2014/09/22 14:34:48.041264 GMT+2
Toutes mes certitudes s'effondrent; Et je pleure comme la terre tremble. Je regarde dans le vide un autre homme qui me ressemble. Je vais épargner au monde la colère de Jean Valjean. Jean Valjean est mort ce soir; Ici commence une autre histoire.
A veces, los epílogos no constituyen más que el inicio de algo. Los epílogos pueden conllevar también una huida. Alguien que permanece en una celda cumpliendo condena puede abandonar ésta de varias formas: huyendo; habiendo cumplido su pena; o ya cadáver. En parte, yo abandono hoy esta celda 24601 un tanto de cada una de estas formas. Si estuviera Javier, me diría que saliese, que volase, pero que no dejara de cumplir con los lectores. Bueno, exactamente, me habría dicho que cumpliese conmigo mismo. Si no fuera por él, yo ya habría callado hace muchos años. Él me animó a seguir cuando en la celda apenas si se intuía la asustadiza luz de una pequeña vela.
Aquí quedan un puñado de palabras, escasas reflexiones y sobreabundancia de errores. Mientras esta página permanezca en pie, aquí reposarán mis filias y mis fobias, mis obsesiones, mis resentimientos y mis torpezas. Pero también mi sinceridad y mi honestidad (si se me permite el vanidoso apunte), mi forma de entender la vida, el mundo, las relaciones y la justicia. También mis deseos, mis ideales, mis sueños y algunos osados poemas.
Este presunto Valjean ya no tiene razón de ser, porque, en realidad, Valjean pertenece a Victor Hugo y a los héroes de todos los tiempos. No a los héroes de la literatura, sino a los héroes reales, de carne y hueso. Valjean está en los hombres valientes, en quienes renacen, en quienes son capaces de saltar los muros de la injusticia, en todos aquellos que luchan por el bien, y también en quienes huyen de un pasado adverso del que fueron víctimas y viven ahora un presente que levantaron con sacrificio, entereza y rebeldía. Rebeldía contra su propio destino, rebeldía contra los obstáculos, contra la opresión, la amargura y la derrota. Rebeldía necesaria e imprescindible para acometer los problemas y las adversidades. Por eso, Valjean es un héroe de todos los tiempos. Pero Valjean es también el hombre que huye eternamente; es también el hombre que no puede ser quien en realidad es. Valjean no puede mostrar a nadie las cicatrices de su alma. Ni siquiera puede llorar; es el héroe silencioso. Él cambio su celda por la prisión de un mundo sin pasado. Ésa es la dicotomía trágica de Valjean.
Y yo, quizá, nunca debí refugiarme tras la coraza de un hombre como él. Yo no poseo ninguna de sus cualidades. En realidad, sirva para mi descargo que no buscaba más que unos ropajes para disimular mi identidad. Si lo hice fue por admiración y devoción a su figura, no por pretenciosidad. Sea como fuere, hoy cae un disfraz, y hoy abandono esta celda para seguir siendo, paradójicamente, preso de un sinfín de carencias, necedades y para seguir con absoluta fidelidad la estela de la sempiterna perseverancia en el error.
Resulta imprescindible el agradecimiento a cuantos se asomaron a esta celda, a quienes me ensalzaron y leyeron con cariño, y muy especialmente a quienes fueron críticos conmigo y con mis palabras. La crítica escuece e irrita, salvo que tu humildad sea rocosa, pero la crítica es el espejo irreverente y necesario para cercenar el narcisismo y para desenmascarar al ego. Gracias también a quienes me hicieron saber que disfrutaban leyéndome (aunque fueran, por aquello de la probabilidad, agujas en el pajar), gracias a quienes pretendieron ayudarme desde las sombras sin ni siquiera hacérmelo saber, gracias a quienes compartieron con otros mis palabras. Gracias a quienes alguna vez me releyeron. Gracias a todos los que me animaban a compartir mis pensamientos. Gracias a quienes me sirvieron de inspiración y a quienes hicieron sencillo escribir en los momentos que parecían más difíciles. Gracias a quienes me leyeron al alba. Y gracias a ti, Javier.
