La Celda de Jean Valjean

Hoy voy a escribir un libro. Un libro sin apenas palabras, pero lleno de pensamientos, de deseos, filias y fobias. Un libro de gritos y silencios, de descaros, pero también de rubor, de sueños inmateriales y nostalgias pasajeras. Un libro de amor y odio. Hoy voy a imaginar un libro, otro libro. Estará repleto de realidades y ficciones, en un mestizaje insalvable, porque toda realidad es ficción cuando se transcribe. Y toda ficción tiene algo de real al convertirse en algo consumible, experimentable capaz de provocar emociones y sensaciones. Será un libro escrito a ciegas, recuperando experiencias, percibiendo las vivencias desdibujadas por el paso del tiempo. Será un libro que suene y huela al descorche de una botella de vino. Un libro de literatura ebria, huyendo de la racionalidad con los ojos vendados. Un libro de engaños, confabulaciones, estrellas marchitas y latidos atrapados en un pentagrama. Un libro de timidez exhibicionista, de incongruencias palpables, de serpentinas del querer y de hogueras de dudas. Un libro de palabras calladas, de escenas robadas, de ilusiones ópticas y del corazón, también de desilusiones, sinrazones y proyectos inacabados. Hoy voy  escribir un libro. Otro libro para un lector que no existe, porque esos ojos ávidos de encontrar mi historia también están por escribirse.