Podría haber sido un charcutero, un cirujano plástico, un otorrinolaringólogo o un banquero, pero no, ha sido un periodista, un simple periodista al que le pueden caer quince años por arrojarle un zapato a un presidente. A ese pendenciero presidente con sonrisa de sátrapa nadie lo va a juzgar por ser el máximo responsable de la constante carnicería que ha provocado ya cientos de miles (¿millones?) de muertos en Irak. Así es la justicia terrenal. Quince años por un intento de zapatazo, y amnesia ética, desparrame humano frente a un hombre venenoso, zopenco y mediocre. No me extraña que sean millones los que busquen más allá de las estrellas otra justicia. Lástima que más allá de las estrellas no haya sino constelaciones de sueños frustrados.
El periodista de los zapatos es el héroe de muchos iraquíes. Yo no tengo héroes, pero admiro la osadía, el arrojo y la valentía de un hombre que se enfrenta al que dicen que es el hombre-títere más poderoso del mundo.
Al periodista de los zapatos le han roto una mano y varias costillas. A mí me da que antes ya le habían partido el alma. A lo mejor reconsidero eso de no tener héroes.
Comentarios
Soberbio artículo.
No hacen falta héroes, sino personas valientes que dén ejemplo. Personas como Muntazer Al-Zeidi, o el joven griego Alexándros.
Escrito por: Izaam.2008/12/17 21:21:43.711000 GMT+1