El sueño, como un látigo incontrolado
Como balneario de aguas bravas
Pero también serpiente dócil
El sueño, como una huida del yo oculto.
Como agonía de un subconsciente que lucha
Contra la libertad de su Caín particular,
Contra el monstruo de la razón
El sueño, como rayo de luz cegador,
Como rocío que humedece unos labios
Como miedo, fantasía e imprevisible
Serenata de manos delicadas
El sueño, como cumbre que escala el corazón
En una gélida noche de riesgos
Como los ojos ocultos tras una mirada
Como nubes salpicando una bóveda
El sueño, los sueños, narraciones por escribir
Al dictado de los deseos, de los miedos,
Del tacto que guía las intuición,
De un mapa repleto de improvisaciones.
El sueño, como expedición más allá de la frontera,
Más allá de los tabúes milenarios y las rutas salvajes
De lo inexplorado, donde nos tiemblan las manos
Y el anhelo levanta una bandera blanca.
El sueño, fulgurante, recio y galopante hidalgo,
Alocado dispensador de vaivenes emocionales,
De gigantescos saltos al vacío ensordecedor,
Donde se acumulan los corazones rotos.
El sueño, amigo de mis enemigos,
Leal traicionero; fiel vengador;
Lamento ciego que nace de las entrañas
Abrazo partido, susurro inconcluso.
Y el sueño despierto. Ventana a un mar de ecos.
Orilla virgen aguardando tu barcaza
Donde desembocan los viajeros involuntarios
Atraídos por la quietud de una vida aún por soñar.
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