Dice la Carbonero que Cristiano es egoísta. No, no es un trabalenguas ni una contraseña de mi ordenador. Es el pararrayos del absurdo cotidiano. “Becaria mona encuentra trabajo con salario de redactor jefe” se titula la película. Para algunos es una telenovela, mientras que para otros no es más que un vulgar un remake de Psicosis. Telecinco ve en la Carbonero una pepita de oro, un imán en prime time, un prime time en imán, un braguetazo cósmico. La Carbonero, cosmógonías al margen, es la Bob Esponja de la plebe, pero con guión de Ana Obregón, que es la Patricio de la creatividad biológica. Jota Jota Santos podría ser Calamardo, pero me dicen que no sabe tocar la flauta. Lástima, porque me estaba quedando un fondo de Bikini la mar de mono. Telecinco tiene mala rima, así que se plantea la posibilidad de retirar el numerito incordio de su logotipo y poner en él a Belén Esteban de perfil, que para eso es princesa y del pueblo, nada menos. Lo que no han especificado es de qué pueblo es princesa. Igual lo hacen por no crear alarma social y que a trillones y trillones de españolitos les dé por empadronarse allí todos a una. Pero volvamos a la Carbonero, que es al periodismo deportivo lo que la ex de Jesulín a las fajas reductoras. Tele-five la vende a voz en grito, a los cuatro vientos, a modo de charlatán de feria, cual pregonero de las andanzas y buenaventuras audiovisuales: “Se hace saber, de parte del señor Paolo Vasile”… Y en los mercados las señoras discuten acerca de si la Carbonero es o no periodista, “porque, maja, la chica no ha terminado la carrera”. Carajo que no. Lo que ha hecho es adelantar por el arcén a los estudiantes con el visto bueno de la benemérita. Ella ha sido más rápida en la carrera que Fernando Alonso, que lleva incrustado en la chepa un forofo calvo, servicial y adinerado, hijo de la fortuna y del periodismo de vehemencia y club de fans. En esta algarabía de informadores mediáticos venidos del Olimpo, se impone el magnetismo de la Carbonero, que se deja veletear, que es algo así como hacer la veleta con el aire que le insuflan a uno – en sentido figurado, entiéndase-. Pero para que unos rían, otros tienen que llorar. Así es la televisión. Dicen que la Milá llora por los rincones, desconsolada ante el vuelo fulgurante de la Carbonero. Ella ya no es la reina de la tele, el zapatito de cristal ya no encaja en su pie. Ahora las riendas de la carroza las lleva la novia de Iker, al que le dio por la zarzuela tras el éxito mundialista y dio a conocer a medio mundo su particular versión de La Leyenda del beso. Pareciome machista y a destiempo el besuconeo, pero allá cada cual con sus morros. La Carbonero no necesita terminar la carrera, porque las puertas se le abren de par en par, y a la gente le da igual que le vendan naderías para el pelo o un champú para el intelecto. En la tele multicolor del siglo XXI uno tiene que elegir entre las mamachicho de Telecinco, disfrazadas de periodistas y co-presentadoras, y Curry Valenzuela, disfrazada de Curry Valenzuela. Me lo ponen difícil. Me quedo con la carta de ajuste. Porque todo lo demás es, televisivamente hablando, completamente falso. Vamos, que en la aventura catódica diaria hasta el algodón engaña. Y la Carbonero, mientras, se forra. Como Curry Valenzuela.
2010/09/26 22:30:40.073000 GMT+2
La Carbonero
Escrito por: Jean.2010/09/26 22:30:40.073000 GMT+2
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