Aún a estas alturas de mi vida me sigue chocando que un adulto con capacidad intelectiva y en su sano juicio pueda creerse a pies juntillas historias rocambolescas, inverosímiles y fantasiosas diseñadas acá para referirse al más allá. Supongo que tal entrega mística se deberá a variadas razones, entre las que pueden hallarse la fe, el miedo a la muerte, ambas, o simplemente el sostenimiento de una tradición, cuando no el mantenimiento de unos privilegios de clase a costa del iletrado, inculto y modelable prójimo. A mí me importa poco menos que un carajo si una pareja quiere tener seis hijos, vestirlos de tiroleses los domingos, o si les da por hablar por las noches con seres superiores, o por realizar peregrinaciones, genuflexiones, o por fustigarse. Lo mismo me da que se congregue con gente similar y rinda culto e idolatría a quienquiera que sea. No me importa ni lo más mínimo que, llegado el momento, esa pareja vista a los pequeños de marineritos y princesas y les introduzca en comuniones de una religión que predican unos sacerdotes a los que les está estrictamente prohibida, entre otras muchas cosas, la actividad sexual. Allá ellos. Si les va bien pensando que el hombre fue hecho a partir del barro y que la mujer nació de una costilla del hombre, pues muy bien. Me parece espléndido que aplaudan las beatificaciones de personajes bien encaminados. No tengo nada que decir, pues no pertenezco a ningún club, secta o grupo. Por mí pueden homenajear lo mismo a santos varones que a Manolo Escobar, si es que éste no es ya de por sí un santo varón. Supongo que si encuentra el carro algún día se considerará un milagro e igual lo elevan a los altares. Me trae sin cuidado que haya gente que dice que esto o lo otro es pecado. Si así son felices, genial. No voy a intentar convencerles de lo contrario. Pero ¿y ellos? ¿Admiten ellos otros puntos de vista, otras actitudes, otras creencias, otras formas de ser, otras teorías… otro partido que no sea el PP, al que ya consideran blandito?
Algunos de ellos, empapados en dogmas y convertidos en ultras, afilan sus palabras y dejan asomar sus colmillos para denostar a quienes no comparten sus ideas, su modus viviendi, sus apariencias. Les rechinan los dientes cuando comprueban que no todos comparten sus sagrados pensamientos. Así, Darwin es un pelagatos, Marx un sátrapa, fulano es un rojo, mengano un masón, perengano es una maricona (o pertenece al lobby gay), y hasta Zapatero es convertido en hombre lobo, encargándose unos y otros, miembros del Opus, Legionarios de Cristo, Propagandistas y demás, de describirlo como un auténtico licántropo socialistón que se merienda a los niños españoles indefensos ante la mirada consentidora de la luna llena.
El angelito que se sube ahora al escenario de las declaraciones públicas es Alfredo Dagnino, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas (el apellido le viene caído del cielo, eso hay que reconocerlo). Don Alfredo ha resultado especialmente dañino al afirmar que el Gobierno con su laicismo pretende extirpar las creencias religiosas de la vida pública y construirla sobre el individualismo. Este pensamiento, según el dañino parecer del señor Dagnino, tiene “similares raíces” al Tercer Reich de la Alemania nazi y a los regímenes dictatoriales marxistas. Al dañino señor Dagnino le recomiendo lo mismo que a Rouco y su chiquillería, que si quieren intervenir aún más en política se presenten a las elecciones como un partido. ¿O es que temen disgregar el voto de la derecha y restar fuerza al PP?
Comentarios
Escrito por: Izaam.2008/01/06 16:11:49.379000 GMT+1
Hermoso apellido. No estaría mal que todos los de su cuerda llevasen uno tan ilustrativo. Así, tendríamos a Manuel Braga, a José María Asnal, o a Mariano Rajón. Todo estaría más claro, n'est-ce pas?
Escrito por: Belén.2008/01/08 17:46:53.979000 GMT+1