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2013/12/30 00:23:12.529000 GMT+1

Inspiración

 

 

Así estoy, abrumado por las luces serenas de una musa que sobrevuela la estancia de los olvidos y los fracasos que me dejaron atrás renqueante. Enérgico transeúnte me siento, encerrando hielo y fuego con mis puños que hoy gritan y quieren levantarse para romper el cielo de cristal.

 

La vehemencia de los sentidos estimula a ráfagas los pensamientos, enerva la ponderación y el sosiego hasta hacerlos saltar en añicos, y quieren las manos abrirse y abrazar lo inabarcable, palpar, acariciar los muslos de la existencia, de la consciencia, de la vivencia superlativa.

 

Los ojos quieren cantar, los labios besar la música, los oídos leer las pinturas,el corazón escuchar los besos y bailar la inocencia de lo involuntario,y el collage es una tempestad que envuelve de temor las aguas azules, que levanta las olas como si fueran pañuelos de seda dóciles y sumisos.

 

Y cuando llega la calma, cuando la voluptuosidad cede al rendido sueño, yacen los versos exhaustos, esparcidos, aún palpitantes y temblorosos, y la huella de lo nuevo e inesperado ya ha quedado eternamente aferrada a una verdad que ya no es imaginada, sino que se ha vivido para siempre.

Escrito por: Jean.2013/12/30 00:23:12.529000 GMT+1
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2013/11/29 11:10:38.412000 GMT+1

El sueño

El sueño, como un látigo incontrolado

Como balneario de aguas bravas

Pero también serpiente dócil

 

El sueño, como una huida del yo oculto.

Como agonía de un subconsciente que lucha

Contra la libertad de su Caín particular,

Contra el monstruo de la razón

 

El sueño, como rayo de luz cegador,

Como rocío que humedece unos labios

Como miedo, fantasía e imprevisible

Serenata de manos delicadas

 

El sueño, como cumbre que escala el corazón

En una gélida noche de riesgos

Como los ojos ocultos tras una mirada

Como nubes salpicando una bóveda

 

El sueño, los sueños, narraciones por escribir

Al dictado de los deseos, de los miedos,

Del tacto que guía las intuición,

De un mapa repleto de improvisaciones.

 

El sueño, como expedición más allá de la frontera,

Más allá de los tabúes milenarios y las rutas salvajes

De lo inexplorado, donde nos tiemblan las manos

Y el anhelo levanta una bandera blanca.

 

El sueño, fulgurante, recio y galopante hidalgo,

Alocado dispensador de vaivenes emocionales,

De gigantescos saltos al vacío ensordecedor,

Donde se acumulan los corazones rotos.

 

El sueño, amigo de mis enemigos,

Leal traicionero; fiel vengador;

Lamento ciego que nace de las entrañas

Abrazo partido, susurro inconcluso.

 

Y el sueño despierto. Ventana a un mar de ecos.

Orilla virgen aguardando tu barcaza

Donde desembocan los viajeros involuntarios

Atraídos por la quietud de una vida aún por soñar.

 

 

Escrito por: Jean.2013/11/29 11:10:38.412000 GMT+1
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2013/11/03 20:37:33.765000 GMT+1

Dextrología (I): ¿Qué es la derecha?

 

La derecha es un concepto inabarcable en tanto que cambiante. Es la apisonadora del dominio, la fuerza siempre latente, orquestada, aniquilante, permanentemente dispuesta al castigo. La derecha es, paradójicamente, lo viejo, pero también lo nuevo, porque se perpetúa,  se adapta para mantener el estado de las cosas. La derecha es el privilegio que descansa sobre la necesidad, el despilfarro que se ríe de la carestía. Es el ayer del mañana, y el mañana del ayer. Es la inalterable aspiración del dominio individual, la malformación congénita que lastra a las sociedades.   La derecha se tiñe de la inocencia y credulidad de sus víctimas. Aunque, a veces, las víctimas que son conscientes del engaño sean las que se tiñen con la sangre de su propia derrota. Porque mientras la izquierda es un anhelo, la derecha es una constatación, la efervescencia del egoísmo idolatrado.

