No somos lo que creemos ser,
no sabemos lo que creemos saber.
Nos engañan nuestras miradas,
luciérnagas en la oscuridad de las ilusiones.
Creemos conocernos, pero nunca hicimos un examen
para comprobar si las perspectivas eran suficientes.
si eran antes las respuestas que las preguntas,
si la memoria era una carta marcada.
No hemos vivido lo que creímos vivir,
sino que todo no es más que una versión egoísta,
tendenciosa, endeble y volátil, ficción de ficciones,
como el amago de una sombra que ya no nos sigue.
Somos adaptadores de guiones,
intérpretes del sesgo,
pájaros de un ala,
curvas sin ton ni son
sometidas a la tiranía del viento,
cénit de lo aleatorio,
humo que escapa,
como la danza de una mariposa,
caprichosa estela que no se intuye.
No somos lo que creemos ser, pero nada es mentira,
porque la intención del recuerdo era la verdad.
Porque no somos culpables de diluir las percepciones
en un océano de realidades irreales.
Porque somos lo que no somos,
y no somos lo que siempre fuimos.
Y seguiremos siéndolo siempre.
Sin serlo ni haberlo sido nunca.
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