El pasado sábado, 10 de marzo, aparte de La Manifestación madrileña, se celebró otra en Bilbao en solidaridad con las personas juzgadas en el macro-juicio 18/98. La periodista Nagore Irazustabarrena acompañó a varios de los 52 acusados en su viaje número 50 a Madrid y lo contó en la revista Argia (en euskara). La traducción al castellano es mía. Hoy es un buen día para poner esto aquí, puesto que ayer finalizó el juicio. Deseo que la sentencia que se dicte haga justicia, pero tal y como se ha desarrollado el proceso parece que no va a ser así.
Viaje a la injusticia
La furgoneta llega a Hernani a las 4:00 de la mañana. Recoge a dos personas y continúa su viaje rumbo a Urnieta y de allí a Villabona. Luego, directos a Madrid. Cada lunes media docena de furgonetas parten de diversos puntos del País Vasco con destino a Madrid. Y regresan el miércoles al atardecer. Ellos mismos conducen por turnos. Al principio, montaban un autobús, pero era complicado recoger a todos. Es por esto que optaron por las furgonetas.
La monotonía del viaje se rompe al llegar a Madrid. “Hace dos semanas esto no estaba así”. Las obras de la M-30 son interminables. A eso de las 8:00 de la mañana, llegamos a la Casa de Campo; las furgonetas vuelven a juntarse. Hasta ahora, el juicio se ha celebrado allí, en una sala especial que la Audiencia Nacional destina a los macro-juicios. Pero desde que comenzó la vista del 11-M, los del 18/98 se han ido a la sede de la calle Génova.
"Nuestra" Audiencia Nacional
Unas horas antes, uno de los imputados ha dicho “¿habéis visto ‘nuestra’ audiencia en la televisión?”. No van a echar de menos la sala de la Casa de Campo, obviamente. Pero se habían habituado al lugar. Ahora hay mucha policía en los alrededores, incluso tanques. “Cuando estábamos nosotros, no había nada semejante”. Como ir a la calle Génova acarreaba algunos problemas, transmitieron al tribunal su disposición a continuar con el juicio en el mismo sitio, los jueves y los viernes. Pero no tomaron en cuenta la solicitud. Desde que comenzó el juicio ha sido siempre así; es decir, no han tenido en cuenta jamás las peticiones de los imputados. Por ejemplo, ya que el sumario está dividido en cinco piezas y que no es lógico obligar a todos a estar presentes en todas las sesiones, pidieron acudir sólo cuando se sustanciase la pieza correspondiente a cada cual. Inútilmente.
Han tomado el Metro en la Casa de Campo y antes de las 9:30 todos están a las puertas de la Audiencia Nacional. Desde la semana anterior saben que la sesión matutina pende de un hilo, porque uno de los abogados de la defensa tiene otra vista y, aunque ha solicitado el retraso de la misma, aún no ha obtenido respuesta.
Tras esperar casi una hora en la calle, el abogado les comunica que, por el momento, la vista queda suspendida y que han de volver a las 11:45. Al poco rato, a través de un sms, les dicen que el juicio se reanudará a las 16:00 horas. Ha sido inútil levantarse a las 3:00 de la mañana.
Algunos han aprovechado este rato para llevar los trastes de la furgoneta al hotel; otros, para dormir; incluso alguno lo ha aprovechado para ir a ARCO. Pero a las 14:00 horas todos se han juntado para comer.
¿Qué cárcel prefieres?
Marta Pérez y Oiakue Aizpiri nos han contado que el fiscal las confundió, que uno de los miembros del tribunal se ha dado cuenta recientemente de la existencia de dos Elkoro en la causa, que uno de los abogados de la AVT se echa sus buenas siestas en la sala y que incluso ha aparecido bebido alguna vez. Luego han comenzado a hablar de las cárceles de mujeres, porque las del País Vasco son malas y, puestas a elegir, tienen buenas referencias de las de Palencia o Salamanca, la de Burgos está obsoleta… ¡Hay que tener humor! “¿Qué quieres? No puedes pasarte 15 meses enfadada. Hay que saber canalizar la rabia”. Durante estos días, oiremos esta frase una y otra vez.
Después de comer, todos vuelven en metro a la Audiencia. Ahora sí, cuando han pasado 12 horas desde que salieron de casa, el juicio se ha reanudado. “Lo que has visto hasta ahora, es el resumen de lo vivido durante año y medio: una pérdida de tiempo”, dice Teresa Toda. El juicio sobrepasa ya las 400 horas y es imposible mantener la atención todo el rato. Sin embargo, Teresa recoge los incidentes en un cuaderno. Nos dice que ya va por el cuarto. El resto pasa el tiempo como puede, leyendo periódicos o libros, haciendo sudokus… No pueden hablar entre ellos porque inmediatamente la presidenta del tribunal, Angela Murillo, interrumpe al fiscal y los riñe. En esos momentos, más que una audiencia, parece un colegio.
