Mariano Rajoy es, por diferentes y variados motivos, un mediocre orador. Lo ha evidenciado a lo largo de los años. Pésimo cocinero de las palabras, cree arreglar cualquier plato añadiendo sal y pimienta en cantidades industriales. Más que sazonar, resulta desazonador. Y para colmo de males, los pinches que lo flanquean (y que lo flaquean) son dos lunáticos del pimentón. Zaplana y Acebes, Acebes y Zaplana, pandereteros eseá, son capaces de encabronar cualquier receta. Pero al margen del delirio culinario, el trío calavera, acompañado a los coros por Desesperanza Aguirre, Pepe Bono y otras voces roncas del fariseísmo y la ortodoxia férrea, muestra en cada cita, en cada declaración y en cada vómito propagandístico, un profundo desconocimiento de la Historia. Hablar de totalitarismo para describir la automarginación del Partido Popular en la política española es, además de un descarado, cínico y vergonzante ejercicio, una evidencia colosal de la sequía intelectual con la que viven los banderilleros de la derecha posaznariana. (Por cierto, el políglota Aznar, que domina el inglés mireusté, el francés gangrenado, el alemán pim, pam,pum, el catalán en la intimidad y alcanza el bilingüismo en el caso del tejano de la Texas de toda la vida, ahora le da al palique en italiano, coleccionando doctorados honoris causa, conferencias y disertaciones ontológicas, más onto que lógicas). No faltan comensales, es verdad, en la fonda de Rajoy y sus pinches. Querían instaurar en la Hispania única y bienpensante una casa de comidas tradicionales y de las JONS (Judías de ofensiva nacional salpimentadas), y no pasan de ser una tasca de comida rápida, con grasas saturadas por doquier, borbotones de colesterol, 3x2 en calorías, y con regalo de un aznarito si te pides el menú de destrucción masiva, con salsa barbacoa y extra de queso. Mariano Rajoy guisa desaguisados y hornea bollos cuando el horno no está para éstos. El chef popular ha hablado de Stalin, seguramente porque le habrán soplado algo al oído y le habrán enseñado alguna foto del tío Josef. Decir que lo que está pasando en España en estos momentos no pasaba ni en la Unión Soviética de Stalin es una muestra de atroz incultura, de mala baba patológica, pero por encima de todo es un sonsonete para encabronar –otra vez encabronar- a los más fanáticos, que siempre se dejan querer. El mayor problema para esta España, que tiene mucho más que ver con Franco que con Stalin, es que semejantes sonsonetes calan hondo entre quienes creen que la Historia es lo que escriben César Vidal, Pío Moa y otros cuatro hacedores de best sellers a granel. El problema de esta España, heredera renqueante del nacional catolicismo, es que los menús en Casa Rajoy se han agotado, y son millones los que ya tienen en su casa un aznarito.
Comentarios
¿Quién será la o el candidato que le sustituya? ¿Especulancia?
Escrito por: iturri.2007/01/20 14:36:28.685000 GMT+1
Escrito por: Jean.2007/01/20 15:09:43.780000 GMT+1