Nunca los nuevos caminos son tales
en realidad sólo son un matiz,
un destello, un detalle, un algo que vale
escondido en la más lejana raíz
pero ¡cuánto placer para el alquimista!
(excitación que no compra el dinero)
¡cuánto deleite para la vista
del que descubre en lo antiguo lo nuevo!
Sea verdad o no
lo que era vicio hoy es moda y juego
y la hormiguita no entiende al tractor
sea verdad o no.
Exploradores de mundos cercanos,
obsesionados por sus sutilezas,
gentes que exprimen la vida con manos
de conquistador ¡implacable la empresa!
Y de esta élite de micronautas
hay quien disfruta más altos nirvanas,
quien reconoce en su invento y paciencia
mejoramiento de la especie humana
Sea verdad o no
lo que es trabajo para un carnicero
para otros es necrofagia y dolor
sea verdad o no.
En Murcia hace un par de años creamos un evento llamado Domingo Sin Prisa. Lo celebramos una vez al mes y consiste en ocupar una plaza para pasar el domingo haciendo trueque, los críos jugando, micrófono abierto para el que quiera cantar y contarse algo, comida gratis para todos (con bote para pagarla, que no hay subvenciones) y en general, charlando con quien se acerca sobre lo que se nos ocurre. Tranquilamente. Perder el tiempo. Sin prisa. Intentando disfrutar por estar junto a quien quiere estar allí tranquilamente disfrutando del tiempo en nuestra compañía.
¡¡Cuánto nos cuesta!! He de reconocer que por inercia político activista, estoy acostumbrado a medir el éxito en términos de cuánta gente viene y cuánta repercusión tiene en los medios, no cuánto de bien me lo paso. Es un error. O al menos es algo sobre lo que los domingos sin prisa me están ayudando a reflexionar.
Quizás los seres vivos no deberíamos objetivizar tanto los resultados, o no al menos en todas las ocasiones... quizás deberíamos obsesionarnos un poco más por encontrar un espacio cualitativo suficiente y dejar que el disfrute de la utopía fluya. Quizás no dejar que fluya sea el primer obstáculo para que no venga la cantidad de gente que debería tener derecho a disfutar de ella. Quizás seamos tan poco convencionales (pretender disfrutar de un espacio público así) que espantemos. No sé (para variar).
De lo que sí estoy seguro es que si el arte es creatividad y comunicación, los domingos sin prisa son una obra de arte colectiva de la que me siento muy orgulloso.
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