Hoy salgo de esta celda para siempre. Hoy sé que ya no volveré a ser Valjean. Hoy es un epílogo. Hoy no sé quién seré mañana.
Escrito por: Jean.2014/09/22 14:34:48.041264 GMT+2
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2014/09/15 21:13:5.020025 GMT+2
La hispanista Margaret Thatcher, dadivosa alma ejemplar en su días terrenales y musa de filantropías varias, ya tiene su plaza en los madriles. Qué menos para quien tanto disfrutó de las verbenas populares aderezadas de barquillos, chulapos y el tralalá de los organillos. Lógico y sentido homenaje a quien dedicó tantos pasos al chotis. Cuentan sus más estrechos colaboradores que cuando sonaba el God Save the Queen, ella hacía oídos sordos y escuchaba en su interior Agua, azucarillos y aguardiente, mientras soñaba con una chicuelina del Niño de la Capea ejecutada con destreza y arrojo en Las Ventas. Ahí están, también, sus paseos por la Pradera de San Isidro, inmortalizados por la historia de esta ciudad abierta y noble. Dicen que fue ella quien inspiró a Tamayo y Sáez -versión moderna y gatuna de Pablo de Tarso-, dueto peripatético y robótico que premió a Esperanza Aguirre con versos de traición, sumisión, tragaderas y nebulosas morales de mercadillo. Y es que nadie, por más ciego que se pretenda, puede negar que Doña Margaret está presente en todos los rincones del Madrid de los Austrias, del Madrid luminoso y gentil, del Madrid abierto de entendederas, tapas, alterne, fiesta y churrerías ambulantes. Madrid es Margaret, y Margaret es Madrid. Es ciencia, dogma y verdad universal, palabrita de FAES sin pecado concebida.
A ella, y sólo a ella, pertenece el mérito de lograr que el cocidito madrileño desbancase al roast beef y al fish and chips como plato estrella en las mesas británicas. Qué ilusionante fueron aquellos días en que los pipiolos británicos pecosos llegaban al comedor de Oxford con su tupperware de callos a la madrileña, gracias a la mediación e influencia de quien tan injustamente fuese tildada de Dama de Hierro. “Dama de los fogones del Madrid chatungo e ilustre” mereció ser. Cómo no dedicar´, pues, una plaza a quien mostrara tanto amor y reconocimiento por la cultura madrileña. Cómo olvidar su imagen, puño en alto, litros de laca al viento y sus gritos de “Gibraltar español” en las calles de la city londinesa, enviando sus naves a luchar contra los elementos y los bobbies en los aledaños de Trafalgar Square. Qué menos que una muestra de gratitud eterna, qué menos que los transeúntes levanten sus miradas y llenen sus retinas de gratitud con la lectura que conforma el nombre de una madrileña de espíritu, palabra y obra. Pero, ¿sólo una plaza? Mereciera doña Margaret que el viejo Magerit se transformase en Marguerit, siquiera por aproximación fonética a su eterna embajadora.
Habrá que recriminar, eso sí, a la señora de Aznar, alcaldesa por amor al arte (rupestre), que no haya sido siquiera capaz de bajar del caballo al advenedizo de Carlos III y reconocer los méritos de la señá Margaret aupándola a lomos del bicho ecuestre que campea por sus fueros en la Puerta del Sol. Debiera encaramarse a doña Margaret al equino y dotar a éste de los atributos que portaba el que sostenía a Espartero. Huevos al cuadrado. Hípica épica es lo que nos falta para agradecer a Marga su pasión. En una frase: A relaxing estatua liberal in Puerta del Sol. Y sin esperar a 2020, sino ya, que Madrid está en deuda con Margaret desde hace décadas.
