Soy madridista por pura casualidad e inusitada inmadurez. Antes me gustaba ir al Santiago Bernabéu; ahora lo aborrezco. No sé si esto es un paso hacia el buen gusto, un síntoma de agorafobia , que no soporto a los esquiladores, o sencillamente un cambio de actitud ante la congregación de una masa, la de los socios del Real Madrid, que ha dado en las últimas décadas una muestra incomprensible de masoquismo pendenciero, tributándose a sí misma homenajes colindantes con el suicidio colectivo. Porque lo que el club más laureado del mundo lleva haciendo durante treinta años es infligirse un castigo incomprensible, irracional y absurdo. El indescifrable e irónico Ramón Mendoza, primero; el amigo de las recalificaciones, Lorenzo Sanz, después; el ser de otro mundo llamado Florentino Pérez a continuacón ; y ahora el insoportable Ramón Calderón han ido deteriorando la imagen que se tiene del Real Madrid desde Pamplona hasta Papúa Nueva Guinea. Cuando el Madrid consiguió quitarse la etiqueta de “el equipo de Franco” pasó a convertirse en un club prepotente, que se acostumbró a entrar en todas partes como elefante en cacharrería. La recompensa se llamó odio. Y con éste fue recibido en todos sus destinos: desde Pamplona hasta Papúa Nueva Guinea.
Soy madridista, pero menos. Detesto la saga de personajes trincones, mangones y zampabollos que se han adherido al club buscando hacer negocios y salir en la foto junto al resto de engominados del palco. El club ha ido de mal en peor. Es cierto que Florentino Pérez modernizó el club, pero lo hizo derrochando alocadamente, dedicándose a fichar no siempre a futbolistas sino a fluorescentes productos de mercadotecnia, jugadores pretendidamente galácticos, con fecha de caducidad a la vuelta de la esquina. Y así, al cabo de un lustro, el club se quedó sin sus galácticos -jubilados y emigrados- , sin su ciudad deportiva –que se encontraba en una de las zonas más caras de España-, y sin un porrón de millones de euros. Al final, el viaje galáctico resultó ser un triste devaneo de un empresario que terminó estrellándose con la nave del club, pero más millonario que antes del accidente. Evidente y consentida paradoja.
Ahora, Calderón es el vivo ejemplo de presidente incapaz, lenguaraz, poco comedido y pésimo gestor. Le gustan más los flashes que a Bono los santos. Rodeado de viborillas, besamanos y pretenciosos hurgones, el actual presidente del Real Madrid es monumento al dirigente incauto, la antítesis del gestor cauteloso. Su equipo de asesores es peor que los responsables del vestuario de Esperanza Aguirre. Y el salpimentado guirigay en que se han convertido este año sus equipos de fútbol y de baloncesto la consecuencia lógica a la pésima gestión que sufren. A Ramón Calderón se le hunde la nave. ¿Será el Madrid el nuevo Titanic? Doble a sencillo a que Calderón se ve frente al espejo más guapo que Di Caprio.
¿Cómo es posible que el presidente de un club vaya de peña en peña portando un fajo de fotos con su careto y firmando éstas como si él fuese un mago del balón? ¿Con quién ha empatado en toda su vida Ramón Calderón? Yo lo tengo muy claro: ha empatado a cero consigo mismo. Es lo que suele suceder cuando alguien va a jugar al fútbol con las mejores botas, la indumentaria de última moda, el cutis más fino, el peinado más resistente, pero sin balón.
Y, a pesar de todo, pese a estos flautistas de la nada, a día de hoy sigo siendo madridista. Eso sí, últimamente, me siento algo metamorfoseado, cambiante, raro, como si algo dentro de mí estuviera modificándose. A veces, cuando se me pasa el enfado, me pregunto: “¿Dejaré alguna vez de serlo?”. Creo que Aznar podría ayudarme a ello. Sería el perfecto presidente del Real Madrid para culminar mi travestismo kafkiano y convertirme en uno más de los antimadridistas que habitan en el mundo, desde Pamplona hasta Papúa Nueva Guinea.
Comentarios
Con la venia, y por alusiones (y ganas de aplaudirte este simpatiquísimo ejercicio de autocrítica merengue que has bordao, Jean). Como sabes, antes que anti-lacosavostra, soy ferviente palangánico. Mis palmas hacia este post van por tanto por sevillanas.
Has descrito las fases y los flashes que ni uno de los boixos o nossos. Impagable esa imagen del flamantísimo pelotero con todo encima menos el balón. Genial, Jean.
Así, así, .....así da gusto compartir críticas, y alentar la esperanza de volver a poder ver a tu equipo con el balón y jugando bonito. Porque a veces hasta me gustaba y todo cuando lo hacían sólo 11. Amancio, Gento, Santillana..........ummmmmmm, bueno y cositas de Netzer.
Desde esa era, hasta el eral de Papua Nueva Umbría: Un sinfín de colegiados. Y eso que antes no había cuarto árbitro,jeje.
Besos.
Escrito por: alargaor.2008/11/20 21:50:27.583000 GMT+1