Luego quedaron libres cuatro (entre ellos la pareja abogado/defendido del estrafalario incidente del despacho), y se impuso fianza a cinco: Mikel Sorozabal, Joxe Mari Sors, Mikel Azkune, Joanmari Larrarte y Xabier Legarra, que tuvieron que pagar para salir a la calle. Sólo dos de estas personas están ahora imputadas: Sorozabal y Sors, en el sumario económico.
Al contrario de en la primera operación, ninguno de estos detenidos refirió malos tratos.
Puede comprobarse en los archivos del Ministerio de Interior como presentó el juez (y con el juez, el gobierno de entonces y la prensa que le era afín) aquella operación. Se ve en esa nota ya el derrotero que tomó la investigación de Del Olmo: a falta de ETA, se lanzaron a la búsqueda de cualquier irregularidad económica que justificase todo el tinglado. Ello ha derivado en uno de los juicios ahora pendientes.
Tras la operación de octubre, se volvió a convocar a los ciudadanos a una manifestación en Donostia, y fue también multitudinaria, aunque quizás algo menos que la de febrero. Al día siguiente de la manifestación, el 19 de octubre de 2003, El Diario Vasco publicó un editorial bastante rastrero, en el que venía a decir que peor que cerrar periódicos y detener inocentes era la unanimidad del mundo del euskera al creer en la inocencia de estas personas perseguidas.
El euskera representa, cultural y socialmente, un bien demasiado delicado como para que se extiendan sombras de sospecha sobre los ámbitos de su promoción. De ahí que sea deseable que el juez que ha suscrito las órdenes de detención explique a la menor tardanza y con la mayor claridad las razones que le han llevado a adoptar tan drástica medida. Pero lo que resulta verdaderamente pernicioso es que la situación sea aprovechada por quienes tratan de hacer del euskera un mero instrumento de sus aspiraciones o un simple tótem de su visión etnocéntrica de la sociedad vasca. La idea de que existe una forma moralmente elevada de conducta y compromiso cultural que adopta la desafortunada denominación activista de euskalgintza constituye una verdad incuestionable para demasiadas personas capaces de comunicarse y producir en euskera. Pero lo deplorables es que los evidentes riesgos de sectarización o, lo que es lo mismo, de cultivo de una estéril unanimidad respecto a determinadas concepciones y prácticas en torno a dicha lengua no cuente, precisamente cuando se habla de cultura, con la dosis suficiente de espíritu crítico dentro del denominado mundo del euskera.
Los subrayados en negrita son míos.
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Escrito por: pedro oroz.2008/12/02 16:16:6.273000 GMT+1