Amparado en un reduccionismo impuesto por la fatiga, y atraído por la sucesión de un ritmo monocorde con estribillo facilón, me atrevería a decir que la historia del PSOE es la historia de un puñado de ilusiones, definiciones, inflexiones, reflexiones, traiciones, aspiraciones, reclamaciones y tensiones. Musicalidad sin florituras, que los tiempos del socialismo de la madre patria no están para tirar cohetes, y yo aquí no soy más que un invitado, observador fielmente impertinente. La “P” de partido es para los chicos de Ferraz un retrato fidedigno, una marca registrada que roza la tangente de un pleonasmo. Zapatero, envejecido y mermado, hace tiempo que tiene hechas las maletas. Vacaciones indefinidas, como la sensación que trasmitió desde su burbuja, desde su apariencia de hombre honesto, desde unos mofletes que parecían pedir auxilio, bajo la celebérrima arcada que custodiaba sus ojos de engatusador. Ahora no vale eso de muerto el perro se acabó la rabia. Hay que rabiar, y de lo lindo, para encontrar un nuevo encantador de serpientes. Se ha iniciado la carrera por la sucesión del aún líder agonizante. Algunos quieren ocultar y castigar la divergencia. Flaca memoria. Se niegan a recordar que siempre bajo esas siglas socialistas hubo orden de búsqueda y captura para la unanimidad. Indalecio Prieto, Largo Caballero, Besteiro, un triunvirato de acordes y desacordes, un monstruo histórico de tres cabezas, el tridente de un Neptuno que abandonó el marxismo con el genio embaucador que llegó con el cambio. González, endiosado por los suyos, huyó despavorido de la autocrítica. Aún hoy piensa que España le debe la vida, pero Felipe no fue más que el becerro de oro del socialismo español. Y se fue fundido, arrastrado por el tiempo. La muerte de los días no puede esconder lo fácil que es replicar un error. Las urnas han devorado a lo socialistas, pero todavía creen en el remedio casero del cuento, aquel en el que rajaban la tripa al lobo para rescatar de su interior a los cabritillos. Para ir de la democracia a la dedocracia basta con cambiar una sola consonante por otra. Qué lejos quedan los responsables del descalabro socialista de la apabullante precisión de Antonio Machado: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar. Pasar haciendo camino, camino sobre la mar. Nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi canción”. Qué lejos del poeta. Qué lejos de la belleza.
2011/05/25 09:25:29.322000 GMT+2
Qué lejos
Escrito por: Jean.2011/05/25 09:25:29.322000 GMT+2
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