El títere Rajoy, muñequín de quita y pon, según conveniencias de Aznar, Acebes y Zaplana, o sea, sus jefes, convoca a los españoles sensatos a manifestarse bajo el lema “España por la libertad; no más cesiones a ETA”. Un lema que viene a significar en código político popular: “Vamos a montar un cisco y a envenenar al personal, no vaya a ser que el PSOE llegue a apuntarse el fin del terrorismo de ETA y no podamos ganar unas elecciones de aquí a una temporada”.
Ahora los populares manejan los sms que es un primor, y te plantan concentraciones “espontáneas”, de un espontáneo que no veas. Ana Botella se hace la foto con toda la caradura del mundo, mientras su marido hace caja en ambientes liberales, sin importarle una mierda haber participado en la invasión de Irak, que ha provocado muchas más muertes violentas que las que De Juana Chaos y sus compañeros de ETA han llevado a cabo en los últimos 30 años y podrían llevar en los próximos treinta. Aznar luce esa sonrisa de hiena y ese bigote mal acabado mientras su yerno se frota las manos con el negocio de la Fórmula 1 en España.
La memoria, al fin y al cabo, es un cuesco en la cara de quienes se mueven por el odio y el resentimiento. Me sorprende que cada vez sean más los españoles que tienen dormido el sentido común y se mueven a latigazos, dejándose llevar por el seso, el vómito y la sangre. Responden con inmaculada fidelidad a las doctrinas de los Losantos, de los Usías y otros propagandistas de diversa tendencia y estómago delicadamente cuidado. Unos son de misa, otros vienen de blasfemar, pero todos y cada uno de ellos convergen en un río de saliva y bilis que les lleva a una desembocadura fatal.
Repiten sin cesar que Zapatero se ha rendido ante ETA. Tamaña majadería y otras similares comparten cartel con las evasivas de los ministros socialistas, que no saben dónde meterse ni cómo salir de ésta. Dan pena, unos y otros. Resultan patéticos. Unos por inoperantes, torpes e incompetentes. Los otros por necios, perversos y manipuladores. Y entre manifestación y manifestación, entre el comprensible rencor de las víctimas y los afilados colmillos de quienes las utilizan en beneficio propio, un simple deseo, más bien una pregunta: ¿qué coño hago yo? Yo mismo me respondo: agachar la cabeza y, si acaso, mirar para otro lado. Ya sé bien que no soy el único. Pero no deja de ser una condena.
Comentarios
Muy bien explicao, compatero.
Escrito por: Belén.2007/03/06 09:49:26.159000 GMT+1
Escrito por: Flaky.2007/03/06 15:52:42.285000 GMT+1