La derecha, como dogma ensoberbecido, no admite preguntas ni cuestionamientos. Es una religión dentro de una religión. Es la carcajada en el entierro, y la crítica que impone silencio en el carnaval. La derecha siempre sepultó los hallazgos de las ensoñaciones y los saltos del humanismo sin los ropajes de la superstición. La derecha desprecia la verdad de la propia contemplación, consciente de que el espejo devuelve a su otro yo situado a la izquierda, en el tabú de las incógnitas y las dudas. Su música es el desacorde que asalta la sincronía de una aspiración eterna, el torrencial de manchas que arruga el corazón de un pentagrama hasta imponer un único himno. La derecha es ese dedo acusador y amenazante que te señala para mantenerte lejos de su morada.

Pero la derecha es sobre todo derecha en la oscuridad, su hábitat predilecto, donde seduce y embauca a hordas de contrincantes dispersos y  devorados por la alienación. Y entre tinieblas, donde da forma a la masa programática del control y dominio sin fisuras, escribe en renglones torcidos los mandamientos sagrados que ordenará cumplir, cuidándose mucho de respetarlos desde la coherencia. La derecha tira la piedra y esconde la mano. Y la concurrencia, descalabrada, aplaude y recoge las migajas de un escenario de corrupción, impiedad e incongruencias. La derecha no respeta sus designios ni sus leyes. Ésas fueron sólo escritas para adormecer al vulgo.

La derecha es la clase omniconsciente  que vence a sus rivales noqueándoles sobre una lona de impersonalidad. La derecha es la clase que siempre lucha. Y suyo es el éxito incontestable de borrar las huellas de identidad de sus antagonistas hasta hacer que las barricadas sean lastres y obstáculos de una revolución siempre pendiente.  

 

 

Escrito por: Jean.2013/11/03 20:37:33.765000 GMT+1
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2013/10/29 22:46:36.677000 GMT+1

Hoy: 29 de octubre

Hoy: 29 de octubre

 

Hoy he recordado el Germinal de Zola. Hoy he vuelto a cambiar de canal, huyendo de las lágrimas de hombres duros. Hoy no soy buena compañía, porque el pesimismo me ha seducido y otorgado fuerzas para exteriorizar un desencanto que comienza por devorarse a sí mismo.

 

Hoy, somos más conscientes de las miradas ajenas, del perverso interés en diseccionarnos, de realizar una autopsia de nuestras palabras y de nuestros gestos. La inteligencia de las naciones (sic) es un arma de autodestrucción. Los espías ya no disimulan. Es un mal presagio de unos tiempos donde las máscaras ya no son necesarias para ocultar los rostros amenazantes.  Sólo nos quedan libres los pensamientos. Por ahora.

 

Hoy, Franco sigue siendo un muerto muy vivo. Su legado continúa inquebrantable, protegido por una capa de polvo bajo la que gimen letras olvidadas. Con esas letras se escriben los nombres de muchas víctimas a las que no se ha hecho justicia. Son otras víctimas. Es otra justicia. No caben ni las unas ni la otra en el ideario de los herederos de un muerto que sigue muy vivo.

 

Hoy, aparecieron ocho nuevos disparos en el techo del Congreso, hasta ahora desconocidos. Toda una metáfora de nuestra democracia. Difícil es cerrar heridas que no duelen como propias.

 

Hoy, supimos que el sector manufacturero español paga 14 euros menos por hora que el alemán. Los costes laborales en España son casi la mitad que en Bélgica. Quizá esté cercano ese  día en que proliferen tiendas de "todo a cien" de productos españoles en China.

