A la edad de 90 años falleció el pasado viernes, 3 de mayo, la hermana de mi padre.
Su salud era ya delicada y fue a hacerse unas pruebas médicas. La situación se complicó y ella murió como un pajarito a las 16:00 horas.
Era la única tía que quedaba con vida de todos los hermanos y hermanas de la rama paterna. Se fueron antes Josetxo, Agustin, Joxepa y mi padre, Angel.
Se rompió la cadera en noviembre. Lo de siempre: no está claro si se le rompió y se cayó o, al contrario, primero se cayó y fue el impacto quien causó la rotura. Visto cómo se han complicado las cosas posteriormente, gana enteros la primera opción.
El 23 de febrero fue el último día que la visité en su casa. Fui con mi madre, su cuñada. Mientras ellas charlaban de sus cosas, yo estaba de cháchara con mi primo mayor.
En un momento dado, que es cuando suceden todas las cosas (Lázaro Carreter dixit), les dije que me miraran y saqué esta foto.
Se la enseñé a mi tía y me dijo con toda la naturalidad del mundo: «¡Jesuuus! ¡Qué pinta de atsua tengo!». Atsoa es señora mayor en euskera.
Mi madre es la de la derecha. Para entonces, habían pasado ya dos meses de la caída de mi tía y fue la última vez que la vi con vida.
No pude ir al funeral. Pero se cumplió algo que decía el cura de mis tiempos mozos. Don Inazio solía decir que algún día veríamos un cura negro en el barrio. Pues ya está. El oficiante actual es africano, algunos precisan que tanzano.
Le diré adiós con un poema musicado por Ruper Ordorika. Es obra de un poeta de Tomelloso llamado Dionisio Cañas y su título original es «Cerca del cielo no se vive bien». En euskara, «Zerutik gertu ez da ondo egoten». Apareció en el disco Lurrean etzanda.
Gugan bego, Tia Sabina.
Agur, Tia Sabina, apunte hau euskaraz.
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