Ayer pudimos leer en la prensa cuánto dinero va a ganar la Kutxa en un año magnífico (no lo he visto en castellano, sólo en euskera y puede que el adjetivo usado haya sido sobresaliente). Pero, aún hay más: Caja Laboral también espera sus buenos beneficios. No es más que una forma más de llamarnos tontos a la cara: a fin de cuentas, lo que ellos ganan, lo perdemos nosotros.
Estas pasadas navidades he comprado y leído Florentino Pérez. Retrato en blanco y negro de un conseguidor escrito por el periodista Juan Carlos Escudier y publicado por Ediciones Foca. El autor trata de explicarnos cómo el hijo de un perfumero de Valladolid puede convertirse en el monstruo actual.
Tras terminar sus estudios como Ingeniero de Caminos, metió el morro en un lobby llamado Asociación Española de la Carretera, formado por las constructoras que se dedicaban a ese negocio. Así pasó los últimos años de Franco. En eso y, aunque parezca extraño, en los inicios de la revista Guía del Ocio.
Llegó la democracia y, en las filas de la UCD, ocupó diversos cargos en el Ayuntamiento de Madrid y en el Gobierno Central. Ya sabemos cómo terminó aquel partido, pero como deseaba continuar su carrera política, se metió de lleno en la llamada Operación Roca. El propósito era que los liberales españoles se unieran en torno al Partido Reformista Democrático. No prosperaron en el intento y, además, Flo lo pasó mal.
Decidió dejar la política para otros y ya se dedicó al mal llamado mundo de la construcción. La primera empresa que compró fue Construcciones Padrós, pero el camino hasta la actual ACS está plagado de operaciones diversas (que le han convertido en maestro de la contabilidad creativa, entre otras cosas).
Consiguió ser presidente del Real Madrid al… segundo intento, porque en el primero el viejo Ramón Mendoza fue bastante más zorro que él (es decir, el camino de Florentino hasta ser el líder actual que es ha tenido más de un fracaso). Con el fichaje de Figo bajo el brazo, triunfó en las elecciones del verano de 2000. Escudier cuenta que aprovechó muy bien los contactos que hizo en el mundo asociativo vecinal y sindical de sus tiempos en el Ayuntamiento. Así, los líderes de las dos principales centrales sindicales españolas, Cándido Méndez y José María Fidalgo tienen asiento reservado en el palco del Bernabeu.
Tal y como le sucede, en menor medida, a la Real de hoy, el club madrileño tenía unas deudas del carajo cuando Flo llegó. ¿Cómo liquidar esas deudas y pagar el ritmo de vida del que goza en la actualidad? Pues con un pelotazo urbanístico que atiende al nombre de Valdebebas. Y eso con el beneplácito de la mayoría de los partidos con representación en el Ayuntamiento y la Comunidad madrileños. Siempre tiene que aparecer un/a aguafiestas y ese papel lo cumplió a la perfección la exministra Matilde Fernández. Ella era la responsable del grupo municipal socialista y se negó en redondo a participar en la operación. Flo no consiguió que los socialistas dieran su voto afirmativo.
Pero, tal y como apartó de la radio a José María García, Matilde no ha sido la cabeza de lista socialista en las últimas elecciones municipales. Le ha sucedido Trinidad Jiménez y las cosas van mejor para el señor Pérez. Y es que se arregla a las mil maravillas con un madridista acérrimo como Pérez Rubalcaba, el más fontanero de los fontaneros de Zapatero.
Volvamos a casa. Nuestro club tiene deudas. ¿Quién las pagará? La respuesta no tiene muchas dudas. Por ejemplo, la Diputación Foral de Gipuzkoa ya ha decidido donar dos millones anuales en los próximos tres ejercicios. Como eso no será suficiente, igual alguien vuelve a resucitar una operación que ahora duerme el sueño de los justos. Me refiero a Gipuzkoarena (eso sí, con otra denominación). La propia Kutxa en un año tan magnífico seguro que también pone algo encima de la mesa.
Y es que ya lo dijo Atxaga hace algún tiempo (para referirse a otra cosa): tratarán de vendernos otra vez más eso de adelante y mejor.
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