 

Hoy, en fin, acaba como el Germinal de Zola, con la esperanza puesta en un tiempo que vendrá cuando ya no estemos. Pero sin hoy, no se entenderá nunca el mañana…

 

“Des hommes poussaient, une armée noire, vengeresse, qui germait lentement dans les sillons, grandissant pour les recóltes du siècle future, et dont la germination allait faire bientôt éclater la terre”

Escrito por: Jean.2013/10/29 22:46:36.677000 GMT+1
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2013/10/25 14:09:51.119000 GMT+2

Felip Egonzález

El expresidente  (y ex de tantas cosas) Felipe González ha creado una  fundación para el estudio de su propia figura. En un supuesto acto de soberbia filantrópica, el hombre que se sacudió el marxismo de un manotazo, el líder que bajó sus puños, aquel que  tiñera sus promesas e hiciera una religión del abandono de los ideales del socialismo, quiere ahora labrarse un hueco en las vitrinas de la Historia. Pero su ronroneo maquiavélico ya no genera más que una  perplejidad insulsa y desnuda, transparente, por más que  aún cuente con un buen puñado de confiados y entregados adeptos. Sólo la metamorfosis kafkiana supera en eficiencia a la felipista.

 

Hay un González tiznado de surrealismo, tragicómico, casi histriónico, revestido de lujo, autocomplacencia y habanos. Y hay un Felipe hiperrealista que asusta, que destapa los sueños inconclusos y las intrigas de unas promesas adulteradas, roídas entre nostalgias y lamentos. Hay un Felipe de ensoñaciones traicionadas, otrora esperanza de una generación de españoles vacunados con la reciente libertad. Era el Felipe del cambio. El cambio: cambiarlo todo para que todo siga exactamente igual. Deformar las ilusiones hasta convertirlas en frustración y resignación. El felipismo no necesita una fundación, sino una autopsia. Para saldar la deuda histórica que dejó, sus acreedores  no necesitan que un ex político ataviado de burgués se mire el ombligo y adore su reflejo en las aguas de un  río, sino que se evidencien las causas de su defunción. Quizá eso sirva para convertir los mitos en una praxis utilitaria que reconduzca la línea de un PSOE abandonado a su suerte, arrastrado por la marea, y con un grumete disfrazado de capitán al timonel.

 

 

Por eso, que ahora Felipe González se arroje en vivo y en directo en brazos de un narcisismo revenido se antoja anacrónico y fútil. Quizá es que Felipe se aburre jugando a los negocios. Resultaría paradójico porque, precisamente él, convirtió su figura en un negocio. Quizá sea que  ya no se conforma con ser el comodín de los suyos en los mítines electorales de autobús, bocata de calamares y visera. Quizá, que ya no es el oráculo al que se consultan las posturas y las decisiones. Felipe se ha convertido en un estorbo previsible. Y, por muy duro que pueda parecer el dictamen, ése fue su cometido en la Historia de España: la de estorbo, la de un político de la izquierda que cumplió su función de estorbo para la izquierda desde sus propias entrañas.

 

 

 

 

 

Escrito por: Jean.2013/10/25 14:09:51.119000 GMT+2
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2013/10/23 10:12:28.979000 GMT+2

La sonrisa de Inés

Inés sonrió ayer al abandonar la prisión de Teixeiro, en A Coruña. Y esa sonrisa supuso un puñal retorciéndose sobre las heridas aún abiertas en la memoria de sus víctimas. Es una escena que se repite y que se ha producido en un sinfín de ocasiones en aquellos países que no cuentan en su sistema penal con cadena perpetua ni pena de muerte. Escoltada por amigos y familiares, la etarra, privada de libertad durante 26 años y tres meses, recuperaba la libertad. Esa misma libertad que ella negó a 24 seres humanos acabando o ayudando a acabar con sus vidas. Inés, ya en el interior de un vehículo esbozaba una sonrisa.  Esa misma sonrisa que ella ha arrancado a los familiares de sus víctimas casi de por vida. Una sonrisa, la de Inés, que hiela el corazón de muchos y que somete a una buena parte de la sociedad a un debate que va más allá de lo estrictamente legal. Es un debate ético y moral acerca de qué debe hacer una comunidad con sus más despiadados asesinos. Y esa reflexión es previa a la determinación de las leyes.

