Mires donde mires, hay algún árbol cayendo. No se puede ya fijar un sueño, cuando lo cotidiano se desmorona bajo la acción de los necios. Podan tu estilo de vida para aumentar sus privilegios. La indecencia, la incongruencia, el esperpento y la falta de escrúpulos se han instalado en los puestos de mayor responsabilidad política, configurando un exclusivo árbol genealógico, un coto cerrado al que se accede a través de una alfombra roja. Los que viven a nuestra costa, pisando nuestros hígados, exprimiendo nuestro modus vivendi, acrecientan sus privilegios. Piden sacrificio, pero manipulan la brújula de la indecencia para situar los puntos cardinales a su antojo. Esos mismos que nos gritan coléricos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades llenan sus buches y acumulan fortunas. Juegan con ventaja. Con muchas ventajas. El control de la inmensa mayoría de medios de comunicación, por citar uno de ellos. Pero el más trascendental es la claridad de ideas que les otorga su férreo sentimiento de clase. Consideran que les pertenece de iure y de facto el divino privilegio de la superioridad, y someten sin ambages a quienes contemplan como simples asistentes, castas inferiores o sirvientes. Por eso no dudan en arramplar con pagas vitalicias, prebendas, oscuros negocios. Por eso, la multimillonaria Cospedal, casada con su multimillonario marido, no duda en pedir a los ciudadanos que la han votado (y a los que no) que trabajen más por menos, que es época de vacas flacas. Pero, a la vez, con orgullo y soberbia ilimitados, realizan una incisión a la vaca para desangrarla y disfrutar de la orgía hemolítica. Mires donde mires, hay un árbol cayendo. Lo que entre todos plantamos cae con estrépito hecho añicos. Mires donde mires, predominan la docilidad y el desconcierto, la insensibilidad y la falta de solidaridad, la manipulación y el sometimiento, la amnesia y la ausencia de conciencia obrera, la sinrazón. Celebramos ahora el bicentenario de nuestra primera Constitución (permítaseme el anacronismo). Todos se apropiarán de ella con un grito muy descriptivo: “Viva la Pepa”. Si viajásemos hasta 1812, ¿alguien cree que nuestros gobernantes se situarían al lado de aquellos que defendieron la carta magna? Da igual, no merece la pena plantearse el viaje. Todo queda en segundo plano cuando es el propio pueblo el que se ata de pies y manos al grito de “Vivan las caenas”. Y en esas seguimos.
2012/03/16 13:21:39.418000 GMT+1
En esas seguimos
Escrito por: Jean.2012/03/16 13:21:39.418000 GMT+1
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