Hacía tiempo que no escribía nada y mi intención hoy era escribir casi de una anécdota chorra. De una batalla entre columnistas de un mismo diario. De cómo Gregorio Morán se tiraba de los pelos en Nuestra muerte será un suicidio porque en ese mismo periódico se había colado una falta de ortografía en un subtítulo a cinco columnas ("degollan”).
Y de que, a los pocos días, Màrius Serra le había respondido con Sabelotodo Morán, donde le echaba en cara algunas faltas que aparecían en un reciente libro.
Sí, iba a escribir de ello, pero esta tarde un tuit de Ion Ansa me ha llevado aquí: "No sabemos nada. Se dijo que un comedor social, un banco de alimentos..." Y se me han revuelto las tripas.
Esto es, según leo en Una apuesta alimentaria diferente, en la Parte Vieja donostiarra han comenzado a limpiar un local de la Fundación Zorroaga para, junto con Gureak, repartir comida (mediante una fórmula que todavía está por decidir). El Ayuntamiento también está por medio.
Gente que dice ser de la zona ha dejado en algunos bares escritos anónimos pidiendo firmas donde cuelan cosas como estas:
"¿Dónde está la posibilidad de consulta y participación?"
"Si la intención del Ayuntamiento sigue adelante nos conocerán como los vecinos del comedor de la Parte Vieja y no por los de la calle Pescadería".
"No estamos en contra de los comedores sociales -puntualiza este escrito- pero seguro que el Ayuntamiento y Zorroaga tienen otros locales mejor ubicados y apropiados que una calle estrecha y pequeña como Pescadería".
Me han venido a la cabeza algunas imágenes de las navidades pasadas en Madrid. Una fila de gente a la puerta de un comedor de una iglesia. Esperando. Cerca de la Gran vía, muy cerca. Mientras todos nosotros nos sumergíamos en un mar de consumismo.
Y yo me veía en aquella cola. Porque podemos estar más cerca de lo que nos creemos de una cola así. Muy cerca.
¿Qué daño le hace un local como este a la Parte Vieja donostiarra?
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