Tanto que ver con este Madrid, tanta hermandad, ligadura, nexo, dependencia… Madrid y la Thatcher son como siameses con un único corazón. Que no es frivolidad, que parece que no, pero que si la Thatcher no jugó en el Real Madrid fue porque ella no quiso, que interés por ficharla existía, y no poco. Habría sido una zaguera galáctica y el Bernabéu la habría honrado con una pañolada blanca y en el centro del campo la tuna de Medicina le habría cantado aquello de: “Mocita dame un clavel, dame un clavel de tu boca…”. Porque, lo crean o no, algunas fuentes sitúan en Lavapiés el lugar de nacimiento de una Thatcher gata. Gata de espíritu, puede que sin su tejadito de zinc, pero con un abnegado violinista llamado josemari saltando de teja en teja rondando a la apacible y bondadosa inglesita y anotando en su libreta los sabios consejos liberales que recitaba la sabia lideresa de pelirroja cabellera. Aquí nos creció un apéndice ideológico de doña Margaret, pero más en plan condesa consorte y con ínfulas de piloto de rally.
Madrid sigue siendo una urbe sensible. Hoy Madrid sueña a Ana Botella y Margaret Thatcher celebrando San Isidro y devorando unas típicas rosquillas. Tontas y listas. ¿Hace falta decir quién come unas y quién las otras? La Thatcher ya tiene su calle en los madriles; ahora hace falta que los de la Pérfida Albión no se rajen y le dediquen una a la Señora de Aznar. Y que nos quiten lo bailao.
Escrito por: Jean.2014/09/15 21:13:5.020025 GMT+2
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2014/09/14 20:22:24.075960 GMT+2
Mientras en la calle la claridad dominaba con insistencia, en aquel viejo cuarto apenas si había unas motas de luz salpicando los recónditos apartados donde reposaban vidas de ficción literaria y los ojos de una lámpara con el cuerpo de un árbol encantado. Un piano gemía las huellas de Avec le temps, va, tout s’en va…Y la imaginación se volvía cautiva, errante, distante, y se dormían los deseos, y las lágrimas se agolpaban esperando caer como paracaidistas, allá en las nubes perdidas del alma. En la soledad, los lamentos iban y venían, átomos de un espíritu que un día soñó ser un pilar, una columna del Partenón y acariciar la tragedia de la belleza. Pero ahora el pretérito de las añoranzas era sólo penumbra, cenizas de ramas descosidas de una vida que no sabía a dónde ir. Los silencios eran la presencia de una ausencia, arenas movedizas engullendo la melancolía.
Avec le temps… Envejecieron las ilusiones, se oscurecieron los sueños vivos, y los dientes se desgastaron chocando unos con otros, conteniendo la rabia y la frustración. Y en la oscuridad, una vez más, el silencio. El silencio de las pretensiones mutiladas, de los ecos robados, de los labios durmientes. Al acecho, su cómplice, el olvido, siempre el traidor olvido consciente, ebrio danzarín que emborronaba las líneas de una biografía repleta de remiendos. Y abochornada en un rincón, hogar de telarañas y pasiones indecisas, la felicidad hecha jirones, reducida a una fantasía orquestal, a unas lastimosas briznas de metas inalcanzadas, la felicidad como luciérnaga en el eclipse de la ensoñación. Felicidad, quimera escurridiza, guardián de Utopía, alas envanecidas de mariposa. Felicidad, fuego artificial, sombra de sombras, luz de ceguera, ruleta rusa sin números, destierro de la razón, fugaz sendero, duda incandescente que engaña a los sentidos.
Avec le temps… Y los delicados dedos del pianista comenzaron a convertir en versos las grafías apenas iluminadas, los símbolos que nacieron de la imaginación y de la aspiración de ser únicos.
