Ayer por la tarde me puse a traducir este artículo de Imanol Murua que habla de los movimientos recientes en la izquierda abertzale. Su lectura es bastante positiva y me pareció razonable también entre tanto pesimismo. El original se publicó ayer mismo en el diario Berria y lleva por título Uztaiaren beste aldea.
El otro lado del aro
Estando la tregua de ETA en vigor pero el proceso de paz en crisis, allá por el verano de 2006, Batasuna renunció a la creación y legalización de un nuevo partido, porque eso daba la opción al enemigo de apuntarse un tanto antes de garantizar el futuro de las negociaciones; y es que cuando el león pasa por el aro, los aplausos son para el domador, no para el león.
Joxe Mari Olarra habló del aro cuando escribió, en prisión, un artículo publicado por Gara el pasado 13 de septiembre: «Va a ser, ya lo he dicho, un camino diferente por el que antes hemos transitado. No dudo que eso provocará desconfianza e incluso recelos en algunos abertzales leales, daremos pasos que quizás algunas conciencias comprometidas no entiendan en su debida proyección, habrá incluso quien reproche que, al final, estamos pasando por el aro. Pues bien, yo me pregunto: ¿Y si al otro lado del aro está el resorte que controla los mecanismos? ¿Y si pasamos por el aro para hacernos con él?». Hace cinco meses, Olarra estaba anunciando lo de esta semana.
La izquierda abertzale ha dado un paso de gigante esta semana: con la creación de Sortu, ha ratificado el fin de la estrategia político-militar. El paso es enteramente coherente con la senda recorrida estos dos últimos años, pero rompe por completo con las vías de lucha y la estrategia desarrolladas hasta el 2007. Son comprensibles los recelos y las desconfianzas señaladas por Olarra, porque el salto es grande. ¿Qué es lo que ha pasado en la izquierda abertzale? Sabido es que las bases de la izquierda abertzale han debatido largamente sobre la estrategia y los métodos de lucha, y la conclusión ha sido que, en opinión de la mayoría, la lucha armada se ha convertido en obstáculo y, por tanto, que ha llegado la hora de comenzar una nueva fase. ¿Pero por qué ahora y no antes?
Ramón Zallo ha dado en el clavo en un artículo publicado el pasado miércoles en Deia: «[Más que por influencia de la ilegalización por] factores internos como la fortaleza de una corriente con sólidas bases, que ha estado a las duras y maduras; y la (lenta) reflexión interna propiciada por unos líderes pacientes y que, por fidelidad a los procesos de maduración colectivos, han arrostrado con dignidad ostracismo y cárcel hasta poder tomar las riendas». Y más adelante: «La paciencia de 30 años de unas mayorías internas soportando los experimentos cruentos de la vanguardia, con resultados penosos, reclama aceptar [ahora], hecha una prolongada experiencia, el proceso contrario [de quienes no están a favor de esta vía], en aras a la unidad».
Dicho de otro modo: hace ya mucho tiempo que algunos de la izquierda abertzale llegaron a la conclusión ahora hecha pública, pero debido a que había que tomar la decisión de abandonar la violencia sin poner en peligro la unidad del movimiento, ha sido esta necesidad de conseguir un amplio consenso la que ha retrasado durante largo tiempo la decisión del abandono de las armas. Cuando han hablado las armas, quienes estaban en desacuerdo han callado en nombre de la unidad; ahora que se ha pronunciado la mayoría interna, son las armas las que deben callarse en aras de la unidad.
La pelota está en Madrid. Está claro que gran parte de la política visible es puro teatro, y muchas de las reacciones de los dirigentes del PSOE serán eso. Pero no sabemos cuánto hay de ello. Eguiguren, loco de contento; López, prudente, pero dándole la bienvenida a la buena nueva; Zapatero advirtiendo que son los jueces quienes han de decidir objetivamente; y Rubalcaba alegando que el nuevo partido es continuación de Batasuna.
Pongamos que el mejor actor es Rubalcaba: para hacer frente a la presión del PP, el Ministerio del Interior ha decidido paralizar el registro de Sortu e instar a la fiscalía su impugnación, para que luego, cuando el Tribunal Supremo legalice esta opción, el gobierno pueda argumentar que no tiene responsabilidad alguna en la legalización de Sortu. Para redondear esta lectura optimista, si Sortu se presenta a las elecciones, el PP ha amenazado con retirar el apoyo al Gobierno Vasco: una excusa magnífica para adelantar las elecciones al Parlamento Vasco.
Dejemos la interpretación negativa para otra vez, porque la positiva suena bien.
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Escrito por: Marcos Cantabria.2011/02/15 18:15:34.344000 GMT+1