Usando la natural simpatía hacia el que sufre (siempre que no exija mucho más que compasión) los medios nos hacen ponernos continuamente en el lugar de las víctimas: accidentes de coche, robos, atentados terroristas... lo inevitable al poder, la otra cara de la lotería, el azar como dictadura indiscutible, el inflexible destino.
Pero sin entrar más en la calidad de las víctimas, quiero hacer caer en la cuenta (por si alguien no cayó) de que en realidad lo que los medios nos están mostrando no es tanto a una víctima sino la fuerza de quien señala quién lo es (o no, según convenga al "consenso invisible" heredero de la mano de Adam Smith).
Y no lo digo tanto por la catalogación de víctima en los casos en que sería al menos discutible, cuanto por la omisión de víctimas indiscutibles que sencillamente desaparecen y nadie hablará de ellas cuando estén muertas.
¿Que a qué viene esto? A que me ha llegado una nueva carta de Amnistía Internacional hablándome de conflictos sobre los que no tenía ni idea y de gente a la que nunca he visto en los periódicos.
Y esos aún son afortunados porque alguien se acuerda de ellos. El resto pasará a engrosar la lista de las víctimas desconocidas. ¿Para cuándo una estatua en su honor? Supongo que para cuando alguien piense que puede sacar algún tipo de rentabilidad al asunto.
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