Ha dicho el incompresiblemente aún ministro de Cultura que el Gobierno quiere españolizar a los niños catalanes. Desconozco a qué espera Rajoy para librarnos de la verborrea frenética y dilapidadora del angelito. Wert es en sí mismo la antítesis del Óptimo de Pareto. Su capacidad para proyectar desaguisados parece irreprimible por naturaleza. Tan nefasto gestor se ha convertido en una especie de ministro de Anti-cultura, en un depredador de esperanzas en un sector que vive la crisis con angustia, acostumbrado al desprecio y al maltrato de unos, y a la burda utilización de otros. Wert es por méritos propios un Atila –en versión alopécica- que arrasa por donde quiera que va.
¿Cómo se puede españolizar a niños españoles? ¿Cuál es la finalidad del laberíntico y desenfrenado ímpetu de Wert? Naturalmente, que los niños “se sientan orgullosos de ser españoles”. Y ahora viene la gran cuestión: ¿en qué diantres consiste eso de “sentirse orgulloso de ser español”? Y un paso más, ¿qué es ser español, más allá de poseer dicha nacionalidad? En todo caso, se trataría de un orgullo que tendría su origen en una carambola. Nadie elige donde nace, por tanto, nadie elige ser español…salvo los nacionalizados, aquellos que adquieren la nacionalidad española de motu propio, no por la caprichosa aleatoriedad existencial.
Wert lo que pretende es adoctrinar, domesticar, amasar, moldear y esculpir. Y eso pasa, necesariamente, por imponer unos criterios en detrimento de los ahora existentes. Es una vieja historia. Cabe imaginar que el plan de don José Ignacio buscará alimentar el patriotismo rancio y artificioso, repleto de clichés e imágenes burdas, anestesiado por la sempiterna tontuna etnocéntrica y otras deformaciones de la nadería. En tiempos de jaurías y túneles de la bruja, los pretendidos patriotas huyen despavoridos, con sus bolsillos repletos de dinero en busca de paraísos fiscales y otras mamandurrias geográficas. Su patria es el dinero. Pero prefieren disfrazarse con banderas gigantes y marchar al son de un himno que ni comprenden ni saben interpretar. Y no digamos ya cantar, porque la letra se perdió en el fondo del mar. A ésos es a quienes debería españolizar maese Wert, a ésos a quienes convertir en honestos patriotas, defensores de un lugar y espacio común donde han logrado levantar sus fortunas. Pero esos “patriotas” prefieren ahora salir echando leches, dejando a sus compatriotas al borde de la ruina. Ahí tenemos el ejemplo de Rato, capitán de un barco, que en cuanto vio el agua dominando el estribor de la embarcación decidió huir en primera posición, dando codazos a mujeres y niños.
Fraga diseñó aquel célebre “Spain is different”. Ahora, el ministro Wert busca frenético un nuevo eslogan pegadizo y un becerro de oro, o de barro, frente al cual los niños catalanes se inclinen. Wert ha abierto un nuevo frente. Parece que no se conforma con los que ya tiene. Él verá, pero a estas alturas ya debería saber que no se puede pasear alegremente por un campo sembrado de minas.
Muchos abanderados del orgullo patrio shan sacado recientemente a pasear sus danzas lagrimales mentando el triunfo de España en el Mundial de fútbol. Dicen que ese logro llenó de banderas españolas las calles de España y recuperó el sentimiento de orgullo del país. Eso es, naturalmente, mezclar las churras con las merinas, emborrachando al pastor. Quizá hayamos llegado a tan confusa situación por ese insistente defecto que nos une a tantos españoles y que consiste en desatender las lecciones de nuestra propia historia. Nos hemos tragado los bulos, los mitos y las leyendas con tanta asiduidad, que el carácter crítico ha quedado reservado a unos pocos. Uno de los mitos más recientes es el de la Transición, a la que debimos llamar Trashumancia para hacer justicia, pues se limitaron a cambiarnos de redil. Ahora, los lobos ya no llevan piel de cordero. Ahora los lobos se sientan en la bancada azul, como antes, solo que ahora aúllan sin complejos.
Que cada uno se sienta orgulloso de lo que le plazca, pero que se pongan y expongan con sentido común y decencia valores comunes, y no goles ni olés asíncronos. Porque si el patriotismo se reduce al gol de Iniesta, corremos el peligro de que Wert quiera españolizar a los niños catalanes a patadas.
Comentarios
Escrito por: .2012/10/11 01:47:12.193000 GMT+2
Escrito por: Jean.2012/10/11 07:53:50.922000 GMT+2