como está actualmente. En el otro lado, el político, llegaron a ponerse de acuerdo en un borrador que podía tener una gran potencialidad, aunque creo que en Madrid difícilmente tendría recorrido. Porque ya se está viendo qué está pasando en Cataluña.

Enekoitz: Has citado la cuestión de los presos. En el 2011, en los tiempos de la legalización de Bildu, Urkullu dijo que si no había tal legalización el PNV suspendería sus acuerdos con Zapatero y Ortuzar recalca en el libro que le dieron un "ultimatúm" al gobierno socialista. ¿Cuál es la postura del PNV en la cuestión de los presos?

Imanol: El propio PNV dice que se mojaron mucho cuando el Constitucional tuvo encima de la mesa la legalización de Bildu, y también dicen lo mismo otras fuentes, porque Urkullu debió de llamar a Zapatero, etc. En la cuestión de los presos, sin embargo, el PNV afirma que es un problema de la izquierda abertzale. En el diseño de la dispersión, el PNV sí tuvo responsabilidades, pero ahora no les veo con el mismo grado de conpromiso en este tema que con el mostrado en la legalización de Bildu.

Enekoitz: Presentaste Loiolako hegiak (original en euskera de El triángulo de Loiola) en marzo de 2010. Era un trabajo sobre el fracaso de un proceso resolutivo. Pero ya venía algo más para entonces.

Imanol: Las entrevistas, el análisis y la redacción del libro se produjo en el año 2009 y entonces ya me daba cuenta de que en la izquierda abertzale se estaba produciendo un debate. Cuando publiqué el libro vi que aquello tenía una continuidad y que podía llegar el final tantas veces deseado. Para cuando presentamos el libro, Otegi ya había sido detenido, en octubre de 2009; y en febrero de 2010, se dio a conocer el documento Zutik Euskal Herria. Se veía que algunos estaban intentando abrir una vía para que viniera lo que luego vino, pero desconocía su profundidad. Me llegaba algún eco, pero nada en concreto. Es verdad que aquel desconocimiento me ayudó a la hora de escribir El triángulo de Loiola con tranquilidad. En la investigación llevada a cabo ahora, me he dado cuenta de que aún quedaba un largo camino por andar en el momento de la publicación de Zutik Euskal Herria.

Enekoitz: La sociedad vasca estaba ilusionada en el año 2010.

Imanol: Aquel libro se publicó en un momento adecuado, viéndolo con perspectiva, porque esclarecía algunas cuestiones del pasado más cercano y eso, quizás, ayudara a algunos a encauzar algunas discusiones. En las presentaciones que hice pueblo a pueblo, se veía que había interés por saber qué había pasado, y también por lo que estaba por venir, porque la gente quería saber por dónde podían ir las cosas. Me preguntaban mucho por el futuro y respondía que no tenía una bola de cristal. Medio en broma, decía que mi próximo libro tendría un final más feliz. Tenía esa posibilidad en la cabeza.

Enekoitz: Y presentaste, casi inmediatamente, la idea de hacer ese libro en Reno.

Imanol: Fue en la primavera del 2010 cuando presenté el proyecto sobre el fin de la actividad armada de ETA en el Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Reno (Estados Unidos) con la intención de conseguir una beca. En el País Vasco en el año 2010 se avanzaba, pero allí no veían que viniera el final de ETA y me preguntaban si tenía visos de realidad aquel proyecto mío. Les respondía que sí. La beca era un programa para cuatro años y mis cálculos eran que el final se daría dentro de ese plazo. Y vino en octubre de 2011 con la declaración de ETA.

Enekoitz: Tras acabar un libro, ¿tenías fuerzas para hincar el diente a otro?

Imanol: Sí. La aceptación que tuvo El triángulo de Loiola me dio fuerzas y motivación. Con aquel libro vi que las dificultades que tenemos para contar las cosas cuando están sucediendo son menores, y se pueden contar mejor, en uno, dos o tres años. Al realizar esta obra, también me he dado cuenta de que no podíamos contar en Berria correctamente lo que estaba sucediendo en la izquierda abertzale en los años 2007 al 2009, porque nuestras fuentes no nos decían gran cosa y los documentos eran todavía secretos. Pero no podíamos esperar veinte años para contarlo. Los periodistas tenemos una labor por hacer antes de que vengan los historiadores; no inmediata, pero sí que he visto que dos o tres años después algunas cosas se cuentan más fácilmente. Necesité sólo un año para El triángulo de Loiola; salió bien y tenía fuerzas para continuar. La investigación actual me costó más trabajo.

Enekoitz: ¿Cuáles han sido tus fuentes?

Imanol: He echado mano de la prensa —me ha sido útil—, de entrevistas —unas 40— y de diversos documentos. He conseguido algunos documentos que no se han hecho públicos, por ejemplo. He tratado de encontrar aquello que no se había contado, porque se dan diversas claves. Por ejemplo, la dirección de ETA le remitió una carta a Zapatero el verano de 2011; había leído en alguna parte que se la había enviado, pero no la había leído, y la conseguí, y en el libro hay algunas referencias sobre su contenido. También logré algunos documentos del proceso interno de ETA. Este tipo de cosas me han ayudado mucho a la hora de darle credibilidad a la narración.

Escrito por: iturri.2015/12/07 16:30:00 GMT+1
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