Anjel Lertxundi: “La memoria tiene sus mecanismos de autodefensa; depende de cada uno enfrentarse a ellos o no”
La memoria, la huída, el sufrimiento, el silencio, la identidad… Todas ellas son parte de la condición humana. Y todas tienen sitio en el último trabajo literario de Anjel Lertxundi (Orio, Gipuzkoa, 1948). Son varias las reflexiones que sobre esos temas cabe hacerse tras la lectura de la novela Ihes betea. El autor ha hablado de ello en el ambiente cálido del salón de casa. No se sufre cuando se habla con él. Son pocos los momentos de silencio. No escapa a las preguntas.
Gorka Erostarbe: La novela cuenta la huída del joven judío Werner Lindemann. Huye de la Alemania nazi, pero también de su pasado ¿no?
Anjel Lertxundi: Sí, en gran medida es una fuga doble. La Alemania nazi, como todos los totalitarismos, lo devoró todo y también engulle a Werner. En su adolescencia tiene una actitud hitleriana enfermiza, y cuando sabe de su origen judío, más que huir de ese pasado, comienza a pensar cómo saldrá de ese contraste y de ese remolino. Hay momentos en los que tiene la tentación de suicidarse, además. Sería otra manera de fugarse, en suma.
Gorka: La historia tiene su inicio en la Alemania nazi. El propio protagonista narra lo sucedido desde la distancia temporal. ¿También te ha ayudado a ti la distancia para contar una historia impregnada de totalitarismo?
Anjel: Sí, me hubiera gustado contar este caso más cerca y situarlo, por ejemplo, en la Guerra Civil española. Sin embargo, la persecución de los judíos me ofrecía una ventaja. Ser o no ser judío es una cuestión biológica, no ideológica. Así, todos los judíos eran perseguidos. No tenía una situación similar cerca. Cambios ideológicos sí, muchos, pero no esos cambios tan violentos, porque el protagonista sabrá que es judío al tiempo que es seguidor de Hitler. Además, el caso de Alemania es bastante conocido para nosotros. Desgraciada, y paradójicamente, más conocido que la Guerra Civil española. Por eso opté por la Alemania nazi.
Gorka: De ser fanático seguidor de un sistema totalitario, Werner pasa a la lucha por la supervivencia individual. ¿Reivindicas esa búsqueda individual?
Anjel: En la primera parte, cuando es hitleriano y nazi, toda su proyección es hacia fuera. Se dedica a tiempo completo a sus amigos, a Hitler, a Alemania, al sueño de una gran Alemania; este joven mira poco en su interior. Un cambio de las circunstancias hace que mire hacia adentro. Está obligado a ello, pues se queda sin nada a lo que agarrarse. No es hasta muy avanzada la novela cuando el protagonista dice por vez primera que es judío. Mientras eso sucede, mira para adentro durante todo el rato.
Gorka: Dice el protagonista, «lo verdaderamente misterioso es por qué la memoria conserva tantas naderías y por qué es capaz de eliminar los más horrendos crímenes». Los claroscuros de la memoria individual y colectiva...
Anjel: Lo hacemos todos, porque es una especie de terapia personal, no recordamos los momentos más terribles de nuestra vida o aquellos en que no hemos estado finos, o si lo hacemos internamente, no lo mostramos en público. Utilizamos mecanismos de ese tipo, porque, de lo contrario, la vida sería muy difícil, sobre todo en momentos sociales conflictivos. La memoria tiene sus mecanismos de autodefensa. Y los aplica tanto personal como colectivamente. Depende luego de uno mismo enfrentarse o no enfrentarse a esos mecanismos.
Gorka: La sangre y el honor. Las dos caras de la navaja. La misma que aparece al principio y al final de la historia. ¿No están muchas veces unidas ambas caras?
Anjel: Los nazis llevaban esas navajas en sus uniformes. Hace algunos años, vi una de ellas en Bilbao. Un amigo de origen alemán tenía una en casa. Era la época en la que estaba escribiendo la novela Otto Pette. Esa expresión aparecía también en el cuchillo de uno de los personajes. Las dos palabras han estado muy próximas siempre en las tradiciones europea y japonesa.
Gorka: Tras conocer su origen judío y darse a la fuga, la intensidad de la acción se incrementa. Pero hasta entonces la intensidad es más psicológica. La relación entre Werner y su padre tiene esa intensidad…
Anjel: Un amigo, Antton Olariaga, me dijo, cuando estaba leyendo el libro, que el protagonista de la primera parte no es Werner, sino su padre. Me dio una gran alegría. El padre sufre, no puede expresar todo lo que quisiera, porque están en la situación en la que están. Calla. Si he conseguido potenciar ese silencio, me quedo muy contento. Creo que es el padre el protagonista de esa primera parte; la voz de los que no pueden hablar.
