Esta debería ser la canción con la que debería abrir los conciertos que doy, pero eso resultaría ser contradictorio con el objetivo de la misma, por lo de aburrido, así que no la canto casi nunca. Una forma de darme consistencia tan buena como cualquiera, llamémosla "coherencia por ausencia". Sin embargo últimamente me viene mucho a la cabeza porque estoy metido en un raro proyecto (otro) que implica un exhaustivo análisis de lo que voy produciendo y esos criterios (ni aburrido, ni inconexo, ni ofensivo, ni sin razón) me rondan como un lobo amenazador dispuesto a guillotinarme de un mordisco (lo de pescozón se lo dejo a los vecinos, más misericordes ellos) en cuanto me descubra en tales faltas. Pero tampoco debo flagelar en exceso mis sentimientos espontáneos, porque me provocaría parálisis e indiferencia y eso no sólo tampoco sino que menos. Así que aunque a riesgo de sufrir continuamente a garras de la autocrítica, debe haber acción y crecimiento (me repito y repito a mí mismo)... no, Jesús, no dejes que la pereza encuentre un aliado perfecto en la puñetera perfección, no, Jesús, sufre lo que sea necesario pero crea algo, joder, que a la alternativa, la nada, vas a llegar igualmente.
Recuerdo que cuando la canté por primera vez (y no es de las que haya cantado mucho) estaba mi madre cerca escuchando y al acabar de cantarla me comentó con una compasiva sonrisa: "¡A mí, hijo! ¡A mí!" A lo que yo respondí: "¡Hombre, mamá! Que no es eso... " En fin, que el amor de madre es lo que es, pero por mucho que nos pueda llenar (sobre todo a ellas) pues que uno busca otro tipo de otras.
Ahora que soy padre puedo entender su respuesta, hay un deseo orgánico y visceral por que tus hijos no sufran, pero por mucho que lo desees, la realidad está ahí. Implacable. Y si toca sufrir, pues eso toca y ya está. Más nos vale aprender lo que podamos para minimizar el efecto del dolor.
Hace ya años (bastantes) en los que voy viviendo en pareja (que es lo que allí veía como inalcanzable) con lo que supongo que de algo me valdría la experiencia de entonces. Pero no he olvidado que cuando la soledad no es deseada, es una de las más desesperantes experiencias que se pueden pasar. Sufrimiento que, mucho me temo, no voy a poder evitar a mis hijos. Como tantos otros.
Sólo me quedará lo de mi madre, llamar la atención y ofrecerme con la esperanza de que la soledad lo sea un poco menos y, con ello, un poco mayor la fuerza para aprender.
No hay una lucha que nos venga en pasado (ya acabó)
porque el futuro se abre por todos lados,
hay que otra vez probar, probar de nuevo,
para el escepticismo siempre hay tiempo.
NI REFORMISTA,
NI REVOLUCIONARIO,
NI COMUNISTA,
NI PACÍFICO O LIBERTARIO
SOY LO QUE DECIDAMOS SERNOSOTROS
LO MIO ES SUMAR, LO MIO ES SUMAR,
BASTANTE RESTAN OTROS
(Y ASÍ NOS VA)
ASI QUE LAS PERSONAS,SUS IDEAS,
ENTENDERNOS
MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS
ES LA MÁS FÉRTIL TAREA
Y LA PRIMERA SOLUCIÓN
Y ME MACHACO CON QUE LAS PERS...
INSISTO, LAS PERS...
INSISTO, INSISTO, INSISTO, LAS PERS...
Tengo un amigo con el que estoy haciendo una reflexión sobre cuales son los límites de lo que podríamos considerar enemigos de clase... él es partidario de agrupar a los enemigos, yo lo soy de diferenciarlos y distinguirlos.
Cada uno tiene una historia personal que avala sus intenciones. La mía cuenta con la imagen de una manifestación contra la guerra de Irak en la que en un momento dado, y al ritmo de una música de fondo que ahora no recuerdo, se formó una serpiente de gente (uno detrás de otro) bailando cada uno con sus banderas... blancas, arco iris, anarquistas, republicanas, comunistas, negras, blancas...
Si en ese momento fuimos capaces de bailar juntos ¿no será que el resto del tiempo las palabras nos pesan más que los sentimientos ? ¿no será que, con demasiada frecuencia, ponemos por delante nuestros prejuicios olvidando que sólo somos personas y que el enemigo es más impersonal y por eso no tiene problemas para vencer?
De esa imagen surgió esta canción, ojalá en cada manifestación pudiera encontrar serpientes multicolor bailando... ojalá. Sería la primera victoria.
