La Celda de Jean Valjean

Pierda quien pierda, todos ganan. Ésta es la historia infeliz del PSOE. Rubalcaba, el Maquiavelo sin pelo, anda tratando de arrancarse la úlcera Gómez de cuajo, pero la ministra de Sanidad no le pasa la receta. Zapatero buscaba su santísima Trinidad, pero el tiro le salió por la culata, que es como le salen al PSOE las cosas últimamente. Esto es decir los últimos 30 años, porque, aunque se aúpen al gobierno de cuando en cuando y en alternancia con los Fraga’s boys  en ese reparto medio pactado gracias al tío D’Hont, la verdad es que el progresismo de pana y talante no ha dado una, y bien que sufrimos ahora las consecuencias. Ahora, como la alternativa a esta pandilla de  embaucadores del seudosocialismo  sean Mariano, Sorayita, los basagoitis y compañía, apañados estamos. Monsieur Rajoy y  su parafernalia de asistentes y malabaristas del rancio abolengo me recuerdan cada día más a los protagonistas de La Parada de los Monstruos, con todo tipo de taras políticas que aseguran causar una mezcla de extrañeza,  sensación, rubor y frenesí en los pacientes, o sea, en los españolitos de a pie... y en los que van a caballo o a lomos de la CEOE. Zapatero y Rubacaba dubi dubi dubidá han mandado sus naves a luchar contra los elementos. Tomás Gómez le ha hecho más daño al liderazgo zapateril que las monsergas sin sentido que se lanzan desde la bancada de las gaviotas. Ahora que en EE.UU. algunos medios sitúan a Aznar entre los peores ex presidentes del mundo, es el momento de que Rajoy se reivindique y solicite una subvención y "unos" chuches por ser el peor líder de la oposición de la historia política interplanetaria, que diría Pajín. Así se escribe la loca crónica de nuestros días. Larra moriría hoy de un infarto y no de un balazo. No hay espacio ya para el romanticismo en la prensa española. Se ha colgado el cartel de “Aforo completo” en el prestigioso club del  fondo de reptiles. Y a todo esto, ya cuesta distinguir entre primarias y primates. Y a todo esto, Zapatero ha escrito la muerte de una crónica anunciada, porque el suyo es un realismo mágico de risa floja, vendaje floral y talante rutinario. Porque pierda quien pierda, todos ganan. A excepción de la gente decente. Conste en acta.