Bono, Aznar y Rouco. Los tres mosqueteros del conservadurismo cabalgan de nuevo. Sorteando los peligros de la razón, esgrimen sus floretes frente al pensamiento libre, hiriéndolo de muerte. Los titulares tiemblan. La meteorología mundana cae rendida a los pies de lo sobrenatural. Son los protectores de los dogmas, los que se adornan en un pasadizo eterno hacia el bucle del ilusionismo. Deterioran la tranquilidad de sus enemigos con premeditada cadencia y despiadada eficacia. La suya es una sincronía de manga pastelera, trazando la sinuosidad de un discurso recurrente y mohíno, casi limítrofe con el esoterismo de neón. No hay destreza tras esos movimientos que persiguen atravesar el corazón del oponente. Su esgrima se presenta escasamente depurada; resulta vulgar en su ejercicio. Pero es mortal. El vuelo del metal silba, avisando de la llegada inminente de la hoja. Es el réquiem oscuro y penetrante. Los instrumentos de cuerda agonizan. Un aterrador “Dios, Patria y Rey”, resuena a lo lejos. Poco a poco, el eco domesticado va acercando el sonsonete a los temerosos oídos de las víctimas. Los tres mosqueteros no son los de Dumas. Resulta improbable que sus perfiles sicológicos se hallaran al alcance de la imaginación de un mortal. La capacidad de invención del ser humano, bien sana, bien retorcida, no es capaz de un diseño así. La realidad humilló en este caso a la ficción de forma inmisericorde. Bono vive en un escaparate, dándose pompa y brillo, luciendo palmito y flequillo frente a los transeúntes. Redecora su vida política con maestría. Él es el superviviente por antonomasia. Y también por insistencia, y por un insaciable ego saltarín que lo transporta de sillón en sillón. Bono le habla de usted a su ombligo. Hoy, volvió a repartir hogazas de pan con mensaje. “Tejero ya entró por la fuerza al Congreso”, ha dicho el ego manchego manoseando la equiparación con los jóvenes que protestan estos días ante esas emblemáticas puertas flanqueadas por dos indolentes leones. Después, ha perpetrado con precisión un mosaico de banalidades. Bono parecía estar evangelizando, con ese tono cansino, con esa fórmula basada en la rimbombancia pobre marca de la casa. “El PP y el PSOE tienen que llevarse mejor”, ha sentenciado. Nada nuevo bajo el cielo. La ambivalencia de su supervivencia es, además de un trabalenguas indebido, una huella dactilar con todo el retrato ideológico del personaje. A veces, tengo la sensación de que para Bono, la política no es más que un enorme sujetador. Y no me vengan con eso de “En qué estará este tío pensando”.
2011/06/21 22:29:7.730000 GMT+2
Los tres mosqueteros (I): Bono
Escrito por: Jean.2011/06/21 22:29:7.730000 GMT+2
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Comentarios
Escrito por: Chus Bello.2011/06/21 23:07:58.267000 GMT+2
Escrito por: Jean.2011/06/21 23:17:47.487000 GMT+2