Suena el timbre de mi casa. Asomo la cabeza por la ventana de la cocina y está ahí, alto, delgado, con su sombrero de cuadros. Entrañable, simpático y admirable, así es. El profesor Janesk Girbecek me visita antes de asistir en Barcelona a un ciclo de conferencias al que ha sido invitado. Me hace señas con las manos. Me espera en el portal. En seguida bajo y paseamos durante media hora, charlando de esto y de aquéllo. Es el tiempo que tiene antes de coger un taxi e ir al aeropuerto rumbo a la Ciudad Condal. A él, Barcelona le gusta más que Madrid.
Profesor Girbecek, es una alegría tenerlo de nuevo por aquí. Hay gente que lee mi blog y me dice que le gusta conocer sus opiniones. Me piden que le entreviste más a menudo.
Serán mis hijos, que son muy educados y entran asiduamente en su blog. Añoran España. Aunque me dicen que usted es demasiado negativo, que en pocas ocasiones escribe cosas que le alegren a uno el día. Claro que para eso tienen otros medios, ya les digo yo. Dejad a Jean, que escriba lo que le dé la gana. No hay mejor terapia. Yo le sigo de vez en cuando.
Gracias, profesor. ¿No estará en Barcelona para presenciar el Gran Premio de Fórmula 1?
¡Qué demonios! Yo ni siquiera tengo carné de conducir. Los coches me traen al pairo. Y las motos, igual. Además, creo que tanta carrera influye negativamente en los jóvenes y en su obsesión por hacer locuras al volante o en la moto imitando a sus ídolos. Ahí tiene varios ejemplos de pilotos de F1 que ha sido pillados a doscientos y pico por hora y se les sigue considerando héroes. Debe ser que las autoridades están más ocupadas en otros menesteres y no tiene tiempo para impedir que estos desaprensivos tengan sus permisos de conducir como si nada. Y los datos de Tráfico están ahí. España está mejorando sus datos de siniestralidad, pero tenga en cuenta que este año no ha habido ni tantas lluvias ni tantas nevadas como en años anteriores, y eso influye también. Tienen ustedes mucho que mejorar aún.
Condiciones meteorológicas al margen, lo cierto es que la cifra de muertes en la carretera está bajando.
Es que no se pueden dejar al margen esas condiciones, porque constituyen un factor de riesgo innegable. Además, los accidentes bajarán, pero no porque la gente aplique el sentido común, sino por evitar que les retiren el permiso de conducir y les empapelen con multas. Está antes el miedo a la multa que la salvaguardia de la propia vida. Estamos en plena recesión económica y la gente se lo piensa. Ahora bien, el tema de las sanciones sigue llevándose a cabo de forma parecida al sorteo de la ONCE, o sea, al azar. Parece que hay días en que hay que sancionar, que hay que multar y las carreteras están llenas de agentes. Otros días, sin embargo, los agentes brillan por su ausencia. Esto no tiene lógica. Y luego están los agentes de movilidad. Los de Madrid me tienen fascinado. Muchos se mueven como John Wayne. Parece que han estudiado cada movimiento de Clint Eastwood en La muerte tenía un precio. Eso sí, les preguntas por una calle y te dicen abiertamente que no tienen ni idea. Joder –con perdón- con la movilidad. Por lo menos, que se estudien el callejero. Si no conocen las calles, acabarán moviéndose al tuntún. Eso los que no lo estén haciendo ya.
Se habrá topado usted con un agente de movilidad un poco raro.
Usted también es rarete, Jean. ¿Tiene algo en contra de los raros?
Bueno, como buen misántropo, me dan igual los raros que los normales. Les odio a todos por igual.
No me sea bruto, Jean. Hay gente magnífica por todas partes, a su alrededor, en cualquier sitio.
¿En este planeta?
Demonios, Jean, no me venga con éstas, que ya lo hemos discutido en cientos de ocasiones. Hay gente formidable a borbotones, en cualquier rincón.
Bueno, eso lo dejamos para otra ocasión, que me gustaría que me hablase de lo de las motos y los coches. Ahora están de moda en España. Más que nunca.
Falso.
Hombre, profesor, nunca ha habido tantos aficionados a la F1 en España como hay ahora.
Que no, que no. Permítame que se lo explique. Lo que está de moda es un patriotismo deportivo barato que responde a los instintos más básicos. Esto en antropología está muy mascado, muy estudiado. Hay un sentimiento de pertenencia al grupo y de identificación con el miembro de la tribu que saborea el éxito. Lo que está de moda no es la Fórmula 1. La gente no disfruta con las carreras de coches, sino con la victoria del piloto Español Alfonso.
