Aznar ha puesto de moda las peinetas. Ayer, a sus majestades los reyes de España se las pusieron de todos los colores en Barakaldo, en los momentos previos a la disputa de la final de la Copa del Rey de baloncesto. Pero las de ayer fueron, además, peinetas acompañadas y acompasadas por un griterío demoledor, por un amplísimo catálogo de insultos y por invitaciones a marcharse con la sonrisa y el saludito regio a otra parte. Los decibelios emitieron el veredicto: Juan Carlos fue ayer considerado una persona non grata. Y ya tiene guasa que al rey, en su Copa, le peguen semejante bronca. Por cierto, Juan Carlos I ya puso en su día una sentida peineta a unos cuantos que le increpaban en tierras norteñas. Ante el despliegue de la peineta real, Ibarretxe, que acompañaba al monarca aquel día, miró para otro lado. Los medios de comunicación, como de costumbre, también. Así que la peineta del Borbón sólo tuvo cabida en las cosas esas del Internet.
Ser rey “de todos los españoles” tiene estas cosas; se es también rey de los que te insultan y te desprecian. “Hacer frente a estas situaciones entra en el sueldo de los reyes”, alegan algunos. El problema es que parte de ese sueldo se nutre precisamente de las aportaciones de quienes no quieren ni aceptan al rey.
Mañana es 23-f, pero ya pasó el tiempo de Tejero. ¿Qué se sacarán de la manga esta vez para hacer de nuevo Borbón y cuenta nueva?
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