Veo que Telemadrid lleva todo el día fundida en negro (debido a un nuevo paro de sus trabajadores), mostrando una emisión opaca, triste, silenciosa, ciega. El negro es el color que mejor describe lo que está sucediendo en esa televisión pública que padecen y sufragan los madrileños. Es también el color del presente y del futuro del periodismo en esa cadena, el color que tienen los bosques que han sido arrasados por el fuego. El aguirrismo ha asolado la televisión pública de Madrid. El canal autonómico Telemadrid es, desde hace años, el paradigma de la manipulación informativa, un monumento al sesgo informativo, un verdugo de la dignidad periodística, un servicio público mal gestionado, enmohecido, caduco y reaccionario.
Podríamos decir que es mejor ver Telemadrid en negro que con los colores de la mentira, la trampa, la desinformación, la utilización partidista y rancia al servicio de una señora cuya ambición resulta infinita y bochornosa. Ella que se empeñó en gobernar apoyada en tamayazos; ella, la capitana de un barco que salió por patas dejando a la tripulación abandonada, aunque su huida despavorida tuviera lugar en el hotel de lujo de un país lejano. Allí pisó charcos de sangre, poco más o menos como los charcos de bilis política en los que tuvo que nadar hasta coronarse como presidenta de una asamblea asolada por el estupor de dos zascandiles traicioneros de los que quizá algún día se conozca toda la verdad. Una verdad fundida en negro.
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