Era septiembre de 1994. No tengo más
datos en mi libreta de apuntes. Pero recuerdo algo de cuando fue
compuesta y porqué así.
Supongo que no seré el único que
admira las coplas a la muerte del padre de Jorge Manrique. Desde
siempre me había fascinado esa estructura de pie quebrado. El corte
violento entre el segundo y tercer verso. Esa forma de salir rimando
a pesar de todo. Disfruto no sólo porque me parece una poesía tan
honda como honesta en su tema y desarrollo, sino porque discurre con
tal naturalidad que pareciera que el artificio (toda rima lo es) no
fuera sino la razón por la que fluye así. Un puntazo, vamos.
El caso es que en esa época yo no
estaba en mis mejores momentos personales. Sufría el tercer grado
carcelario (ni prepararme oposiciones podía), en paro (no muchas
perspectivas laborales), sin dinero (bastante lógico) y mi pareja
se había ido un mes por ahí (yo ni me podía mover de la región
sin permiso). Esto es, ideal para que la astenia otoñal me hiciera
un favor.
Tanto me hundía la realidad, que me
surgieron esta serie de improperios frente a la cual, lo que me
pasaba a mí eran tonterías. Al menos mi autoestima todavía no
había caído tan bajo que no me pudiera reír de mí mismo. Por
aquello del consuelo de los tontos, me hizo sentir bien pensar que
podría estar peor. Y claro, no podía aparecer con naturalidad otro
tipo de estructura poética que no fuera ésta, el paradigma del
luto. Yo la teñí con una cierta ironía a base de exageraciones,
por no atreverme ni a intentar llegar al nivel del maestro. Lo mío
era más de jugar.
A veces alguien (raro) me pide que la
cante. Me divierto cuando lo hago, sobre todo por pensar que puede
pensar el oyente que la escuche por primera vez en ese concierto.
Cuando en el tercer cd, quise crear una
estructura ondulada (alternar ritmos diferentes siguiendo un patrón
básico constante), este tema (fragmentado en las tres secciones que
podéis oir aquí) me sirvió como base para lo que iba buscando.
Algún malintencionado me ha dicho que o la dividía así o no había
modo de hacerla digerir a nadie. Yo quiero ser más positivo (me lo
pide la canción), la disección fue intencionada y por un fin más
alto: una idea superior, necesidades estructurales que hicieran
encajar mi fantasía sobre el desenlace de la trilogía republicana
(así se llaman mis tres primeros cds).
1996.
Tras el suicidio de un par de militantes ecologistas alemanes (o eso
dijeron, lo de suicidio) nos quedamos reflexionando (un par de
segundos) y empezamos a soltar por la boca las frases que fueron
después articuladas como contenido de esta canción. Frases de
indignación y lucha.
No es que el suicidio no nos mereciera
todos los respetos (que nos los merecía) sino que en ese momento nos
dolió más el que gente currante en algo más allá que su propio ombligo
(no hay tanta) decidiera acabar con su vida de esa manera... quizás la
más consecuente... no lo sabemos porque no conocíamos todos los
detalles del asunto... vamos, que en ese energético
momento reaccionamos contra todo tipo de rendición (incluso aparente).
Mariano
es un buen amigo, de esos colegas en los que puedes confiar porque te
fallarán lo mismo que te fallarías tú, no más. Un lujo vamos. El pobre
lleva desde entonces el sambenito de que todo el mundo le mire y sonría
en los conciertos donde canto la canción, porque la gente sabe que el
tal Mariano es él. Mientras hay quien canta el tema como himno de
afirmación política personal (me consta... yo mismo a veces) otra parte
del cabrón que puedo llegar a ser, se divierte buscando como poner más
en evidencia al susodicho. Lo acepta con una sonrisa. ¡Qué remedio!
Desventajas de estar el telediario equivocado en compañía equivocada.
Ya
no trabaja en un taller arreglando pinchazos, ha pasado por técnico de
ordenadores (en esa empresa sacaron lo de "¡Cuánta presión! ¡la ostia,
cuánta presión!"), camarero, vendedor de electrodomésticos, filósofo,
educador social... y lo que le quede. Pero sigue miltando en grupos que
van más allá de su propio ombligo. Será porque sabe cosas.
Lo malo del pan para hoy y hambre para mañana, es que el mañana llega. Inevitablemente. La alternativa sería peor.
