Había cambiado su miseria, sus costumbres,
su pasado y su chabola en la selva,
por sillas rotas, ropa sucia, puertas viejas,
coches muertos y neveras abiertas
pero hay que trabajar,
hay que trabajar...
En el desgüace van pasando las semanas
con un ritmo parecido a la siesta,
su compañía son los perros, las gallinas
y el patrón que por negocios se acerca.
Sólo la luna llena, igual y distinta, le consolaba,
le iluminaba bailando, ancho y fuerte el corazón.
Aquí no hay ilegales,
aquí no hay extranjeros,
aquí somos iguales
cabe el mundo entero.
El viento del desierto
la había traído donde estudiar
economía, política y leyes
y hacer contactos de solidaridad,
porque hay que resistir,
hay que resistir...
Coincidió por circunstancias
con una joven de Tetuán
que escapó de su familia,
de su futuro sin esperanza.
Bajo la luna llena, igual y distinta,
las dos soñaban la libertad para el Sáhara
y otro Marruecos, hierbabuena y té.
Con siete amenazas de muerte
y el destrozo de su casa
tras detención y tortura
al fin huyeron Daniel y Marta
para sobrevivir,
sobrevivir...
Ahora dan clase a un coreano, dos rusas,
y uno de Holanda,
cinco alemanes, un filipino,
y otro que calla.
Y cuando hay luna llena, igual y distinta,
celebran fiestas en casa de algún amigo
usando el mismo idioma la misma canción
Estando en Inglaterra compartía con mis compañeros españoles una solidaridad que superaba incluso los prejuicios ideológicos que aquí nos hubieran separado. Habían unos rasgos comunes de cultura, hábitos y un no sé qué que nos unía frente a tanto guiri. No, no era una cuestión de bandera, pues sentía también esa afinidad por italianos y franceses... es más bien que la mediterránea cabra tira al monte o yo que sé. Debe ser que en situaciones de soledad te conformas con lo que sea, por lo menos mientras el desamparo dura, que en cuanto te haces con un nuevo círculo de amigos, comienzas a discriminar otra vez. Te sientes seguro. Puedes elegir. Eliges.
Tengo amigos argelinos que en Argelia serían enemigos irreconciliables, cuestión de bereberismos, religión y tantas otras ideologías, pero aquí han tenido que jugar al fútbol en el mismo equipo, el equipo de los norteafricanos. Y vaya, parecía que incluso se lo pasaban bien.
Supongo que si fuéramos a otros planetas, de primera seríamos más amigos del resto de terrícolas que de los marcianos. Luego dependería de otros factores, pero de primeras...
No creo que el conflicto del Sáhara se vaya a resolver con reflexiones como ésta, hay demasiados intereses geopolíticos en juego. Pero no se me ocurre otra.
¡Sáhara libre!¡Marruecos libre!
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