El jueves por la mañana se inauguró en el Museo San Telmo una exposición sobre Fernando Postigo. El reportero donostiarra trabajó entre los años 1977 y 2003 para El Diario Vasco y el museo muestra al público hasta el 1 de noviembre unas 300 fotografías de aquella época, seleccionadas por el propio fotógrafo y la comisaria Elisa Querejeta.
Nerea Azurmendi recogió en el mismo DV estas palabras de Postigo, recuerdo de los analógicos años de plomo:
«Teníamos que hacer de todo. Pasar en el mismo día de una rueda de prensa de economía a un coche bomba y por la tarde a un desafío de segalaris. Era terrible. Ese era el pan nuestro de cada día. No se cómo conseguíamos cerrar el cerebro y cambiar el chip».
Al día siguiente, comentaba esta frase con otro fotógrafo. Este tenía una tienda en un pueblo de los alrededores y se le había quedado fijada en la retina una imagen de hace casi tres décadas. Una tarde escuchó una explosión, agarró la cámara, paró a un amigo que tenía una moto, se subió a ella y se fueron a la búsqueda del lugar del atentado. No quedaba lejos, el drama tampoco. Un anciano muriéndose en la calle mientras apenas podía sujetar erguida su cabeza.
Esta misma semana se ha cumplido el vigésimo aniversario del asesinato a tiros de Juan Mari Jauregi en una cafetería de Tolosa. La viuda Maixabel Lasa ha concedido varias entrevistas y su hija Maria Jauregi le ha escrito una carta al padre. Aquella frase lapidaria: «No sé quién me va a matar, o ETA o el propio Galindo.
Dolor, el pan nuestro de cada día hace unos años en nuestra tierra.
Aunque mirando con los ojos de hoy pueda parecer extraño e incomprensible, la vida seguía su curso. Por ejemplo, recuerdo dónde y con quién comí el día que mataron a Jauregi. Si no recuerdo mal, era sábado: comí con un amigo del instituto en un restaurante de Hondarribia.
Hoy ha fallecido Joan Mari Torrealdai. Conviene no olvidar que fue injustamente detenido en el Caso Egunkaria. Aquí su testimonio traducido por @luistxo. Gugan bego. DEP. https://t.co/eaRKJGGTKu
— Javier Ortiz Estévez (@jortiznet) July 31, 2020
El viernes por la tarde se extendió con rapidez por la red la muerte de Joan Mari Torrealdai. En febrero de 2003, una orden del juez Juan Del Olmo permitió que fuera detenido por la Guardia Civil. Una de las operaciones más injustas y perversas del Estado español en nuestra tierra. Amén de cerrar el único periódico en euskera, detuvieron y enviaron a prisión a un buen número de personas. Varias denunciaron malos tratos y torturas. El propio Torrealdai fue uno de ellos.
Algunas personas enfermaron... y fallecieron. Joan Mari enfermó de cáncer y eso le ha provocado la muerte. Él mismo, y su psiquiatra Imanol Querejeta, afirmaban: «Hay relación entre lo padecido y el cáncer de Torrealdai».
Joan Mari Torrealdai fue un trabajador incansable en pro de la cultura vasca. Ninguna persona de bien entendería que nadie fuera detenido, maltratado y torturado a manos de las fuerzas policiales. Mucho menos si es un intelectual respetado en la comunidad. Se hubiera montando la de dios en España si hubiera sido Buero Vallejo, por ejemplo. En cambio, al ser vasco y abertzale, pelillos a la mar. «Algo habrá hecho».
Tras varios años pendientes de la guillotina del Estado Español, fueron absueltos en el 2010 y la causa económica fue archivada en el 2014. Vete tú ahora a pedir una compensación por algo que no se paga con dinero. ¿Y la europea?, que diría Rajoy. Martxelo Otamendi, director del periódico, tiene una sentencia en Europa.
Luistxo llevó durante varios años un blog del caso Egunkaria en esta página. Si queréis más información, podéis echarle el ojo al FAQ del caso Egunkaria.
Dos hechos más de esta misma semana que nos llevan a poner el retrovisor: el 31 de julio, antes de irse de vacaciones, la Audiencia Nacional cierra el caso Bateragune (y acata la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de noviembre de 2018) y Josu Urrutikoetxea abandona enfermo la prisión (veremos por cuánto tiempo).
Afortunadamente no estamos en las mismas que hace veinticinco, veinte o quince años, pero aún hay situaciones pendientes de solucionarse. Avanzamos a trancas y barrancas.
Anormales siempre.
Anormalak beti, apunte hau euskaraz.
Comentarios
Miguel Sánchez Ostiz escribe tras la muerte de Torrealdai
Escrito por: José.2020/08/03 17:58:34.332489 GMT+2
Muchas gracias, José. No lo había leído.
Escrito por: iturri.2020/08/03 18:12:1.760729 GMT+2