Sentados al fondo del autocar, los más gamberros de la clase entonaban aquellos inocentes cánticos convertidos, con el tiempo, en clásicos de las excursiones. En aquellos días, por el mar corrían las liebres y por el monte lo hacían las sardinas. Han pasado los años, y aquellas humildes tonadillas se han convertido en grasientos pentagramas repletos de promesas prematuramente falsas, en composiciones ilusorias, esbozadas sobre las patrañas y la demagogia. Hoy, el sonsonete de nuestros días lo ponen los políticos más ambiciosos, curados de espanto y vacunados contra la verdad, unos políticos que un buen día también fueron adolescentes dominados por el acné y el subidón hormonal. A las puertas de una nueva campaña electoral, el orfeón de embusteros se dispone a contar mentiras en clave de sol, mezclando viejos anhelos con embaucadores anuncios que nunca se verán plasmados en la realidad. Borrones de descarado pragmatismo, péndulos de trolas estratosféricas, envites inasumibles y otras delicadas especies de anzuelos mancharán las paredes de las ciudades, sonarán como ecos atolondrados y se plasmarán en eternas sonrisas falsas. Los retocadores harán su papel, la fealdad se tornará en un no sé qué de cierto atractivo; las arrugas desaparecerán merced a pinceles informáticos, y la estética artificiosa camuflará la falta de ética. Mucho de los candidatos reclutarán fidelidades entre los adormecidos ciudadanos de mercado en mercado, de plaza en plaza, escoltados por adeptos, trepas y otros anestesistas de la verdad. Es la subasta de la democracia, la fiesta de las máscaras, el carnaval de la aguerrida militancia. En el casino de las ideologías, los desubicados harán juego para, al final, caer en el mismo foso, en la misma cuenta: siempre gana la banca. Porque, no lo olvidemos, la banca no regala, solo presta, y eso bien lo saben los partidos, por mucho que las condonaciones suenen a pleitesía y adulación. Asistiremos a las clásicas escenificaciones del ilusionismo, donde publicidad y propaganda fornican sin descanso y sin amor de por medio. El lema volverá a ser “El fin justifica los medios”, elevado a la gloria de los encantadores de votantes. Y, sin saberlo, seguiremos enlodando nuestro camino, nuestro jardín, convertido en ciénaga por los falsos apóstoles del bienestar social. Llamarán a nuestra puerta en busca de nuestra confianza. Abriremos con mayor o menor desconfianza, pero la mirada hipnótica de un hombre ansioso de poder y gloria intentará hacernos creer que los ciruelos están cargaditos de manzana. Luego votaremos y, después, concluirá la adaptación teatral y solo nos quedará el tralará, tralará.
2011/09/26 15:35:45.844000 GMT+2
Vamos a contar mentiras
Escrito por: Jean.2011/09/26 15:35:45.844000 GMT+2
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elecciones
democracia
política
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Comentarios
¡Bravo por este acertado artículo!
A mi lo que me pide el cuerpo es el voto en blanco masivo, como en "Ensayo sobre la lucidez". Pero supongo que acabaré arrastrandome a las urnas sin ilusión, para apoyar una de esas fuerzas minoritarias de izquierda. Más por respeto a la memoria de nuestros abuelos que pelearon por el derecho a votar, que por convicción en un sistema podrido de arriba a bajo.
¡Saludos indignados!
Miguel
http://15mikel.blogspot.com/
Escrito por: Miguel.2011/09/26 16:34:12.154000 GMT+2
http://15mikel.blogspot.com/
Gracias, Miguel. Creo que, hablando de ensayos, estamos más cerca de la ceguera que de la lucidez.
Saludos,
Jean
Escrito por: Jean.2011/09/26 16:51:18.963000 GMT+2