Cuando nuestro país entró en la ahora unión europea, los magnates centroeuropeos nos obligaron a tomar decisiones en el sector primario y secundario que muchos calificábamos de suicidas. Claro, que nosotros no nos íbamos a beneficiar de las ventajosas subvenciones que iban a llegar para “apoyar” la “modernización”.
Recuerdo que tras la lucha porque no se cerraran los altos hornos de la margen izquierda del Nervión, uno de los técnicos me comentó que la producción era rentable y que las empresas rentables no se deberían cerrar ¿no? Pero claro, las decisiones imperiales tienen eso, que sólo se entienden en el conjunto del beneficio imperial. Él se tuvo que conformar con cobrar una prejubilación a sabiendas de que el lugar donde había trabajado tantos años se hundía y con él, el futuro del trabajo para las generaciones siguientes de su alrededor. Clase baja. Las decisiones las toman quienes pertenecen a otra clase social. A España le tocaba ser un país de turismo y servicios para el ocio. Frágil. A expensas de. A riesgo de. Carne de crisis.
Y de tales soplos, estos vientos.
El otro día di un concierto y me pidieron que cantara esta canción. Hacía años que no lo hacía (se compuso, grabó y olvidó hace casi una década). Me sorprendió la vigencia de la misma. Me demostró que la profecía no se basa en la capacidad de ver el futuro sino el presente. Desearía que esta canción dejara de ser profética cuanto antes, pero me temo…
Mi himno de agradecimiento a la OTAN en
su glorioso 50 aniversario. Era 1 de mayo de 1999.
Todavía me hace recordar las
manifestaciones antiOTAN de Cartagena (una ciudad tan
militarizada...), las sentadas, los encierros, encadenamientos... en
fin todo lo que da sentido al antimilitarismo porque lo hace activo y
no violento.
Hay gente que me ha preguntado por qué
ese título. Son personas que nunca han tenido que podar limoneros.
Las espinas de estos árboles, no sólo existen (aunque la gran
mayoría de las personas ni son conscientes de ellas) sino que son
duras, muy duras, y, a la vez que camufladas, flexibles. Tan es así,
que existen un tipo especial de guantes para podar limoneros, guantes
de cuero que cubren todo el antebrazo. Hay un antes y un después
tras el uso de ese tipo de guantes. Pues lo mismo los ejércitos.
Elegantes y casi escondidos hasta que tienen que (òrdenes son
órdenes) matar.
Y por encima de todo, como no, el
negocio de las armas y lo que con ellas se dice defender que no es
otra cosa que la propiedad privada de los que más tienen. El resto
son excusas más o menos trascendentes. Porque diga lo que diga (y
como lo diga) la ministra de defensa (¿qué otra cosa podría decir
cualquier ministro de defensa?), el ejército más humanitario es el
que no existe.
Pero tampoco hace falta ser tan
radical. Incluso en mis momentos más antimilitaristas respeté al
ejército zapatista, un ejército que nació con el firme y explícito
propósito de desaparecer. Así podemos entendernos.
Hacía dos años que había comprado la casa de La Raya, un lugar de más de cien años, paredes con 40 centímetros de piedra arenisca y cal hidraúlica, techos de caña, barro y tejas viejas, suelos de tierra… al lado del río, en una de las pocas zonas que aún se riega con acequia. Huerto y selva, entre Murcia y Alcantarilla, limoneros, palmeras, higueras, zarzas, ratas, culebras, garcetas, topos…todo un proyecto (por eso me costó tan barata, de hecho, los que me la vendieron me recomendaron usar una excavadora, tirar todo y hacerme un chalet con piscina. Claro ¡con mis millones! ¿y desaprovechar esa maravilla de muros? ¡Anda ya!).
Decía que hacía dos años me había comprado la casa y había comenzado a cambiar ventanas, cementar suelo, enfoscar paredes, colocar puertas, columnas y vigas de madera… estaba tan centrado en la construcción que no me daba cuenta de lo bien que me lo estaba pasando (antes apenas sabía usar un taladro). A eso se le llama pasión. Un tanto forzada, eso sí, porque tampoco tenía dinero para contratar obreros. Vale, ya que tenía que hacerlo yo... ¿por qué no disfrutar con ello?
Y surgió esta canción. Una canción de amor como otra cualquiera.
Recuerdo de siempre la imagen que mi padre, maestro vocacional (si eso existe), usaba para explicar su profesión a nuestros vecinos. Un albañil pone un ladrillo y al día siguiente sigue construyendo sobre él. Un maestro pone un ladrillo y al día siguiente lo vuelve a poner y al siguiente, y al siguiente… hasta que al finalizar el curso la casa está hecha nadie sabe exactamente cómo. Eso es tenacidad y lo demás tonterías. Nos pagan para ello.
