No sé si seré el único. No, no lo creo. Últimamente, no hay día que no salga encabronado del supermercado, del restaurante, del hospital… Vaya donde vaya, allá me encuentro, en términos generales, una atención descortés, pasota, poco profesional, y en algunos casos surrealista. Daría para un libro, para una colección, para fascículos semanales. Esto lo coge César Vidal y prepara una enciclopedia de aúpa. Por cierto, que el escritor pulpo tiene ya su propia sección en las librerías. Dentro de poco, éste se carga al pequeño escritor (al humano, me refiero) como las grandes superficies se han cargado al pequeño comerciante. Y no vean paralelismos en lo de superficie y la escenografía morfológica del impulsivo escribiente.
Estaba yo hablando del súper, de los restaurantes. Hay situaciones de delirio surrealista. Acudo a un sitio en el que nada más entrar te dicen que eres un vip. Bien, menú del día, veamos. La carta dice: “Sugerencia del día: Brocheta de solomillo”. Ideal. Marchando una brocheta, oiga. “Se nos ha terminado, caballero”. Vaya, pero si son las dos de la tarde, ¿es que la incluían hoy en el desayuno? Bueno, pues a otra cosa, mariposa.
Una semana después, repito inclinación culinaria y me presento en el mismo restaurante. Anda, pues hoy sí que me apetece una brocheta de solomillo. “Marchando una”… “No nos queda, señor”. ¿Cómo? Quiero una hoja de reclamaciones. Es un pitorreo. ¿Qué es, un mito, una tomadura de pelo, o es que se las jalan en cocina antes de que el gran público se decida a solicitarlas? Nada, nada, una hoja de reclamaciones. Tardaron 40 minutos en llevármela. La rellené, y recibí una contestación que bien hubiera merecido otra carta de reclamación. Gajes del oficio de vip.
Tardé varios meses en volver al sitio, obligado por mis compañeros de trabajo y pesadillas. Esta vez se superaron. Los primeros platos llegaron antes que la bebida. Los segundos platos llegaron inmediatamente después de los primeros, todavía sin la bebida en la mesa. Yo le dije a la camarera que se llevara mi segundo plato, que no acostumbraba a comer los dos a la vez y que tampoco me gustaba paladearlo frío. Puso mala cara, refunfuñó y se lo llevó. El resto de comensales aceptó las normas vip del garito. Finalmente, llegaron las bebidas. Ahora sólo faltaban los vasos... o echarle morro al asunto. Pero la perla del día llegó con los postres. Los de mis cinco compañeros de mesa acudieron juntitos en una bandeja, domesticados, sin rechistar. Pero, ay, el mío. ¿Dónde estaba mi postre para un cliente vip? ¿Qué habría sido de mi pobre helado de chocolate blanco? Pregunté por objetos perdidos, pero al camarero no le hizo maldita la gracia. Después de quince minutos, y mientras mis todavía amigos estaban de brazos cruzados haciendo apuestas sobre qué le habría pasado a mi helado, apareció una camarera morena, con pinta de tímida y depositó en la mesa, bajo mi careto una especie de poso amarillento, algo así como una masa de desagradable aspecto, como un coágulo que echaba para atrás. Le hice una seña, pero salió medio huyendo. Me levanté y le solicité que viniera. Me siguió, le dije que lo que en otro tiempo había sido un helado era ahora una pasta caliente, derretida, fallecida, que merecía si acaso un entierro digno. Su respuesta me dejó helado: “No español”. De la impresión, pedí la factura, pagué y nos largamos.
Lo de la cucaracha en el plato lo dejo para otro día.
Comentarios
Escrito por: Samuel.2007/11/30 13:39:38.846000 GMT+1
http://www.javierortiz.net/voz/samuel
Escrito por: Belén.2007/11/30 19:39:46.262000 GMT+1
Ni se te ocurra pedir más una brocheta de entresijos en el restaurante de Cesar Vidal. Véte al de Pío Moa, o al de Diarrá. Éste último, antes de llegar a ser lo que hoy es, un auténtico chef de la rama carnicera, aprendió con Pablo Alfaro, pero le superó con crestas.
Mil besos. escorpión blanco.
Escrito por: alargaor.2007/11/30 20:11:23.393000 GMT+1
Escrito por: Jean.2007/11/30 21:12:46.054000 GMT+1
Con todos mis respetos, estas cosas nos pasan por ir a Restaurantes como el Vips y demás.
Ayer comí yo en el ginos de gran via. Como iba sólo me pusieron en una mesa apartada junto a la puerta de las cocinas y un cuarto que me temo sería el de las basuras. Pedí una botella de agua mineral y como no especifiqué me trajeron la más cara de su birria de carta, la pasta estaba pasada e insípida y el helado, malo. Y digo yo, ¿es más culpa del restaurante, que es una mierda, o mía, que, ya sabiendo que lo es, repito?
Lo malo no es ya que nos estafen a todas hora y en todos los sitios, es la tranquilidad y sumisión con la que lo aceptamos una y otra vez, en ocasiones, poniendo nosostros bastante de nuestra parte. Iros a la Cigala de Oro, ¿ya no funciona?
Un abrazo.
Escrito por: Flaky.2007/12/01 19:12:22.826000 GMT+1
Flaky, lo tuyo es peor, porque vas solo y voluntariamente. Yo me veo obligado a ir ese tipo de restorturantes por la presión de mis compañeros y enemigos. Un buen amigo mío estuvo de encargado en uno de esos restaurantes y me contó todo tipo de detalles sobre su filosofía de actuación y funcionamiento. Pero no son los únicos, que es el panorama desolador lo mires por donde lo mires. Parece que te están haciendo un favor por darte de comer.
Y a ver si me engordas, Flaky, que ya vas teniendo una edad.
Jean
Escrito por: Jean.2007/12/01 23:41:32.345000 GMT+1
Escrito por: Flaky.2007/12/02 11:15:1.743000 GMT+1
Escrito por: iO.2009/03/05 04:06:3.782000 GMT+1
noo zee qee ezz ezzoo