Vuelvo con otra entrevista interesante que me ha dejado sin aliento prácticamente. La leí el otro día en el número de esta semana de la revista Argia y la he traducido de una sentada esta mañana festiva. La entrevistada es Axun Lasa y el entrevistador Miel Anjel Elustondo.
Axun deja bien claro desde un principio que es algo más que la hermana de Joxean Lasa, persona cuyo apellido ha estado ligado durante muchos años a Zabala. Joxean y Joxi. Desaparecieron en 1983 y aparecieron enterrados en cal viva en unos terrenos de Alicante en 1995.
Es el dolor de la hermana de una víctima de la violencia del Estado. No hace apología de nada. Cuenta sus años de dolor, la carga policial que tuvieron que aguantar en el cementerio, los encuentros de víctimas de diferente signo en Irlanda, lo que sintió cuando la Conferencia de Paz de Aiete y el cese de ETA.
"En el País Vasco nos hemos hecho mucho daño unos a otros"
Miel Anjel Elustondo: Axun Lasa, “Lasa y Zabala”, la hermana de Joxean Lasa.
Axun Lasa: He llevado un gran peso sobre mis espaldas ¡y lo he llevado por muchos sitios! Han solido decir eso de “Axun Lasa, la hermana de Joxean Lasa”, pero quiero aclarar que yo soy Axun, Axun Lasa, soy la hija de Jexuxa, de Joxe Mari, amiga de tal... y también soy la hermana de Joxean, un gran honor. La muerte de mi hermano está ahí, pero también soy algo más que la hermana de Joxean, sin ninguna duda.
Elustondo: A finales de noviembre del año pasado, leímos un artículo tuyo publicado en el diario Berria (Itomena; nota: Desahogo también se publicó en Gara) sobre la muerte de tu hermano, las torturas que sufriste... Duro.
Lasa: Aquel artículo fue una liberación. No lo escribí para publicarlo, sino para vaciarme.
Elustondo: ¿Cómo llegó al periódico?
Lasa: Todo comenzó antes de que ETA declarara la tregua definitiva, fue la época de la Conferencia de Paz de San Sebastián. Estaba trabajando, de Alegi a Urnieta, en coche. “Las víctimas de ETA… La Conferencia de Paz.. Las víctimas de ETA… Las víctimas de ETA…Las víctimas de ETA… No hay derecho…”. Hablaban miembros del Gobierno y periodistas, no hacían más que hablar de “las víctimas de ETA”. Una y otra vez. Llegué a la tienda y me dijeron: “¿Qué te pasa?”, “¡Nada!”. Me senté delante del ordenador y comencé a escribir, eché todo lo que tenía dentro según me venía. Cuando lo escribí, no supe si borrarlo o qué... Pero tengo una buena amiga, catalana, periodista, que me ha solido decir: “Cuando te sientas mal, ¡escribe, saca lo que tengas dentro, saca ese mal, vacíate!”. Busqué su dirección, “Myrian”, y se lo envié. Me dijo: “Mira Axun, nosotros aquí en Cataluña, y en Madrid, necesitamos cosas como ésta”.
Elustondo: ¿Tu familia tuvo conocimiento del texto antes de su publicación?
Lasa: Además de la hermana que lo tradujo al euskera, se lo enseñé a otro pariente. Pero para entonces ya no me importaba. Viví muy enfadada aquellos días, me hizo mucho daño lo que escuchaba una y otra vez. Solo escuchaba “las víctimas de ETA”. En la vida, hay cosas que tienes que hacer y una de ellas fue escribir y publicar aquel texto. Conté muchos secretos, cosas que no sabía nadie, ni mis hijos, ni mis padres, nadie.
Elustondo: Hace muchos años leí un libro de otra mujer: Esan gabe neukana (Lo que no había dicho) de Agurtzane Juanena. Desde entonces, han aparecido varios testimonios en los periódicos. El tuyo fue uno de los últimos.