Avec le temps. En aquel viejo espacio, en la tenue penumbra de su anecdótica existencia, la belleza y la tristeza rimaban. Allí decidieron perecer juntas. La única vela que cuestionaba con indiferencia el ocaso se extinguió y la mágica luz del orgullo guió a ciegas los dedos del pianista, soñando los acordes y llorando las notas. Y en aquel preciso instante, en ese olvidado y vetusto cuarto oscuro, la felicidad brotó para empapar cada milímetro de su alrededor, cada libro enmohecido, cada una de sus palabras olvidadas, el modesto mobiliario, las polvorientas ruinas que habían sobrevivido a los años de descuido. Todo fue luz, un destello expansivo dominante, un pincel luminoso que recorría frenético la estancia. Mas a pesar de aquel incontenible fulgor, el pianista continuó mimando las teclas manteniendo sus ojos cerrados. De sus huellas nacieron las armonías que escoltaban a la felicidad. Era cuestion de tiempo que amaneciera. Sólo era cuestión de tiempo.
Avec le temps…
Escrito por: Jean.2014/09/14 20:22:24.075960 GMT+2
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2014/09/02 15:06:26.757937 GMT+2
El cielo es hoy también una telaraña de nubes dispersas jugando al escondite unas con otras, deshaciéndose como el algodón de azúcar en los labios húmedos de un niño. El azul del cénit parece un tinte que cubre todos los ángulos del lienzo que contemplo. Porque hoy miro el día como si fuera un museo de lo cotidiano y, a la vez, como algo único, diferente, como instante que nace casi del deseo, de una contemplación que busca de manera decidida un enfoque optimista. La luz, claridad invasiva, tiñe con su fuerza mi mirada, decidida a claudicar ante esta nueva sensación. Se oye el suave respirar del viento, casi el revoloteo de unos pájaros que realizan incursiones díscolas para robarle pertenencias a la fuente. El tiempo transcurre en cámara lenta. Estoy solo, nadie en kilómetros a la redonda. El silencio, el eterno cómplice, el silencio ejerciendo su dictadura para calmar, para imponer a la respiración la sumisión de lo desapercibido. El mutismo vital, para que los sentidos sean uno solo, para que los ojos vean, saboreen, escuchen, sientan, degusten, respiren, los ojos como figurantes erógenos de la calma, nutriente del erotismo de la tranquilidad absoluta, casi virginal. Y me zambullo en la piscina, rompiendo las murallas de la quietud, entrando de cabeza en las aguas contemplativas, que ceden a los caprichos de mi cuerpo. La explosión es también callada, como si el agua y mi organismo fuesen elementos sincronizados, compenetrados, cómplices. Y en un instante, estoy flotando, con los ojos cerrados levemente, sin presionar los párpados, con ligereza. El agua ha domado mi impulso. Intuyo una luz clara, levemente ocre, iluminando la quietud. Siento que podría permanecer horas así, sin necesidad de respirar, como si el corazón mostrase indulgencia y me susurrase: “no te preocupes por mí, disfruta de este momento”. Y el alma, el alma eterna, blanca, pálida, expandiéndose, mezclándose con el agua, paladeando la armonía de su composición. El alma, sumergida también; el alma en remojo, inundada, húmeda, resbaladiza. Alma errante, alma ahora en sosiego, entregándose, deslizándose en el instante, como nexo de los azules que conforman un sándwich con mi cuerpo: el del cielo, y el de unas aguas en mutismo y reposo absolutos. Y yo, en medio. Soy agua. Soy cielo. Soy lo que quiera ser.
Escrito por: Jean.2014/09/02 15:06:26.757937 GMT+2
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2014/08/26 13:03:1.010267 GMT+2
No es tan fiero el león como lo pintan, sino bobalicón, obtuso de media legua, gaznate en caída libre y rostro de turbulencias. León es feo, pero de eso no tiene culpa, que la belleza es cosa de cánones y va por épocas. León es difícil de mirar, pero eso le vino dado y tal infortunio no debe considerarse entre sus errores ni herraduras. Aclamado alcalde, León es como el tapón de un bidé: mantiene el agua a gusto del consumidor y complaciente contribuyente votante que va a refrescar sus pertenencias traseras...o delanteras, según se mire, o según se siente.