 

Tiempo tuvieron los legisladores para ponerse de acuerdo, pero el terrorismo, y más bochornosa e hirientemente algunas de sus víctimas, fueron a menudo un comodín para políticos desalmados y faltos de escrúpulos, por más que vieran caer en numerosas ocasiones  a compañeros de filas. Legisladores, de variada ideología y tonos cromáticos, incluyendo los del cinismo, la manipulación y el manoseo del dolor ajeno, que tuvieron muchos años para hacer las leyes. No son pocos los ciudadanos que ahora se rasgan ahora las vestiduras, pero ¿cuántos de ellos depositaron su voto en las urnas comprobando lo que decían los partidos acerca del cumplimiento de las penas o de sus consideraciones acerca de las condenas y del carácter y extensión de las mismas? 

 

La ley, nuestra ley, la ley que hemos convenido otorgarnos, o que nuestros representantes han decidido, con nuestro respaldo en las urnas, otorgarnos, señala que Inés ya ha cumplido la pena establecida para ella por sus crímenes. Para muchas víctimas se trata de un precio escaso. ¿Acaso no resulta esto comprensible? Pareciera, por momentos, que aquello de Dura lex sed lex se refería a las víctimas, y no a los verdugos, y que la dureza de la ley se hubiera transformado en crudeza para las víctimas por el limitado e insuficiente carácter punitivo de esa lex.

 

Sin embargo, esta reflexión acerca del terrorismo y sus víctimas conviene circunscribirla a nuestra Historia, a experiencias anteriores y a la supuesta persecución de la Justicia como máxima, como valor intrínseco de una sociedad justa, tanto con sus víctimas como con sus asesinos. Y es entonces cuando uno constata que esta  España cuenta con un doctorado cum laude en el olvido y menosprecio a sus víctimas. No son pocos los asesinos y torturadores que cuentan con calles y monumentos en varias ciudades. Quienes sometieron a este país a un régimen totalitario, con ausencia de libertad, basado en la represión mediante el uso de la violencia y el terror, cuentan con  un homenaje artístico, histórico, plástico y cultural en  placas, esculturas y símbolos que se han convertido con los años en perversas  sonrisas eternas. Y las víctimas han tenido que vivir con ello el resto de sus vidas, paseando, por ejemplo,  por la calle del General Mola, quien diera aquella consigna de “sembrar el terror, eliminando sin escrúpulos a todos los que no piensen como nosotros”. Víctimas derrotadas, haciendo de tripas corazón, mientras los ecos del Estado despedían alabanzas a quienes imponían un modelo basado en el terror y la violencia para imponer su modelo de nación. Esa España que algunos quieren enterrar en el pasado está presenta en la España actual. Es la misma España. La España amnésica que no ha saldado ni rendido cuentas a las víctimas. La España que de manera consciente y premeditada no ha querido hacer justicia. La España que ha obligado a las victimas, durante décadas de sumisión, impotencia y silencios, a bajar la mirada al cruzarse con el verdugo sonriente. La España que glorifica a los terroristas de un régimen dictatorial a cuya máxima figura mantiene en un mausoleo lujoso construido por la mano de obra esclava de los “vencidos”. La España que hoy se levanta revuelta ante la contemplación de la sonrisa de una etarra que disfrutará ya de libertad.

 

Algunos vocingleros bien recompensados -son la voz de su amo-  dicen que llevar a las víctimas de ETA y a las del franquismo a un cruce de caminos es mezclar churras con merinas. ¡Como si se tratase de una cuestión de rebaños! Es un escrupuloso e insalvable asunto de memoria, pero, sobre todo, de ley, de respetar esa norma que nos hemos dado, por mucho que duela la sonrisa de una asesina.

 

Escrito por: Jean.2013/10/23 10:12:28.979000 GMT+2
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2013/10/21 17:46:24.019000 GMT+2

Madrid

No es que Madrid esté sucio, es que  Madrid está enfermo. Madrid es un vagabundo somnoliento que camina zigzagueante, esquivando de chiripa los coches en una avenida ruidosa. Madrid es un enjambre donde reinan los zumbidos anárquicos y las traiciones. Madrid es un cenicero desbordado, un muro lleno de graffitis, una cuna mecida por manos sucias. Madrid es un grito de dolor. Madrid es una eyaculación precoz.