Alonso, se apellida Alonso.
Perdón, Alonso, claro. No hay afición al deporte; si Alonso anuncia que no corre en Montmeló, no venden ni la mitad de las entradas ni rebajándolas un 50% y regalando una liposucción en Corporación Dermoestética. ¿Qué me dice usted de la pasión por el ciclismo en España? Desde la retirada de Induráin no es lo mismo, ¿verdad?
Bueno, no.
¿Bueno, no? En mi etapa como profesor en España, recuerdo la fiebre por la bicicleta. Se vendieron por miles. Ya nadie compra una bicicleta de carreras; ahora se compra la wii ésa o como se llame y se hace todo enganchado al televisor. Primero con Perico y luego con Induráin, la cosa fue un seísmo social. Recuerde que en el Tour que ganó Delgado, el por entonces ministro Javier Solana tuvo que acudir a París para mover algunos papeles ante el rumor de que Perico había dado positivo.
¿Usted cree que hay mucho doping en el deporte?
A los datos me remito. Mire, hay doping a mansalva, y no sólo en el deporte profesional. Recuerde que, por citar un solo ejemplo, los jugadores de la NBA que acudieron a Barcelona ’92 pusieron como condición para acudir a los Juegos no pasar los controles antidoping establecidos por el COI. Y el ciclismo es una pena. El Atletismo, pues también. Y, de momento, no se atreven a meter la mano en el fútbol. Si yo le contara.
Hombre, profesor, no tire la piedra y esconda la mano…
Allá cada uno con su responsabilidad. A mí me han contado cosas indecentes de equipos de Segunda y Tercera. Imagínese en un Mundial con tanto en juego. Médicos que están muy por delante de los responsables de los controles antidopaje en conocimiento y artimañas.
Déme algún ejemplo, profesor.
A mi edad, no tengo ganas de líos. Que lo investiguen los periodistas jóvenes.
O sea, que, entonces, aquéllos que aclamaban a Perico y a Induráin no eran aficionados al ciclismo.
En absoluto. Eran eslabones de una cadena patriotera. Pasa como con el fútbol. ¿Hay amantes del fútbol? ¿Conoce a alguien, a algún aficionado al fútbol que no sea de un equipo, alguien que ame el deporte y disfrute con los equipos que juegan bien, vistan como vistan y sean de donde sean?
¿Y en Fórmula 1? ¿No cree, entonces, que hay aficionados a este deporte, independientemente de lo que haga o deje de hacer Alonso?
Cuatro gatos. Mire, si Alonso no gana, si este chico no tiene posibilidades de victoria, el negocio se resentirá en España. Por cierto, que en este negocio anda el yerno de Aznar. Je, je…
¿Le hace gracia?
Me troncho, como suelen decir los españoles. O me parto.
¿No ve normal que Agag esté metido en el mundo de la Fórmula 1?
Todo lo contrario. Lo que me pregunto es cómo ha llegado hasta ahí y quiénes habrían sido sus mentores. ¿Cómo se pasa de llevarle al maletín a Aznar a ser un posible sucesor de Ecclestone, el rey Midas de la F1, un negocio que mueve miles de millones de euros? Me hace gracia, en cualquier caso, que el tema de la F1 apareciera incluso en la campaña electoral en España, Agag y Camps mediante.
Volvamos a Alonso. ¿Cómo se lo contempla en otros países?
¡Y yo qué sé! Pregunte usted en Libia, Laos, Islas Feroe o Nigeria. Yo lo único que le puedo decir es que el chico tiene siempre cara de pocos amigos. Eso me gusta.
Bueno, en los anuncios le han cambiado. Es como una especie de lavado de cara.
Para eso están los anuncios.
Claro. ¿Cree que es el mejor piloto del mundo?
Mire, que le den el coche del último y al último le den un Ferrari. En esto no hay más que bailes y especulaciones. ¿Cómo se puede saber quién es el mejor si no parten en las mismas condiciones? Es absurdo. Es un negocio que no me llama la atención ni lo más mínimo. Me aburre. No le veo la gracia a esas carreras. Me parece mucho más épico y romántico ver correr a Zatopek.
Hombre, profesor. Eso ya no es posible.
Claro que es posible; ahí están los documentales. Aquél sí que era una locomotora, una fuerza de la naturaleza, y un gran tipo.