León es también laxante para expulsar el porte reaccionario. Es el León que españoliza con sus salmos, sus ñoñerías, sus boberías y las necedades que lleva patentando durante décadas nada prodigiosas. Vena patriótica de marca registrada, sarna que con gusto no pica, costra que tapa herida, hilo dental de segunda mano, verbenero, miel sobre hojuelas, rostro de piedra pómez, purista mentecato de la política e indecente desobediente. León es cobardón, como aquel que buscaba al mago de Oz, pero este León es más de coz, burradas encadenadas y palíndromos del machismo, reaccionarismo y otros abismos. Más de lo mismo, que esto va de rimas más que de leyendas, porque lo que Leoncito va a dejar es una herencia de ristras de ajos tiernos, fealdades arrítmicas y estrabismos del alma, que el señor alcalde mantiene su psique mirando a Cuenca, vaya usted a saber por qué.
Leoncito es marchito, lunar de Valladolid, angina en el pecho de la Castilla recia, témpano de hielo en el ojete, huevo duro en la sopa, cachivache en el pleno, zarrio, trasto en la España que busca a ciegas y a hostias la modernidad como utopía. León es tocólogo sin praxis, inquisidor de la soberbia y envanecido pincho moruno con exceso de adobo. El alcalde lenguaraz se entretiene ginecologueando la política, como si el pueblo tuviese que abrir las piernas para que él pudiese seguir metiendo las narices donde nadie lo llama. León manso, impertinente, impenitente, a ratos pareciera demente, alcalde bronquista, adefesio ineducado, León salsero, palomero, señor de las pifias, inmundicias, coche de choque en la noria, buceador en el desierto, elefante tembloroso en la cacharrería, petate, eructo a destiempo, León sin melena, León sin jaula, León de circo. Leoncito que parece salido de una pintura negra de Goya, oscuro, obtuso y tenebrista. León camorrista, León de mis leones, León desobediente, León imputado, León que putea, que abandera el atraso, que pastorea al rebaño.
Este León no es tan fiero; es sólo un alcalde que se ahoga en su soberbia. Este León no es tan fiero; es tan sólo el León que creció a la sombra de Aznar…y, en cierta forma, a la de Botella.
Escrito por: Jean.2014/08/26 13:03:1.010267 GMT+2
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2014/07/13 11:11:48.727753 GMT+2
El oleaje, peregrinación dolorosa,
Clavando el destino en la consciencia,
Sacudiendo los ojos llorosos
Que fingen ver sin ver en realidad nada.
La luz, innecesario castigo
Que alumbra las evidencias.
Yo quiero ahora la oscuridad
Donde enterrar los lamentos.
La incógnita de tu destino,
De tus sombras, de tu sonrisa.
Mi tiempo ve morir su tiempo,
Todo es desidia, todo es nada.
Y las olas mueren en las rocas
Y en el recuerdo de tu mirada.
Escrito por: Jean.2014/07/13 11:11:48.727753 GMT+2
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2014/06/10 16:31:36.415357 GMT+2
La poesía es la medicina del alma.
Es el sistema inmunológico, el rompeolas de espantos,
La atalaya, el faro, beso al viento, luna blanca.
Y de sangre está hecho el poema,
Y las palabras son la transfusión , blando el corazón,
Apaciguado, adormecido, leve al son de una alabanza.
Búsquedas de amor, dulce aspaviento el de la veleta del alma.
Y la poesía su medicina, que no cura del todo, pero calma.
Calma el ardor del enamoramiento compulsivo de roces,
Calma la hinchazón de la pérdida en el ritual de la rendición.
Calma la poesía al poeta. En su derrota lo calma.
Y ésa es, al fin, su victoria: cantar la derrota.
Cantarla.