Lasa: Nos ha tocado pasarlas canutas. Aunque debería decir “me”, porque solo me corresponde hablar de mí. ¡Tantas cosas, tantas, y durante tantos años! Mi hermano se fugó en 1981, desapareció en 1983, el juicio contra Galindo se hizo en el 2000... Son muchos años, cada año tiene doce meses, cada mes treinta días, cada día muchas horas... ¡Hemos pasado tantos momentos malos! Finalmente, me di cuenta de que estaba enfermando: dolores de espalda, no podía caminar... Me di cuenta de que necesitaba algo y, en esas, me encontré con gente buena en el camino, gente que me ha ayudado mucho. “Tienes una caja, cerrada, cerrada con cal y piedras. ¡Tienes que abrirla!”. Y tuve que trabajar para volver a mi ser, de una manera muy egoísta, para sentirme mejor.
Elustondo: Antes nos has dicho que llevabas una gran carga encima. ¿Cómo ha llevado la familia el final de Joxean –y el de Joxi–?
Lasa: Con gran dolor. Mi padre lo vivió de una manera, mi madre de otra, mis hermanas y hermanos –eramos nueve, ahora somos ocho– de otra... Una persona me decía “Ya sabrás que está muerto, es de imaginar que lo esté” y yo le respondía: “Si hay que imaginárselo, yo imaginaré a Joxean vivo”. Me pasó lo mismo en una concentración en Tolosa, en 1987. Estaban las fotos de los muertos de ETA, y entre ellas las de Lasa y Zabala. Fue la primera vez que me acerqué a una reunión de aquéllas: “¿Está muerto? Quiero aclararlo, quiero saberlo”. Y lo mismo me pasaba con los amigos de verdad: “Sabes que está muerto”, “¿Cómo que lo sé? ¿Qué se yo?”. Y a la gente que se concentraba le tuve que decir que quitaran aquellas fotos de entre los muertos y que las pusieran entre las personas desaparecidas: “De aquí en adelante yo iré a esas concentraciones, yo llevaré la foto de Joxean, ¡pero no será la foto de un muerto!”. Y así fue, pero los amigos se dieron cuenta de qué hablaba y, además de respetarlo, también me ayudaron mucho. En la familia, cada uno ha llevado esta carga como ha podido.
Elustondo: Los cadáveres de Joxi y Joxean aparecieron en 1995.
Lasa: Entonces también sucedieron cosas muy duras, muy duras. Lo que sucedió en el cementerio fue un palo muy gordo. ¡Piensa lo que fue aquello para la familia! No se puede creer. La mayoría de nosotros teníamos esa preocupación: “No están. Estarán muertos. Tenemos que buscarlos...” Aparecieron, finalmente. Lo supimos. Y preparamos su retorno de febrero a junio. Era nuestra ilusión, a pesar de que estaban muertos. “Viene Joxeantonio, muerto, pero ya llega”. Venía en una caja, no eran más que unos huesos. Fueron a Alicante y pudieron ver el cadáver mi padre, mi madre y dos hermanos. Eramos una familia grande, pero no nos dejaron pasar a los demás. No teníamos derecho. ¡Qué rabia! La vuelta a casa fue tristísima y durísima. No podía quitarme de la cabeza aquella montaña seca, tosca y fea donde los enterraron. De todas maneras, a los pocos días me di cuenta de que “estaban allí”. Preparamos la vuelta con mucha ilusión, sin hacer nada especial. “Pondremos esta música aquí, esta otra allí…”. El Ayuntamiento estaba dispuesto a colaborar. La familia estaba organizándolo todo, allí en la entrada del caserío. Luego, viendo lo que pasó... ¿Que cómo lo vivió cada cual? ¡Como pudo!
Elustondo: Sin noticias de Joxean y Joxi, ¿qué pasaba por tu cabeza cuando había algún atentado de ETA? Es decir, me viene siempre a la cabeza aquel poema de Gabriel Aresti. Joxepa Mendizabal Zaldibian: Etarren amek / asko sufritzen dute, / semeak hiltzen dizkietenean / eta batez ere / semeek hiltzen dutenean (Las madres de los etarras / sufren mucho / cuando matan a sus hijos / y sobre todo / cuando sus hijos matan).