 

Madrid es un callejón sin salida. Madrid es un genio desfilando sobre una pasarela con una camisa de fuerza como única prenda. Entregado a la causa de la sinrazón, Madrid languidece entre penumbras y arcadas. Madrid es una orilla a la que llegan los desechos, una plaza vencida, derrotada y sumisa. Madrid, otrora grito rebelde, es un escenario de lujo para la soberbia y la vanidad de la inutilidad e incompetencia políticas. Madrid es un arrebato de pasión silenciado por un disparo en la sien. Madrid, mi Madrid, mi pobre Madrid, mi raquítico Madrid, es un capricho de la irresponsabilidad de una elite mezquina e insaciable.

 

Llueve en el Madrid de la inconsciencia, y los madrileños han entregado el sentido común a los desalmados. Madrid es un rumiante somnoliento, dejándose meter mano. Madrid ni tulle ni bulle; Madrid se enquista, se deforma y enferma. Madrid es un enfermo crónico. Madrid es hoy una parálisis, un parche sobre la cicatriz. Madrid, mi pobre Madrid, ciudad arrebatada, violada y humillada. Madrid es un silencio. Madrid es el silencio. Los gritos de la utopía fueron vencidos con la sangre, y sobre ruinas de indecencia se levantaron los sueños derretidos. Madrid es la oscuridad que niega la realidad.

 

Madrid vendió su alegría por un mendrugo de pan. Madrid es el escenario de una debacle ética y moral, el cruce de caminos de una aquiescencia y contemplación que se han convertido ya en complicidad. Madrid escuece y duele. Mi Madrid, mi pobre Madrid. Mi famélico Madrid. Mi Madrid gris, y desastre; mi Madrid escurridizo y huidizo; mi Madrid, donde la música improvisada está proscrita. Madrid, escenario de atrocidades, seno desalmado, epidermis de la burocracia, obstáculo impertinente, triturador de esperanzas.

 

Mi Madrid, mi pobre Madrid. El Madrid que nunca imaginé ver; el Madrid en el que nunca deseé vivir; el Madrid por el que nunca pensé ser absorbido. El Madrid de barro, el Madrid de debilidades intelectuales, miradas carcomidas y estrábicas muecas. Mi pobre Madrid. Lo que queda de Madrid. El Madrid veleta y atónito, el Madrid cometa, adelgazado por los caprichos de un viento sucio, entregado a los brazos de una aleatoriedad dañina. El Madrid perdido, anestesiado, resignado y suicida. Madrid, convertido en una nada. Madrid, una lágrima secada por la codicia. El Madrid del destierro, del exilio, de la humillación, de las falsas promesas,  de trucos, timos, artimañas y argucias. El Madrid irrazonable e inadmisible. El Madrid secuestrado y torturado. El Madrid derruido.

 

Mi Madrid, mi pobre Madrid, escaparate de necedades, faltas de escrúpulos y aberraciones. El Madrid indolente y miserable. El Madrid entregado sin resistencia a las manos equivocadas. El Madrid crédulo e imberbe, el Madrid atónito, perplejo y desaborido. El Madrid de tinieblas, ausencias y menudencias, el Madrid resbaladizo, trinchera recosida, ave sin alas, descorazonador e insulso. El Madrid ausente.

 

Mi Madrid, mi pobre Madrid. Madrid, como paro cardiaco, como interrogante forzado por un abrelatas. El Madrid que se retuerce de dolor e incomprensión. El Madrid de restos y despojos que inundan las aceras. El Madrid que vomita desperdicios sobre parques, salpicando de basura sus calles. El Madrid que se engulle a sí mismo cerrando los ojos y tapando sus oídos. El Madrid autodestructivo, inconsciente y náufrago. El Madrid que ha bajado los brazos. El Madrid aquelarre, humeante. Y lo más intrigante y paradójico: así es el Madrid al que nos abocan los elegidos, mientras los madrileños simulamos vivir en el paraíso.

 

Mi Madrid, mi pobre Madrid.