Escrito por: Jean.2014/06/10 16:31:36.415357 GMT+2
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2014/05/29 15:32:41.326260 GMT+2
Ya cantaba Alfredo Kraus aquello de Alegría, lejos de la oda beethoviana, pero con la impronta lírica tan elegante de que hacía gala el tenor canario. Y es que la gente anda últimamente en España feliz como la vida misma. En la España de la señora vicepresidenta, al menos. Esto es un despiporre generalizado, un orgasmo felicérrimo, que es que hay hasta que inventar términos para idealizar la visión-risión-ficción de doña Soraya. En las calles españolas corre un vendaval de júbilo debido a la mejora, a la recuperación, que es la versión rajoyniana de los brotes verdes, o quizá habría que decir brotes verdis, porque esto es de coro de Aida, con su celeste y todo. Claro que verdiano es también el impetuoso Di Quella Pira, y eso ya le mola menos a la vice y al ministro de Interior, que nos mira de reojo. Lo que tenga que arder, que sea con las llamas del regocijo, en una lumbre coqueta que acompañe los despertares de la ciudad en las colas del Inem.
Que sean fuegos de artificio y dicha los de los ciudadanos que aclaman entregados los síntomas de recuperación económica. Porque la exultación recorre los recovecos de la España que deja de ser quisquillosa para retornar al porompompero y las onanistas claves folclóricas alentadas por los vivas a la causa. “Como en España no se vive en ningún lado”, proclaman con gozo quienes ni siquiera saben situar Portugal en el mapa. Que seremos españoles, pero lo de ser ibéricos es ya otra cosa. Y eso que cuando nos piden que pintemos en un folio España, le ponemos la cara con las napias de Portugal y todo. Ingratos.
España es hoy una feria de carcajadas, un rostro de felicidad exultante, una sonrisa astronómica, porque hay mucho que celebrar. No, no me refiero al fichaje del marido de la vice por Telefónica. Eso ya lo habrá festejado Soraya llevando una bandeja de pasteles al Consejo de Ministros, que para eso dan buenos consejos a las grandes empresas de esta España de claves humorísticas, algazaras y confetis. Sí, tenía que salir el confeti, ustedes perdonen, pero es que yo por el confeti, mato. España es una verbena con sus calles recorridas por esas hileras de banderas de países entre las que nunca veremos las de Camerún ni Mongolia.
España es un fiestón dándole al marchuqui, que tenemos tanta alegría que se nos escapa por las comisuras de los labios de Cañete. Alegría por el paro, por la catástrofe inmobiliaria, por el saqueo de la banca. Alegría porque, carajo, sólo tenemos dos millones de niños pobres. Risas y cascabeleo, faralaes y unas gambitas a la plancha, que hay que cantarle coplas a eso de ser el país de la OCDE donde más crecen las diferencias. Que seremos probes, pero felices. Felices incluso de serlo, que lo sepa la vice, que sale de paseíllo entre los clamores de los clarines y el chunda chunda de un pasodoble patrio y va esquivando el jolgorio generalizado.
Cómo no ser un ejército de fieles y felices ciudadanos agradeciendo la reforma laboral, la explotación, los mini salarios, los hachazos a las ayudas sociales o los recortes en Sanidad. Cómo no aullar desbordantes y gozosos en las noches de luna llena, como velludos licántropos cayendo en el delirio ante las privatizaciones y las torturas al Estado del bienestar. Cómo no dedicarle una sonrisa a la vice, que quizá alguna vez nos la encontremos en el metro o en cualquier otro transporte público una buena mañana en plena campaña electoral, acompañada por alborozados y fornidos guardaespaldas. Cómo no.
Cómo no reírnos de nuestras desgracias, de las históricas, de las heredadas, de las genéticas, de las filosóficas, aunque sólo sea por complacer a nuestra vice.
Escrito por: Jean.2014/05/29 15:32:41.326260 GMT+2
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2014/05/27 14:11:30.018568 GMT+2
¿Puede un arquitecto sembrar el caos y la destrucción? La respuesta depende única y exclusivamente de su ética y su ambición. Las oligarquías monolíticas asfixian las organizaciones humanas. Y el PSOE no es precisamente una excepción, sino más bien el paradigma.