Lasa: Yo puedo confesarlo ahora, entonces no. Entonces era tal la pena y la tristeza acumulada que no podía. ¿Odio? Sí, seguramente. Pero comencé pronto a darle la vuelta. Se hacían convocatorias de uno y otro signo, pero no acudía a ninguna. Entonces también pasé por un calvario. Había un atentado y no les decía nada a quienes decían cosas como “¡no merecen otra cosa!”, no podía decirles nada, ¡porque eran quienes me defendían! “Hay una fiesta… No iré, porque allí estarán éste y el otro, y no quiero estar con ellos…”. Me producía mucho dolor. Viví momentos duros.
Elustondo: En el escrito que remitiste al periódico, Itomena, hay dos dolores: el dolor provocado por la muerte de Joxean y el dolor por las torturas que te hicieron a ti.
Lasa: Tenía un dolor muy grande... Bastante tenía yo con lo mío y bastante tienen los torturadores con lo suyo. ¡Qué odio tienen! ¡Están enfermos!
Elustondo: Jorge del Cura, miembro de la Coordinadora española para la Prevención de la Tortura, nos dijo este año en una entrevista que los torturadores están preparados para ello, es lo que les han enseñado. Después de una sesión de tortura, van a casa, se ponen delante de la televisión, sientan a los niños en su regazo y, sin más, son capaces de ver un partido de fútbol.
: Sí, están preparados para ello y muy bien que lo están. No quiero saber nada de ellos, nada. Perdona... Tampoco les deseo nada malo. Todavía recuerdo lo de Madrid. Las torturas padecidas y los torturadores. Recuerdo dos caras, sus edades, sus ropas... No quiero saber nada de ellos, no quiero saber si están en la cárcel. ¡No me importa! Lo único que deseo es que no le hagan daño a nadie.
Elustondo: ¿No te importa nada Galindo?
Lasa: Lo que más ilusión me haría sería que Galindo reconociera que ellos también cometieron errores, que también han causado mucho dolor. Esa sería mi mayor ilusión. Por lo demás, yo no voy contra Galindo, quizás porque le tengo mucho miedo. De todas formas, lo que más me cuesta perdonar es lo del cementerio. Es una espina que tengo clavada en lo más hondo de mí y que no puedo sacarla.
Elustondo: A todos nos ha tocado, mucho o poco, ir al cementerio. En vuestro caso, con aquella carga de la Ertzaintza cuando había que enterrar a Joxean, creo que me diría a mí mismo que “¡esto no es de este mundo, esto no está sucediendo de verdad!”
Lasa: La muerte es dura; si esa muerte ha sido provocada, es mucho más dura, pero si puedes enterrarlo, si puedes vivir esa pena, es un lujo. Se lo dije a una familiar de una víctima de ETA. ETA le mató a su marido. Estábamos hablando en un ambiente agradable, distendido. “Dime, Axun, dime lo que querías decir”, “No, porque te dolerá”, “Quiero que lo digas, Axun”. Y se lo dije: “Nosotras dos hemos sufrido la violencia, pero lo tuyo es un lujo”, “¡Axun!”, “Perdóname. No tenía que habértelo dicho. No quería hacerte daño. Es duro que a alguien le quiten a su hermano, no tener noticias suyas durante doce años y que, al volver, esperando ansiosamente, ‘¡aquí está, aquí está!’, hagan lo que hicieron en el cementerio. Eso no es posible. Por eso es un lujo lo tuyo”. Recuerdo lo que dijo el padre de Joxean, nuestro padre, en 1983, cuando supo que habían desaparecido. Vine de estar con el abogado y le dije: “No hay noticias suyas, ni de Joxi ni de nuestro Joxeantonio. Ven algo raro y tremendo”. Estaba sentado en la mesa, pegó un puñetazo y soltó: “¡En vez de escuchar esto, prefería escuchar que estaba cosido a tiros en una cuneta!”. Se levantó, se fue y no volvió durante un buen rato. Era muy duro lo que dijo, pero sabía qué estaba diciendo...
Elustondo: Dicen que las víctimas habéis hecho mucho trabajo de cocina, mucho trabajo en secreto.