Algo parecido ocurre con el trabajo social, militancia política incluida... bendita paciencia. Constancia frente a los que tienen los recursos y el poder para el cambio rápido. Las sociedades evolucionan lentamente. Los lentos son los cambios profundos. Los útiles.
Con la construcción de mi casa (desde los cristales a los tornillos, desde la cubierta a los interruptores, desde el alicatado hasta el pozo ciego) la vida me ha dado la oportunidad de saborear ese otro placer, el de quien construye algo que no se cae (por ahora).
Algo parecido quise hacercuando arreglé el tema, trabajo de puzzle hormiguita, detalles que se van ensamblando, como los arreglos de la versión coral a una sola voz que he subido. Artificio y empeño puro que, a pesar de todo, suena.
Todavía me asombro algunas tardes cuando veo como el sol da en una pared y pienso que lo hace gracias a que levanté esa pared ahí. Con mis manos y sudor. Sucio.
Y gracias a la gente que me cubrió mientras tanto, esto es, que se ocupó de cosas que debería haber estado haciendo yo, que estaba disfrutando en otro sitio. Gente como María que estaba con Ulises en la recta final de la obra o los que mantuvieron a la Asociación Murcia Canción de Autor mientras yo batía cemento.
Creo que fue en 2002 cuando el 20 de Junio se produjo una huelga general. Ese día acabé de ultimar la música por puro espíritu de contradicción conmigo mismo y con la realidad (volví a casa después de la mani y los piquetes y me desahogué con esta bonita historia de amor)... pero ¿quién puede poner puertas a la inspiración?.
Suelo escribir primero las letras (y reescribirlas y reescribirlas), luego busco un estilo musical (el aire, el ritmo, la velocidad) con unos acordes aproximados y al fin perfilo la melodía (que a veces me obliga a reescribir la letra y todo lo demás).
Recuerdo que la letra salió unos días antes rápidamente. En una sóla mañana tenía la composición (elegir tema, desarrollo argumental, aplicación en versos, vocabulario...) . Lo recuerdo porque no es normal que me pase eso (suelo tardar muuuuuuucho más) y porque nada más acabarla, con la emoción del momento, se la leí a dos compañeras de trabajo (algo también extraordinario, suelo dar tiempo antes de hacer público lo que hago, por pudor, poner distancia...). No sé si fue contagio o que, pero al acabar mi lectura les brillaban los ojos como aprobando la energía de lo que acababan de oir.
Para esta canción quería un aire alegre con reminiscencias a la música centroafricana y a la mejicana. Complicado. Sólo se me ocurrió lo que podeis oir en ambas versiones. La orquestada me suena más africana que la de la marimba, paradojas, porque lo que pretendía era darle un aire más mariachi, pero al final quedó como orquesta de pueblo suburbial de Costa de Marfil (o Uganda, que para tópico, todo vale). El asunto fue que no encontramos un trombón de baras y sí un saxo alto y eso condicionó todo lo demás, ejemplo de cómo un sólo instrumento puede cambiar la calidad sonora del resto. No pudimos decir que no a esos arreglos, encajaban con una historia de apaños y salir palante con humor que es lo que queda.
Y la versión de la marimba, está tan sencilla y en su sitio que no sé cual de las dos versiones me gusta más. Por eso he subido ambas.
De hecho tenía pensado reversionar el tema para mi próximo cd, pero hasta no se me ocurra como mejorarlas, no lo voy a hacer.
La idea arrancó de una charla sobre desarrollo a la que fui. Ya no recuerdo las circunstancias de la misma, sólo que cuando acabé, me dije a mí mismo no sólo que la creatividad aplicada podía superar a cualquier fantasía sino que más vale que nos divirtamos con ello, porque el resto puede ser muy desagradable. Entonces ficcioné usando de fondo una crítica: la hipocresía del primer mundo mandando excedencias (con frecuencia caducas) como forma de exención de impuestos para las empresas o “colaborando” (armas a cambio de permisos de extracción de materias primas a empresas de la metrópoli) para engordar la cifra de la ayuda estatal a paises en desarrollo ante los posibles votantes.
Sí, el mundo es así, eso no quiere decir que nos guste, pero tampoco que no podamos encontrar en el mismo mundo motivos para sonreir.
Trabajo de revisión de las canciones que puedo mostrar con menor rubor. La historia personal de un tipo, casualmente yo, a través de sus composiciones. Temas que siguen estando presentes.