Si nos toca ser maricones
porque nos queremos
pues con mucho gusto ¿y qué?.
Si nos toca ser nada, poco más tenemos
y ya estamos muertos.
Si nos toca ser subversivos
porque duele el mundo
gritaremos oscuro y rojo y más...
Y durará lo que dure
y será lo que seamos
y tocará al que le toque tocar,
es nuestro lujo
cantamos como Dioses.
Tengo un buen grupo de amigos
con los que ser Dioses,
y un universo y un reto
y una gran satisfacción
y si se nota mi orgullo
es el orgullo de un Dios por ser...
Si nos toca ser comeflores
porque hay sentimientos,
mímame, mímate.
Si nos toca ser payasos
porque nos divierte
no tomarnos en serio ¡qué bien!
¡que durará...
El orgullo de un Dios
que es el orgullo mejor.
Escuchando la composición de un compañero descubrí lo que me gustaba. No sólo porque este compañero era un igual, lo conocía, entendía de lo que me estaba hablando.. sino porque la obra en sí me hacía vibrar, moverme a su nivel, había conseguido comunicar conmigo. No me hacía falta acudir a las propuestas de las grandes multinacionales para encontrar la calidad que necesitaba mi búsqueda de ingenio, la encontraba sin ir más lejos en gente que me rodeaba, con la que compartía conciertos, asambleas y tantos momentos...
Eso me hizo sentir como Dios. En el más pleno significado de la palabra. Se había revelado ante mí la naturaleza de la creación, de la común facultad para inventar, para poseer por completo una realidad.
Fruto de ese arrebato fue la composición apasionada de esta canción que ahora os muestro. Os deseo que encontréis con quien homenajearos lo mismo que yo encontré (y encuentro por ejemplo cuando leo algún artículo de esta página web que me llena del orgullo de pertenecer a este grupo o cuando sigo dando conciertos, asambleas y demás, con gente de AMCA). Sentirse Dios (llamadlo como queráis) es un puntazo que todos los seres humanos deberíamos sentir con bastante más frecuencia de lo que lo hacemos. Es nuestro derecho. Nuestra vocación.
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