Lasa: Fuimos a Irlanda, a GlenCree. Allí no había televisión, ni periódicos, ni bares... Nada. Solamente había una buena casa. Si salías a pasear, fuera hacía frío y estaba helado. Nadie podía meter el morro. Ha sido la experiencia más enriquecedora que he tenido. Lo organizó la Oficina de Víctimas del Terrorismo y hemos trabajado bajo la supervisión de tres grandes expertos: Carlos Beristain, Galo Bilbao y Julián Ibáñez de Opakua. Aquellas reuniones no tenían un objetivo determinado más allá de la propia reunión y de ver si la convivencia era posible. Y a medida que la gente dio su conformidad a la convocatoria, salió adelante. Los dos primeros años nos juntamos cinco víctimas de cada lado, pero pronto nos dimos cuenta de que había que ampliar aquello y así se hizo. Ha habido muchas víctimas desde entonces y hoy también hay muchas víctimas, los familiares de los presos entre otros. Estos están viviendo un calvario.
Elustondo: Os reunisteis algunas víctimas en GlenCree, cada una con su dolor.
Lasa: Y eso fue lo que hicimos: cada una explicó su dolor, y unos el dolor de otros, mirándonos a los ojos, escuchando y respetando. Intentábamos hablar tranquilamente, pero no siempre era posible. Vivimos algunos momentos muy duros, unos y otros, pero puedo decir que superados esos momentos surge una... ¿complicidad?... tremenda. Uno de esos momentos, algún abrazo concreto... Siempre recordaré aquello como algo muy agradable.
Elustondo: Las emociones se desbordan. ¿Qué dice la razón?
Lasa: Me apena el camino que hemos seguido en el País Vasco, nos hemos hecho mucho daño unos a otros. Cuando oigo que dicen que esto ha servido para algo, me da mucha pena. No vale. El ser humano no puede matar a otro ser humano, o torturarlo, o... No hay razones para ello. Debemos aprender desde críos que podemos ser muy diferentes y que debemos vivir uno al lado del otro. ¿Que somos diferentes? Hablemos, para arreglarnos entre nosotros, para repartirnos el espacio. Nadie tiene toda la razón y toda la verdad no está en ningún sitio.
Elustondo: Acabemos la entrevista. Dime cómo era Joxean.
Lasa: Un chico muy agradable. Con la sonrisa en la boca. Tenía planta de bertsolari. Mucha labia, tenía la respuesta siempre preparada. Y humilde. No era nada irascible... Solo lo vi enfadado una vez, cuando mataron a Josetxo Jauregi de Ibarra. La Guardia Civil lo mató por la zona de Izaskun, en un control según parece. Entonces sí que lo vi muy quemado y alborotado. Tendría como unos 16 años. Joxean era muy agradable...
Elustondo: ¿El último recuerdo?
Lasa: En Iparralde, nosotros le tomábamos el pelo: “Sabemos que andas de ligoteo”, “Yo no puedo tener novia”, “Todavía no dirás que es una novia, pero sabemos que hay una chica por ahí”. Y Joxean nos replicaba: “Que no, que no puedo tener novia. Sé cómo es mi vida: la muerte o la cárcel”. Era muy joven, no tenía más de 20 años. Soy la tercera de una familia de nueve hermanos y Joxean era el séptimo. Yo cuidé de los pequeños, fui una especie de pequeña madre para ellos.
Elustondo: ¿Joxi?
Lasa: Sí, también lo conocimos. Joxi y Joxean eran muy amigos desde la infancia. Se puso un monolito en recuerdo de ambos en Olarrain, frente al colegio. Eran muy amigos y muy diferentes también. El nuestro era callado, con la sonrisa en la boca, pero callado. Joxi era hablador, siempre estaba hablando con uno o con otro, era alegre.
Impotencia
“Uribetxebarria, el último caso. Estoy muy dolida. ¿A qué se dedican los políticos? ‘Cumpliremos lo que dicta la Justicia, pero no estamos de acuerdo’. Uribetxebarria fue condenado, sí, tuvieron secuestrado a Ortega Lara durante quinientos días, es muy grave. Pero a ti que eres político ¿te preocupa que salga a la calle alguien que ha estado tantos años preso, que tiene una enfermedad grave, incurable? Tú, político, tienes la obligación de saber dónde están Galindo, Elgorriaga y otros muchos más. Encendí la radio y no podía creer que los políticos estuvieran diciendo esa superficialidades nuevamente. Sentí impotencia y dolor”.
