Poco antes de convertirse en alcaldesa de Madrid por obra y gracia de Alberto Ruiz-Gallardón, la esposa de Aznar visitaba, en calidad de concejala de Medio ambiente, el barrio de este humilde servidor suyo. La presencia de la esposa del fornido ex presidente del Gobierno provocó que un equipo del SELUR (Servicio Especial de Limpieza Urgente) de la capital de España se desplegase con eficacia y cierta eficiencia, limpiando las aceras, sustituyendo las deterioradas y pringosas papeleras antiguas por unas nuevas y relucientes, recogiendo las cacas de los perros y maquillando las fachadas de los edificios mediante la eliminación de los grafitis. El vini, vidi, vinci de la esposa de Aznar fue tan caricaturesco como bochornoso, por cuanto tenía de amago de guión de Azcona y Berlanga. Hoy, la susodicha ha inaugurado un supermercado en la exclusiva calle madrileña de Serrano. Ha llegado y ha besado el santo, escoltada, amparada, casi camuflada, en medio de una cohorte de funcionarios a los que arrastra en sus desplazamientos, incluyendo en éstos los que realiza a la peluquería. La alcaldesa no vive en el Madrid real, sino en el artificial, en ese Madrid que le arreglan, le magnifican y le dibujan con servilismo e indecencia. No conoce los apretones del Metro en hora punta, ni los atascos (a ella le abren paso policías motorizados); no sabe lo que es detenerse ante un semáforo en rojo; desconoce lo que es aguardar turno en el mercado; ni experimenta las esperas para adquirir una entrada para el teatro o el cine. Las normas se pliegan ante ella para agradarla. Las convenciones se diluyen para postrarse ante su figura. La esposa de Aznar dice estar al servicio de los madrileños, pero, a estas alturas, ¿hay alguien que no tenga claro que somos los madrileños los que estamos al suyo? Para algo debía de servir ser la esposa de Aznar.
2012/03/22 15:59:17.229000 GMT+1
La esposa de Aznar y el Madrid real
Escrito por: Jean.2012/03/22 15:59:17.229000 GMT+1
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