Según El País, Zapatero ganó a los puntos. Pedro J. Ramírez lo vio de otra manera: el que ganó a los puntos, según él, fue Rajoy. El diario La Razón probablemente ya había decidido su titular una semana antes. Habría afirmado que el popular aplastaba a Zetapé aunque el heredero de Aznar hubiera irrumpido en el plató vestido de lagarterana y hablando en esperanto. El diario que nunca debió usar la palabra razón en su cabecera habría titulado con semejante enfermizo partidismo, aunque se hubiese suspendido el debate por cualquier causa (hubiera bastado que el termómetro del plató se hubiese ido hasta los 22 grados, en lugar de los 21 inicialmente pactados). La prensa afín al PSOE hizo ganador a Zapatero; la aduladora del PP hizo lo propio con El Señor de los Fideos (Felipe González dixit).
Para mí, espectador anónimo y anonadado, perdieron los dos, con sus discursos rancios, previstos y previsibles, huecos, de calcomanía e inmóviles. Rajoy y Zapatero son dos malos estudiantes, porque basan el 90% de su “conocimiento” en la memoria, en la retentiva. El otro 10% se sostiene sobre una dramatización de manual, aunque Rajoy se empeñase en saltarse las normas y los ojos le hiciesen chiribitas. No hay lugar para el razonamiento. La improvisación fue utopía. La espontaneidad, ciencia ficción.
Rajoy quiso ser como Rocky, el potro Mariano, “Rocky Mariano”, “Rocky Balboa”, “Rocky Marciano”, Rocco Sifredi, pero no dio la talla, y como a muchos púgiles, se le fue la olla y concluyó con una intervención surrealista, con la historia de una niña y no sé qué milongas. Se creyó Perrault y la pifió. ¿Qué asesor le recomendó semejante chistorra dialéctica? A Rajoy le preocupan los españoles que se levantan a las siete de la mañana para ir a trabajar. Eso, y que a los que madrugan más, a los parados y a los que tienen turno de tarde o de noche que les den.
A Zapatero le preocupa Zapatero. Le han dicho que haga pausas en su discurso, y de tanto ensayar, parece que se ha comido la palabra pausa y la va soltando en pequeñas dosis. Es la caricatura de la comunicación no verbal.
En el debate perdieron los dos y perdimos todos aquellos que somos capaces de leer en los ojos de estos dos líderes. La mía fue, al final del debate, una indiferencia previsible. Ya tiene guasa que estos dos sean líderes de nada. Estos asesores y creadores de líderes cualquier día nos cuelan un muñeco del museo de cera en las listas al Congreso y vamos y lo votamos.
El debate fue una lata de conservas. Del hermetismo pasamos a la decepción, al contemplar esas sardinas que se despedazan antes de llevárnoslas a la boca. Las sardinas, el debate, me supieron a derrota de la política justa, de la política que apela a la razón y no a los intereses de la elite, vaya vestida ésta de presunto progresismo, bien luzca los ropajes del liberalismo descarnado.
Solo tengo una duda: ¿habrá dimitido el lumbreras que metió a Rajoy en la cabeza el cuento de la niña?
Comentarios
Escrito por: Belén.2008/02/28 09:36:44.981000 GMT+1
Escrito por: Jean.2008/02/28 19:11:37.403000 GMT+1