Las víctimas en las escuelas
“¿Cómo empezaremos a contarles a los críos esto y lo otro? No quiero transmitir a los niños el odio y el dolor que he padecido. Si hay que ir a la universidad, quizás, ¿pero a contarles cosas a niñas y niños de 12 años? No. Mientras no seamos capaces de hablar tranquilamente entre personas adultas, no. Aquello que dijo Andoni Unzalu del Gobierno Vasco: “Sí, y sería bueno enseñar un zulo, un metro de largo y otro de ancho”. Le dije: “No pienses que yo pediré que se muestre una sala de tortura junto a un zulo. Si queréis ponerlo, allá vosotros, pero no porque lo haya pedido yo”
California
“Cuando mataron a Juan Mari Jauregi, regresaba con mis dos hijos de las vacaciones y escuché: ‘Juan Mari Jauregi… Beotibar… Tolosa…’. ¡Qué mal rato! ‘No quiero volver a casa. ¡Me voy a vivir a California! No puedo, no puedo...’. Tenía un gran lío. Pero, como te he dicho, no tuve fuerzas para decir. ‘¡No estoy de acuerdo!’. Eso ha venido poco a poco, más tarde, despacio”.
Comentarios
Escrito por: Ander.2012/10/12 22:34:51.105000 GMT+2
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Escrito por: iturri .2012/10/13 00:39:40.865000 GMT+2
Escrito por: akerne.2012/10/14 10:01:4.090000 GMT+2
Escrito por: iturri.2012/10/14 18:36:43.501000 GMT+2
Escrito por: Myriam.2012/10/27 01:19:45.251000 GMT+2
Me ha sorprendido esta entrevista...y me ha sorprendido gratamente porque hasta ahora yo era de las que creía que los militantes o familiares de ETA eran personas incapaces de sentir nada. Gente anestesiada en el plano emocional y afectivo, capaces de justificar un fin a través de cualquier medio, sea este cual fuere. Así se lee muchas veces en la mayor parte de las entrevistas a militantes y familiares. Comprendo el sentir de Axun, su dolor, su impotencia. Nadie merece lo que le sucedió a su hermano sea lo que sea que este pudiese haber hecho (probablemente incluso nada). Es triste pensar que un chaval de sólo 20 años haya podido ser secuestrado, torturado hasta la muerte y después enterrado en cal viva. Es inaceptable y como tal, así debe ser dicho, alto y claro.
Con respecto a las tantas veces aludidas víctimas de E.T.A., existen. Las hay. Por eso se habla de ellas. Cualquiera puede ver las imágenes de Irene Villa, destrozada con sólo 12 años junto al vehículo de su madre. El niño de 2 años Luis Delgado Villalonga. Las niñas Julia y Ester Barrera de 4 años igualmente destrozadas por una bomba y una lista larga y dolorosa que abarca muchos años. Hay víctimas de ETA (es decir, víctimas asesinadas por personas (hombres, mujeres) que actúan bajo el nombre de esa organización).
La tortura y muerte del joven Joxe Lasa no justifica las demás víctimas. Ambos son hechos deplorables. ¿Podemos aceptar esa incómoda dicotomía? Todo un reto para nuestra mente (la de todos) siempre dispuesta a dejarse rodar cómodamente ladera abajo sin molestarse en pisar el freno. Pisar el freno es doloroso e incómodo y no es apto para todo el mundo. Lo fácil es dejarse caer, donde quiera que ello nos lleve, sin ejercer por nuestra parte ningún tipo de resistencia. Todo se simplifica, se comprende con sencillez, se pueden digerir las cosas sin necesidad de masticarlas primero....Detenerse y decir..."espera... yo no puedo justificar eso, porque de ningún modo me parecería aceptable para mí mismo o para alguien que quiero". Hacer esto duele. Y tanto más cuanto más alejado y alienado se encuentre uno de su propia humanidad.
He buscado por internet la foto de tu hermano, para saber quien era y he encontrado una foto de él, sonriente, como tú le describes. He sentido pena por él y, por lo que le sucedió y desearía que nunca volviese a ocurrir algo así. Igualmente, desearía que todos pudiésemos llegar a comprender el dolor ajeno y entender que siempre y ante todo, lo más importante son las personas.
Escrito por: María.2013/11/13 22:13:12.398000 GMT+1