El deporte ha cambiado mucho con la profesionalización.
Sí, se ha pervertido y deteriorado. Del citius, altius, fortius, hemos pasado a ¿cuánto me costaría que…?
¿Tan oscuro ve el mundo del deporte?
Ve, ahora soy yo el que desborda misantropía. Los Juegos están politizados. Mire, Samaranch, un personaje oscuro, un burócrata a los pies de Franco, tuvo en sus manos durante muchos años las manijas del Comité Olímpico Internacional. Recuerde los casos de corrupción denunciados y destapados. Eso da asco. A Coubertain le daría arcadas este panorama.
¿Se acabó eso de que lo importante es participar?
En absoluto. Sigue siendo un mensaje enternecedor y ético para muchos, pero no para quienes tienen los ojos llenos de sangre y sed de triunfo a cualquier precio.
¿Qué les recomendaría a los jóvenes deportistas?
¿Yo? Nada, ¿quién soy yo para recomendar nada a nadie, y menos a deportistas? Bueno, dejando de lado que soy cinturón negro de Judo y que gané varios trofeos de atletismo en mis años mozos, no creo estar en condiciones de dar consejos a nadie. Si acaso, diré que el deporte practicado con moderación es saludable y recomendable. Otra cosa es subir al Everest sin oxígeno, o pegarse las panzadas esas que se pega un tal Marichalar en una moto de agua, que, de verdad, no sirven para nada y uno acaba con el trasero pelado. Cada día veo más situaciones esperpénticas y absurdas. Que si la mayor concentración de mujeres que se llaman Pilar, que si la paella más grande del mundo. Cuánta memez y qué forma de perder el tiempo, oiga.
Cada uno tiene sus ilusiones.
Sí, la mía es que se acabarán estas estupideces improductivas y que dedicáramos nuestros esfuerzos y nuestras energías en ser mejores los unos con los otros.
Eso tiene algo de evangélico…
No me fastidie, Jean. No me venga con ésas. Si sigue en esa línea no le volveré a enviar altramuces.
Hace tiempo me echaron la bronca por llamarlos altramuces. Me dijeron que el nombre correcto es Saladitos.
Y un pimiento. Son altramuces. El origen de la palabra es griego, aunque en español nos llegó del árabe “attarmús”. No hay discusión posible. ¿Qué es eso de saladito? Por favor.
Bueno, profesor, pues al final, como de costumbre hemos terminado hablando de todo un poco. Bueno, no me ha dicho nada del PP, del cisma que tienen montado.
Me gusta eso de cisma. Hace justicia a la situación que viven Rajoy y su prole política. Mire, Jean, a Esperanza Aguirre alguien le ha calentado los cascos tanto que la pobre ha terminado creyéndoselo. Fuera de Madrid, el batacazo electoral que sufriría Aguirre pasaría a los anales de la Historia. De cualquier forma, tarde o temprano tenía que llegar esta situación al PP, y considere a Aznar como uno de los responsables. Por su chirriante soberbia, por su escasa capacidad de análisis y por su ceguera intelectual, él es la simiente que ha terminado convirtiéndose en esta planta carnívora que es el PP en estos momentos.
Ya me voy más a gusto yo con esta entrevista.
Es que a usted le va la marcha, Jean.
Se equivoca.
Haga caso de alguien que le dobla en años, Jean. A usted le va la marcha.
Lo discutiremos otro día. Gracias, profesor.
A usted, Jean. Y recuerdos a Iturri. Déle las gracias por el pacharán.
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Para contactar con Janesk Girbecek: girbecek@gmail.com
Comentarios
Estimado Jean: Me congratulo de que está usted pasando por una prolífica etapa en cuanto a entradas en este blog se refiere.
Además debo decirle que me encanta leer las opiniones de el ilustre invitado Janesk Girbecek, por lo que hoy estoy doblemente encantado y valga la redundancia.
Escrito por: ganorabako.2008/04/26 11:59:59.278000 GMT+2
Escrito por: Izaam.2008/04/26 15:29:53.330000 GMT+2
Escrito por: iturri.2008/04/26 19:11:36.309000 GMT+2
Estoy detrá del profesor, a ver si me envía algunos artículos para mi blog. Se hace de rogar el hombre; anda tan liado.
Le daré un abrazo de tu parte, Mikel.
Escrito por: Jean.2008/04/27 19:48:49.430000 GMT+2