No siempre salen bien las cosas,
es más, a veces salen muy mal,
no sólo espinas, algunas rosas
llevan dentro un alacrán
y se clava el condenado y te baja su veneno
hasta el fondo del talón y te cagas en la leche
de la condenada madre que lo parió.
Pero, al fin, con un suspiro,
decides seguir viviendo,
echas nueva leña al fuego
y cantas por no llorar,
entras de nuevo en el juego
aunque no sepas jugar.
Sabio decidió un amigo
sin pausa meditación,
sus malos rollos transformó en vino,
pan, paz, claustro y requesón.
A mí me queda muy lejos el bendito camposanto
y prefiero, aunque me duela, del siempre incierto destino
el azúcar del amor, que engorda y pica las muelas.
Y así, al fin, con un suspiro,
decido seguir viviendo,
echo nueva leña al fuego
mezclo tripa y corazón,
nos reencontraremos luego
el gozo, el dolor y yo,
No siempre vienen así las cosas,
es más, a veces también se van.
Esta es una canción de una de las veces en que te enamoras, te admiras, te apasionas, te entregas, te la juegas... pero quien es el objeto de tu deseo no siente lo mismo por ti, y claro, eso siempre duele, de alguna manera te golpea en la autoestima y te tira por los suelos, inevitable. Y si quieres sufrirla aquí (()).
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