Y se confirma lo dicho mientras comíamos: Juan Carlos Rodríguez Segura, abogado de la AVT, se ha dormido enseguida. Una semana más tarde, el abogado que ahora echa la siesta lanza “perlas” de este tipo llegada la hora de la acusación particular: “Nadie ha explicado cómo alguien que ha recibido 170 millones de su padre se los da a una fundación, cuando esta fundación ni siquiera lleva su nombre”.
La solidaridad como delito
Es la hora de que el fiscal haga públicas sus conclusiones y, nuevamente, queda a la vista la falta de razonamientos jurídicos. Enrique Molina dice que la solidaridad entre los acusados es señal de la relación que tenían con ETA. La mayoría de los imputados no se conocían cuando comenzó la pesadilla del 18/98 y la situación les ha obligado a unirse. Ahora, el fiscal utiliza esa solidaridad como argumento (o, mejor, como falta de argumento) en contra.
Salen de la sala a las 20:30 horas. Se retiran al hotel cansadísimos. Esta noche será una excepción. Normalmente se hospedan en un albergue, pero hoy no hay sitio. También comen allí, según dicen, a costa de su salud. Por ello, muchas veces traen la comida desde casa. Incluso hay alguno que sale a practicar deporte a las 7:00 de la mañana.
Bienvenidos al circo 18/98
A la mañana siguiente, como siempre, los acusados llegan a la audiencia a las 9:30 horas. Después de pasar el control de seguridad, quedan a la espera del inicio de la vista. Pero Iker Beristain ha de ser trasladado desde prisión y no llegará hasta las 11:00 horas. Mientras tanto, un incidente: un policía le ha dicho, de malas maneras, a uno de los imputados que ha de llevar la tarjeta de identificación a la vista.
Llega Beristain, todos los acusados están en la sala y parece que el juicio va a comenzar. Pero en unos minutos todos están nuevamente fuera: “Angela Murillo nos ha expulsado porque dice que no puede soportar las risitas”. Se sienten como niños en la escuela, pero la mayoría se lo ha tomado con humor y todos con paciencia. “Lo de las risitas es una excusa, la presidenta se ha puesto nerviosa porque el magistrado Nicolas Poveda ha llegado tarde”.
Para adentro otra vez, solucionados unos pequeños problemas técnicos y casi dos horas después de lo previsto, al fin se reanuda la vista. El fiscal Molina ha seguido con su informe. Hoy tampoco han aparecido por ningún lado los razonamientos jurídicos y, en su lugar, éstas son las supuestas pruebas argüidas: haber sido interventor de EH en unas elecciones, haber ido en una marcha a favor de los presos a Bruselas, haber participado en una asamblea de Jarrai en 1990…
La cumbre del surrealismo llega al referirse a Mario Zubiaga: “Tiene un elevado nivel cultural y eso demuestra que sabía muy bien lo que hacía” ha dicho tranquilamente Molina. Ayer la solidaridad como delito; hoy el nivel cultural.
Un abogado venido desde Québec como observador ha acertado de pleno al decir que este juicio es un circo. A las 13:15 horas la presidenta Murillo ha suspendido la vista hasta las 16:30 horas. Tras la ida y vuelta en metro para la comida, los imputados están otra vez en la sala. Han permanecido pocos minutos en la misma: nada más sentarse, la sesión vespertina y la del miércoles han quedado suspendidas, porque el magistrado Nicolas Poveda está enfermo.
La entrada de la Audiencia Nacional se ha vaciado en un santiamén. No quieren perder (más) tiempo. Estarán en casa cuatro o cinco horas después; seguramente con la sensación de que el juicio no acabará jamás. Esta semana casi han pasado más tiempo en la carretera que en la Audiencia. “Queremos que el juicio termine cuanto antes. Luego ya veremos”, nos dice uno de los acusados. Aunque no puede esconder su preocupación por el futuro.
Han hecho un llamamiento a la sociedad vasca para que acuda a la manifestación del (pasado) sábado en Bilbao. Aunque se empeñen en la defensa jurídica, las actuaciones de la fiscalía y de la acusación particular les hacen pensar que no servirá de nada. El juicio es político y creen que es imprescindible presionar lo más posible. Les quieren imponer una pena ejemplar (ya se la han impuesto); y esa pena necesita una respuesta ejemplar de la sociedad vasca. Los imputados del juicio 18/98 al menos han mostrado una paciencia, una fuerza y una solidaridad ejemplares durante los quince meses que dura esta pesadilla.
Comentarios
Escrito por: jesus cutillas.2007/03/15 09:39:43.371000 GMT+1
Sin que sirva de consuelo, los vascos que sufren estas injusticias están organizados y consiguen que aquí, más o menos, se sepa. ¿Cuánta gente habrá tratada de igual o peor manera? Por ejemplo, los mal llamados delincuentes comunes o los árabes que pasaban por allí (células terroristas con dixan, quiero decir).
Escrito por: iturri.2007/03/15 10:11:42.373000 GMT+1
http://www.javierortiz.net/voz/iturri
Escrito por: Samuel.2007/03/15 12:19:2.935000 GMT+1
http://www.javierortiz.net/voz/samuel