La Celda de Jean Valjean

Querido Javier,

Hace cinco años que te fuiste a Jamaica, y aquí el tiempo sigue burlándose inexorablemente de nosotros a carcajada limpia. Aunque lo de limpia es un decir.  Vivimos en tiempos de decarados mangoneos, mamandurrias siderales, condesas consortes ataviadas de soberbia, y corruptos sin fronteras. Son días de desilusión, de tragar saliva, de irritarse ante el expolio de la dignidad al que nos someten los que nos la quitan para nada, sencillamente, porque no admiten que alguien tenga algo de lo que ellos carecen.

El país está hecho unos zorros, Javier. Qué te voy a contar que no sepas o que no hayas vivido tú antes, que esta España tiene la adolescencia que tiene. Cambian los dígitos del calendario, pero esta España, que no es ni la que tú ni yo soñamos, sigue con sus eternas carestías. Ahora nos gobierna Rajoy. Ya, ya sé que nada te va a sorprender a estas alturas, pero qué me dirías si te contase que lo hace a través de un televisor de plasma.  Ingeniería catódica,  filosofía de la erosión y del desgaste de una democracia repleta de remiendos, falsos atajos y podredumbre lírica, emocional y afectiva. Ya casi no nos queda ni el periodismo, Javier, que ahora es todo mecenazgo, publicidad intravenosa, relaciones públicas (y púbicas, eso no cambia) y debates folclóricos donde, en el fondo,  no hay forma de distinguir a unos reptiles de otros. Algunos lo intentan con espíritu cooperativista, que no corporativista, pero la cosa está muy difícil, porque no vemos tres en un burro, ni hemos leído, siquiera por casualidad, el artículo 20 de ese vejestorio llamado Constitución. 

Fíjate, hasta se han cepillado al que te censuró tu columna de Botín.  El Cuarto Poder se lo han apropiado ahora los señores de las sombras, Javier. Y al periodismo, que siempre tuvo alma de famélico, lo están matando a hambre y a hostias.

Esta España, querido Javier, es la España de las tragaderas, la que no precisa de lavados de estómago tras digerir siglos de una Historia de falacias. Los vencedores no se han conformado con escribirla y ahora, con la excusa de restaurarla, la están dejando obtusa. Eso debe de explicar que  seamos líderes en operaciones de cirugia estética. Una imagen vale más que mil palabras...Y mucho más que la verdad. Dónde va a parar.  

Las derechas se han quitado sus complejos,Javier,  y seguimos siendo el país probeta donde la Europa civilizada y otras potencias del guiso del Capital realizan sus despiadados experimentos. Claro que la unión hace la fuerza, Javier,  pero aquí los únicos que siempre están  unidos son los que nos hipnotizan y los que no conceden crédito a los soñadores.

Aquí el que rompe no paga, el que ensucia no limpia, el que incumple se va de rositas. Y el personal transige, traga, acepta y agacha las orejas. Somos el reino de los indultos, algunos auspiciados y sugeridos por seres extraterrenales. Tenemos un superávit redundante de éxtasis deístico.  de Aquí, la Policía condecora a una Virgen, y el pueblo, manso, hinca la rodilla y ve estelas a través de sus párpados cerrados y derrotados. La Ciencia, por contra,  sigue jugando en Segunda División. El discurso, como la oración, van por un lado, pero, luego, los hechos desdicen la crepuscular fantasía mitad religiosa mitad erótica, y la incoherencia preside los actos y las ausencias. La fachada es el espíritu, el corazón y el alma, todo en uno, como una especie de trilogía artificial, sustento de ensoñaciones impuestas a fuego. Desandamos, Javier, retrocedemos, y las homilías se vociferan con vehemencia y violencia. Los acomplejados se refugian tras las galas de lo artificioso, escondiendo su sexualidad no aceptada para arremeter contra sus iguales. Y, así, el ocultismo y el miedo a la luz sumergen en tinieblas a quienes disfrutan de la claridad. Y tal pretensión sigue en el cobijo de las tradiciones y de una fe impuesta como adoctrinamiento perpetuo. 

Se están cebando con los de abajo, Javier. Seis millones de parados. Seis millones de personas desorientadas, desanimadas, incapaces siquiera de organizarse, siquiera algunos de ellos, para exigir, para demandar, para gritar y bajar de las alturas a quienes vomitaban promesas en época de campaña y pueril recolección y ahora violan las sagradas escrituras de un programa electoral lleno de lamparones de grasa y bilis. Están arrancando el alma a esta España, Javier, la están desangrando. Es otra limpieza para borrar cualquier atisbo de idealismo, de esperanza y fraternidad.Es una operación meditada, diseñada y dirigida a conciencia para que los cimientos de sus privilegios no se tambaleen. Sigue siendo la España donde aún campa a sus anchas el eco de "Muera la inteligencia", donde se mutila al librepensador, donde se somete con violencia al que discrepa y cuestiona, y donde se manosea impúdicamente a la Libertad. 

Javier, ahora a las moscas cojoneras no se las mata a palazos, ahora  se las compra. Y tal y como está la vida, Javier... Todos tenemos un precio, probablemente, pero no es lo mismo que te vengan a comprar a que tú vayas por ahí ofreciéndote al mejor postor. Quizá ésta sea, a fin de cuentas, la España de las subastas, la de los títeres itinerantes, la de la lusiones vagas, las desesperanzas lloradas y las canciones de libertad susurradas al oído. Quizá, querido Javier, ésta no sea la España que queremos ni la que merecemos, pero es la que nos ha arrugado el gesto y retorcido las entrañas en tantas ocasiones. Quizá ése sea el verdadero y único sentido del patriotismo, el querer una patria donde no sufrir, el pretender que tu patria sea un lugar donde Libertad y Justicia no sean la indumentaria carcomida de un carnaval, ni el alimento de una hoguera.  

Cinco años sin ti Javier. Te echo de menos.

Y, si me lo permites, hoy yo también voy a soñar con Jamaica.