Leí este artículo (Kartzelatik landa) del escritor vasco Iñigo Aranbarri el pasado 12 de mayo en el diario Berria. Cuenta Aranbarri la kafkiana situación que rodea al profesor Karmelo Landa, miembro relevante de la izquierda abertzale recluido durante quince meses ya en la Prisión de Cáceres. Lo triste es que no es una situación que afecte sólo a Landa, ni únicamente a presos vascos. Me da que el Estado de Derecho se está quedando en nada. El título del artículo es un juego de palabras (landa quiere decir fuera en euskara).
Fuera de la cárcel
Cáceres en primavera es tan bella como una obra de arte en medio del campo.
Pero como Karmelo Landa está en una Cáceres sin primavera, no podemos leer sus artículos en este periódico. Desde que está allí, el mero hecho de escribir se ha convertido en una labor titánica. Y hace ya quince meses que se lo llevaron.
Como preso sin condena que es, no debería tener mayores problemas para continuar como hasta ahora lo hemos conocido, trabajando con la palabra. Pero en las cárceles españolas todo se complica sobremanera. Cuando lo apresaron, estaba investigando las relaciones entre literatura y periodismo. Ese es su proyecto de tesis. Dejó miles de artículos aparecidos en la prensa vasca en su casa de Bilbao. Como quiere seguir investigando, y porque tiene derecho a ello como preso preventivo que es, solicitó que le dejaran introducir material en la celda. Le contestaron que han de enviarlo a Madrid, que deben traducirlo al castellano. «¿Traducir algo que se ha publicado en la prensa con todos los permisos?». «Sí, señor, las normas, ya sabe...»
Con la nueva carretera, Béjar ha quedado en un agujero. Más adelante, aparecen varios novillos en el campo, paredes hechas con piedra pizarra, un todavía joven Tajo buscando el Atlántico. Me he acordado de todos los que vinieron a nuestro país dejando estos pueblos. No me extraña que quieran regresar a casa siempre que tienen vacaciones. Todos los amigos extremeños del colegio o de la calle. Entre ellos, Diego García, corriendo en medio del encinar de su juventud. No creo que fuera capaz de reunir ni la cuarta parte de su vigor.
Sin embargo, la cárcel de Cáceres no tiene nada de la hermosura de Extremadura. Es sucia, parece un viejo cuartel militar, arrojada fuera del Casco histórico para no ser vista por la UNESCO. A fuerza de seguir, porque si Landa es algo es precisamente un tipo tenaz, ha conseguido en Cáceres el ordenador que no tuvo en Alcalá. A los quince meses. Se lo dieron la pasada semana. Lo sacó de la caja, lo montó, puso los cables en su sitio, encendió el Windows Vista... y eso, la vista, una pantalla para quedarse mirándola. Imposible conectar el ratón. Le habían quitado la entrada USB. Nuevamente de vuelta a la tienda. Y el dependiente le dijo al abogado: «¡Pero si hace ya unas tres semanas que lo mandamos todo!»
A diferencia de la época en que los trabajadores vinieron para aquí, ahora es fácil ir para allá. Se leen los nombres de pueblos conocidos uno detrás de otro a gran velocidad en los paneles azules. De repente, un coche se nos mete delante. Tras secar el sudor frío provocado al pisar el freno, me acuerdo de los familiares (de presos) habituados a jugar todas las semanas la lotería de la muerte. La mayoría de los que vinieron a Azkoitia eran de Badajoz, de La Serena. El niño José María Piris nació en San Vicente de Alcántara. Desde casa pude escuchar el estruendo de la bomba cuando dio una patada a una bolsa. Tenía casi mi edad.
Como otros muchos absurdos, la lógica de la cárcel es absurda, absurdo el proceso, absurda la argumentación. Se piensa cuál será la acusación tras la detención. El juez decidió en el 2002 que Landa era miembro de ETA, pero no ordenó detenerlo hasta el 2008. ¿Cómo pudo dejarlo libre durante tanto tiempo si era un peligroso delincuente? En plena noche, entre policías encapuchados y cámaras de televisión, lo sacaron de casa esposado. La España del profesor Neira no quiere al profesor Landa. Hay un gran trabajo de fabulación para que lo que no es tenga apariencia de serlo. Lo tuvieron tres días como si fuera un terrorista incomunicado… pero no le hicieron ninguna pregunta.
El día 18 tiene visita de un representante de la Oficina de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas… en el locutorio. A él tampoco le han dado la oportunidad de reunirse con Karmelo Landa de manera más digna. Al otro lado de la sucia cristalera, Carlos Villán Durán deberá escucharlo agachado sobre los agujeritos. En mitad del absurdo, seguro que la situación le hace reír, porque a Landa le gustan los pasajes humanos: «¿Sabes que conocí en Alcalá a un preso social canario del que la justicia se había 'olvidado'?». «¿Cómo que olvidado?». «Cuando remitieron de Canarias a Madrid su informe, Seur extravió el paquete. Nadie se enteró. Se jamó enteritos los cuatro años preventivos aquel don Nadie».
Cuando vuelva a Ginebra, puede que Villán Durán les hable de las pesadillas de Kafka a los de su oficina. Que la cultura de la venganza política condiciona la justicia. Que, por lo demás, España está impresionante en primavera.
Iñigo Aranbarri, Kartzelatik landa. 12 de mayo de 2009.
Comentarios
Tengo que reconocer lo kafkiano de la situación de esta gente en la carcel. El hecho de que estuvieran acusados en el 2002 y fuera en el 2008 cuando se produce la detención de toda esta peña. Pero si esto es kafkiano hay que reconocer que lo otro era aún más, es decir que el cerebro del terror andase por la vida como si 800 asesinados fuesen los muertos de una ente astral llamado conflicto.
Mucho morro karmelo es lo que tienes. Unos años a la sombra no te viene mal del todo.
mwEscrito por: rafota.2009/05/18 20:08:48.513000 GMT+2