Gorka: Dice Werner, «el silencio iguala enfado y paz, ambos dos». Hay una reflexión sobre el silencio y sus consecuencias.
Anjel: Sí, porque en esta sociedad quien más habla y a quien más se oye, nunca es el que más sufre.
Gorka: Dice el profesor de Werner, «cuando la mentira ocupa el lugar de la verdad, los mentirosos parecen los más honrados». ¿La mentira ocupa frecuentemente el lugar de la verdad?
Anjel: No hay más que ver todo lo que está sucediendo últimamente. Sin ninguna duda. La mentira tiene una amplificación mayor, o por lo menos la falta de concreción y la mentira en un sentido laso, el discurso sin matices. De ahí provienen muchas torpezas.
Gorka: En su huída, Werner se topa con muchos personajes de segunda fila y son ellos quienes le protegen. La mayoría tiene que ver con el mundo de las letras…
Anjel: Desde el momento en que conoce su origen judío, su camino, más que en las ideas, se desarrolla a través de las relaciones. Depende de con quién se relacione, a quién conozca en su viaje y qué le ofrezca… Si conociera a otra gente, su trayecto variaría. La tragedia de Werner, desde el principio, es que no sabe cómo expresar lo que siente, le faltan palabras. Con ello quiero decir que nuestras tragedias son problemas de verbalización. Sufrimos y si no acertamos a expresar ese sufrimiento, éste se incrementa. Werner busca las palabras justas y sus encuentros con escritores y libros le muestran el camino.
Gorka: Las paradas principales de la fuga del protagonista están en Alemania, Italia y Francia. Tres grandes tradiciones culturales europeas. ¿Te interesan las tres?
Anjel: Primero conocí la cultura francesa, luego la italiana, finalmente la alemana. Son culturas muy sólidas. En otro sentido, también lo es la de España, junto a Latinoamérica. Pero España ha tenido muy poca influencia cultural en la evolución de Europa en los últimos 200 años. El alemán y el francés, principalmente, son cimientos culturales muy importantes. En la novela, más que la cultura de Italia, aparece el concepto fronterizo: Trieste. La frontera cultural, la religiosa, los idiomas… un lugar que siempre ha estado sometido a uno u otro imperio, pero que tiene su personalidad propia. Trieste no es una ciudad típica italiana, ni una ciudad típica austriaca. Tiene un sentido diferente.
Gorka: Habrás tenido que hacer un importante trabajo de documentación. ¿Te resulta atractivo ese trabajo previo a la escritura?
Anjel: Bueno… a veces también resulta pesado, sobre todo cuando tienes que pasar mucho tiempo con cosas mínimas. Por ejemplo, imagina que queremos saber cómo era el sistema educativo de Alemania en 1936-37, si había escuelas mixtas, cómo eran los gimnasios… Son preguntas que te haces. Has te tenerlo claro a la hora de situar a los personajes. Puede que eso no aparezca luego, pero no puedes meter la pata. Ese tipo de trabajo de documentación es el más pesado. Aunque también es verdad que estos últimos años internet nos ha hecho un gran favor a los escritores.
Gorka: Tanto en la novela anterior, Zorion perfektua, como en ésta, Ihes betea, has utilizado el punto de vista de un adolescente para contar la historia. ¿Por qué?
Anjel: Porque es a esa edad cuando está en plena ebullición el problema identitario. Es entonces cuando se concreta. Me interesaba reflejar esos problemas de identidad. También tiene importancia la identidad sexual. Es muy importante para todos cómo se marca la identidad sexual a los 15-16 años. Asimismo, la historia es una iniciación sentimental. Y, claro, en esa iniciación debía contar la adolescencia. Además, tenía como añadido que Hitler persiguió a los homosexuales. Werner está en esa indefinición, la que todos tenemos en la adolescencia.
Gorka: Hay un proyecto para llevar al cine Zorion perfektua. ¿Qué te da? ¿Ilusión, miedo…?
Anjel: Todavía está en la fase de guión. Aizpea Goenaga se está encargando de ello, pero aún es pronto para saber si el proyecto saldrá adelante. Hasta que se concrete, soy bastante escéptico, porque es un mundo muy complicado. Pero tengo confianza plena en Aizpea. Nos conocemos desde hace tiempo. La tuve de alumna cuando daba clases de literatura en Magisterio. Han pasado 20 años desde entonces y tengo confianza en el trabajo que ella puede hacer. Estoy a la espera.
Gorka: Esta novela, Ihes betea, también puede ser llevada al cine, ¿no? Se atisba una película detrás de la novela...
Anjel: Sí, creo que hay una película con esta historia, pero es imposible con nuestros medios, porque la ambientación acarrearía grandes problemas. He ahí otra razón en beneficio de la novela y en perjuicio del cine. Podría ambientar sin demasiados problemas una historia en la Alemania nazi o en la Edad Media. Algo más complicado en el cine.
Continúa aquí.
Comentar