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2012/04/26 14:48:39.197000 GMT+2

El porqué de la derrota

No, el Real Madrid no quedó fuera de la final de la Champions League por un planteamiento tan timorato como rácano de su entrenador. Ni siquiera por la superioridad táctica del rival. Las cosas, como son: el Bayern no fue un gigante descomunal, ni un enemigo de tres cabezas. Representó el papel previsto en una escuadra teutona: sobriedad, coraje, equilibrio, competitividad…  Tampoco se debió el miércoles negro del madridismo a la descompensación defensiva que provocan habitualmente algunos de sus insolidarios delanteros. No ha quedado eliminado por un arbitraje polémico ni determinante, ni por el error de Pepe cometiendo un innecesario penalti. Ni siquiera cabe achacarle a Sergio Ramos que pusiera en órbita el esférico teniendo la portería a tan solo once metros. Si acaso, será la NASA la que tenga algo que objetar.  No deben buscar los aficionados madridistas la espalda de Kaká para cargar sobre ella las culpas de este imprevisto fiasco. La falta de eficacia merengue no radicó en la ausencia de un bloque real, ni en la cruda realidad que  se vislumbra en una suma de excelentes individualidades que distan, y mucho, de constituir un bloque, un conjunto, un engranaje. El adiós blanco a la décima no encuentra explicación en la concesión de la posesión del balón al rival. Ni siquiera deberían buscarse los tres pies al gato, ni caer en el manido teorema de la ruleta de los penaltis y su siempre socorrida asociación a la aleatoriedad lotera. El Madrid no cayó por la falta de apoyo de una afición exigente y poco dada a los cánticos. En el Bernabeu son los jugadores los que deben animar al público y no viceversa. Así era ya en Roma.   El Real Madrid no se ha quedado a las puertas  de la décima por la tardanza del entrenador portugués en concretar las sustituciones, ni por contemporizar y confiar en Casillas y su destreza para ahuyentar los maleficios desde el punto de penalti. El fiasco blanco no debería achacarse a la mejor colocación de los jugadores del equipo alemán. Tampoco deberían ampararse en el cansancio físico recabado en la disputa del último clásico en Barcelona, ante el equipo de Messi, mientras el Bayern daba descanso a la mayoría de sus jugadores titulares en la Bundesliga. No cabe hablar de que el Madrid minusvalorara al rival, ni de ninguneo. Tampoco se observó sobre el terreno de juego desconsideración, menosprecio o una vanidad desmedida que contribuyese a la relajación de los futbolistas madridistas. No. No pierdan el tiempo analizando, escudriñando, jugando a ser químicos del fútbol con probetas repletas de especulaciones. Sesudos analistas y afamados diseccionadotes de cadáveres balompédicos realizaron la autopsia de turno, como si el forofismo irredento tuviese también su cuerpo de especialistas al estilo de los del CSI. Elucubraciones siderales, cuadraturas del círculo, brindis al sol… Lo habitual en tertulias seudo científicas. Malabarismos viscerales y dominio de la demagogia en busca de un titular. Todo es mucho más sencillo. No hacen falta ni aspavientos ni exámenes dactilares.  Para entender el porqué de la derrota madridista solo había que mirar al palco. Allí estaba un hombre de mirada siniestra, rostro demacrado, abdominales de acero y con el dibujo de la soberbia en su expresión. A su entrada al palco del estadio Santiago Bernabeu decenas de aficionados le gritaban “Presidente, presidente”. No cabe duda: sería el mejor rector del “Cenizos Club de Fútbol”. A las pruebas me remito. Y los madridistas deberían hacer lo mismo

Escrito por: Jean.2012/04/26 14:48:39.197000 GMT+2
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