La salida de Alfredo Pérez Rubalcaba pone fin a un periodo oscurantista y tenebroso del Partido Socialista. Sus días de poder han estado marcados por la depresión. La formación ha ido con él cuesta abajo y sin frenos, empeorando en cada envite, en cada compromiso. Alfredo decidió automedicarse, rodeándose mal en Ferraz, procurando que nadie fuera capaz de hacerle sombra. Se empleó a fondo, y hasta Elena Valenciano, su rompeolas particular, la encargada de parapetarlo y aislarlo de la realidad, ha hecho las maletas y se ha marchado a la Europa real, anticipándose a la previsible tragedia. El líder socialista ha erosionado gravemente al partido con su obstinación, con su sempiterna prescripción egocéntrica y su negativa a asumir su caducidad, como si fuera el yogur perfecto diseñado por Cañete.
Rubalcaba, como mito, ha sido amo y señor de las sombras. Él ha sido el Saturno de ojos saltones, como extraviados, que devoraba a sus hijos, mordisqueando nervioso la yugular de las esperanzas e ilusiones renovadoras de las bases socialistas. Más que un animal político, este cántabro gesticulante y pertinaz ha sido un devorador compulsivo, un antropófago del socialismo.
Rubalcaba ha tratado de aplacar su incesante apetito con los restos del banquete felipista. Le dejaron las sobras de las sobras, porque, antes, Zapatero, que se hacía pasar por vegetariano, se había jalado los pocos manjares que quedaban en la despensa del electorado socialista. El PSOE, pues, está cercano a pasar a la mitología, como proyecto inconcluso, como vástago engullido por los personalismos de unos dirigentes aburguesados que huían medio alocados de los más elementales principios de su definición política.
Alfredo sale por patas y se marcha con su maleta repleta de cerrazón y el orgullo herido. Era un muerto viviente, un zombie político que ya sólo se chocaba con las paredes por los pasillos de Ferraz. Es la tragedia del arquitecto que no edificaba, sino que derruía. La Banda Sonora del periodo Rubalcabensis la pone la Cabalgata de las Valkirias de Wagner. Caos y destrucción. Y un cartel a la entrada de la sede socislista reza: “Prohibida la entrada a los galenos.
El futuro del PSOE se antoja ahora complicado. La mayoría de sus dirigentes,cerrados a cal y canto, dominados por el aroma a carne humana, no quiere abrir las ventanas. El PSOE es un partido agorafóbico. Es el tiempo ahora para los herederos, otro juego de tronos, otra muestra más de la infinitud egoísta y voraz del poder.
Alfredo ha dicho adiós. Puede que sea una advertencia de los tiempos que están por venir. Y, cuidado, no vaya a ser que ahora sean los hijos los que estén dispuestos a merendarse al nuevo Saturno.
Escrito por: Jean.2014/05/27 14:11:30.018568 GMT+2
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2014/05/26 14:41:29.300356 GMT+2
El balcón de Génova no volvió a convertirse anoche en el Corral de la Pacheca. No hubo guirigay, ni danzas orquestadas, ni florianos, ni esperanzas, ni sonrisas hedonistas. No hubo en las cercanías banderas rojigualdas al viento, ni litros de gomina reposando en los cabellos de la muchachada. Donde otrora los gerifaltes de la gaviota le daban al dancing, ayer había contención, resignación y abstinencia. La soberbia dormitaba en el baúl de los recuerdos y sólo una Cospedal acostumbrada a los cuentos chinos era capaz de sacar punta y brillo a una atrofia mayúscula. Quizá debió salir con mantilla. Lo de anoche tenía bastante de procesión, que en política no siempre va por dentro.
El PP se lamía anoche sus heridas. Son conscientes de que tienen poco margen de maniobra. Su castigo le viene de una parte de sus fieles que quizá lo que no le perdonen no sean los recortes, sino las subidas de impuestos. Eso y que, si la campaña dura una semana más, Cañete provoca un vuelco electoral. Al genio que se le ocurrió presentarlo en los carteles electorales como a una especie de Papá Pitufo también le corresponde una parte del desaguisado. La ramplonería del elegido por Rajoy viene a ratificar el escaso gusto del Señor de los hilillos a la hora de depositar su confianza.