Escrito por: Jean.2013/10/21 17:46:24.019000 GMT+2
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2013/09/01 18:00:0.460000 GMT+2

Días nublados

Cuando el cielo es una gigantesca hoja de papel de aluminio, un valle de ceniza, un brochazo grisáceo que dijéramos alguien lanzó con maldad y desconsideración a quienes guardan su ilusión anual en una maleta. Cuando el cielo se tiñe de tristeza es para contagiarla. El techo que acariciamos con la mirada queda retratado en predicciones que engatusan a los crédulos espectadores. Absortos contempladores de las previsiones meteorológicas cruzan los dedos y se amontonan ante las expectativas, los viajes inacabados y los planes de futuro. Y en los sueños los damnificados por la inhumanidad de tonos melancólicos y grises sacan sus acuarelas para teñir el subconsciente de rayos de sol y una larga sonrisa que invierta en arco iris. Y la irrealidad pasajera se marchó un día más sin decir adiós.

Escrito por: Jean.2013/09/01 18:00:0.460000 GMT+2
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2013/08/26 14:14:24.846000 GMT+2

Fotografías

Hay en una foto una pizca de infidelidad al pasado, una burla al tiempo herido de muerte. Pero una foto no alcanza realmente a inmortalizar nada. Una fotografía es una huella dactilar del pretérito, un fugaz rescoldo. Las imágenes más ilustres no se revelan, sino que se rebelan ante la finitud, convirtiéndose en escaparates enmarcados en una realidad que se fue. El fotógrafo es un creador de añoranzas e intermitentes recuerdos. Una fotografía es también un reproche a lo efímero, un parpadeo mecánico que hunde sus raíces en el tiempo. Pero hay también fotografías hechas por el escritor, que le roba las imágenes al obturador para convertirlas en palabras que también mueren a orillas del pasado.

Escrito por: Jean.2013/08/26 14:14:24.846000 GMT+2
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2013/06/24 21:52:16.537000 GMT+2

Werterminator

Como una especie de androide ejecutor descontrolado, uno de esos robots desalmados que llevan un corazón de metal, así transita José Ignacio Wert por la política española. Va buscando bronca y camorra,  y le chiflan los decibelios reprobatorios de la orquesta ciudadana. Cada vez son más los "maleducados" que se desgañitan tratando de amortiguar la inquina de un trotamundos de la política que parece ahora haber encontrado su zapatito de cristal.  Wert es un ejecutor, un verdugo de los deseos que se cocinan en FAES para deleite de las elites, esas que trituran el Manifiesto Comunista cuando éste apenas ha echado a andar, justo cuando aparece la palabra “proletarios”. Wert es el Don Limpio de esta España sandunguera, futbolera y medio amnésica.  Wert es el hombre menguante que saca brillo al calzado de Aznar, ese mismo que otrora reposaba sobre la mesa de George W. Bush, junto a folios repletos de zafiedades, patrañas y mentiras por las que aún nadie ha cumplido condena. Wert es el esperpento andante de esta España descorazonada, sin apenas aspavientos democráticos, el aniquilador de la res pública, el Atila necrológico paradójico, terrorífico, estrambótico que recorre los campos de ceniza de Hispania; el legionario furioso de encías sangrantes; el compulsivo exterminador de becas; el martillo de la música; la hoz hiriente y expeditiva que amputa el agonizante hilo de vida que le queda a la cultura. Wert es  el sociólogo asocial. Wert es  el maléfico pirómano de la solidaridad que se divierte soplando las ascuas en la hoguera de las vanidades. Wert es el hombre que disfruta destruyendo. Lo lógico sería que una sociedad seria, solidaria, madura, inteligente y responsable le denegase el acceso a los puestos de responsabilidad política. Pero esta España de werts lleva siglos reñida con la lógica. Siglos de agonía. Siglos sin conciencia ni consciencia. Y el verdugo, mientras tanto, sonríe y repasa las últimas líneas del guión. Su corazón de metal brilla reluciente y exitoso, pero nunca sabrá qué se siente con un latido.    

Escrito por: Jean.2013/06/24 21:52:16.537000 GMT+2
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