Si Cañete es lo mejor que podemos enviar a Europa, alguien debe de haber pensado que el Viejo Continente es el plató de Master Chef. Se vaticina una indigestión crónica, una bacanal de ridículos. Un gran eructo a modo de rugido, para marcar terreno, para decir: “Aquí estamos”. Spain is different. ¡Y tanto! Un tipo que acaba de “ganar” unas elecciones no puede enviar un mensaje a los españoles iniciándolo con un “A las buenas noches”, a modo de gañán desconsolado e improvisado. Al menos no lo leyó, es cierto. Señal inequívoca de que las impresoras no funcionaban anoche en la sede popular.
Rajoy andaba desaparecido, acurrucado por los suyos, como si fuera una imagen que hay que proteger del temporal. Sacarlo a pasear es correr un riesgo innecesario. Por allí pululaba también González Pons, que ha ejercido de adorno en modo mute. Total, para cacarear su ideología y sus fobias ya tienen a las isabeles San Sebastián de turno, dóciles y cariñosas con el mensaje, escribanas entregadas a la causa, maná de la derecha a la que hay que pasar el plumero para descargar las capas de polvo que soporta. Copistas haciéndose pasar por periodistas, reinas del playback, las Milli Vanilli de la casquería periodística. ¡Una de mollejas! ¡Y luego hablan de árboles y de nueces! Trillo, anda, dilo tú…
En Ferraz cenaron aquelarre, y las tripas les entraron en un bucle de hormigueos. El menú socialista acostumbra ya a las excusas. Tanta receta de avestruz no podía ser buena y han terminado todos metiendo la cabeza en el suelo como en una especie de rito tribal que ni el mismísimo Engels sería capaz de comprender. Antropología desquiciada en el valle de las momias. Y Felipe con sus gases.
El PSOE suena a derribo, a mudanza, pero se niega a plantearse una regeneración. Rubalcaba es la reina del cuento de Blancanieves, pero no hay manzanas para tantos defraudados. Alfredo es un cadáver político iniciando el descenso a los infiernos de la política. ¿Dónde están las caras jóvenes en el PSOE? Quizá tras las máscaras, quizá en las celdas de castigo, quizá no se trate de una cuestión de rejuvenecimiento, sino de aguda obsolescencia programática, y el PSOE sea víctima de los tiempos y de la finitud de una propuesta que camina entre dos aguas. Se trata de elegir una orilla. Que suene el réquiem, himno de los socialistas por aclamación.
Canten Hollande y Rubalcaba fundidos, en el pleno sentido del término, como el queso de un sándwich mixto que se desborda por los lados. Ésa es la metáfora del socialismo que abusa de la paciencia de los suyos y que sustituye propuestas, esperanzas y cambios por un trapicheo digno de trileros. El PSOE, como caricatura irreconocible, como sombra pesarosa, como esperanza desvanecida. Está en la UVI. Si el repuesto es Carme Chacón, habrá que rogar una oración por su eterno descanso. Porque, ténganlo claro: no resucitará al tercer día.
Noche de gatos tristes, terrones de azúcar amargo en la boca de los lobos, el tinglado del bipartidismo puesto en entredicho, vapuleado, zarandeado. ¿Una seria advertencia o un farol? Las Generales lo dirán. ¿Vencedores o vencidos? La que pierde es Europa, que no existe ni como sentimiento ni como identidad. La diosa Europa tiene menos tirón que la diosa Cibeles. Échenle la culpa al árbitro.
Y mientras Francia, como si fuera un atormentado Javert, se tambalea presta para lanzarse eternamente al Sena en una noche estrellada, España se pone coleta.
Escrito por: Jean.2014/05/26 14:41:29.300356 GMT+2
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